Muchos se han preguntado cómo, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, sabemos que la Iglesia es verdadera.
¿Cómo podemos estar tan seguros de que el evangelio restaurado es la verdad?
La respuesta no siempre se encuentra en pruebas históricas o científicas, y aquí abordamos cómo la fe y la elección personal juegan un papel fundamental en nuestra certeza espiritual.
La fe como elección consciente en nuestra vida espiritual
La fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas, como nos enseña el Libro de Mormón. Para que la fe sea genuina, debe ser una elección consciente, sostenida incluso en medio de la incertidumbre y la oposición.
A veces, la verdadera fe se manifiesta cuando, a pesar de las dudas, elegimos creer. Recordemos el ejemplo de Tomás, quien necesitaba ver para creer. Jesús lo reprendió diciendo:
“Bienaventurados los que no vieron y creyeron”.

Esta es la clase de fe que Jesús celebra, la que enfrentamos con libertad de elegir, no por evidencia aplastante.
La Iglesia no pretende que creamos ciegamente, sino que nuestras creencias surjan de un proceso reflexivo. Como los Givens mencionan, hay espacio tanto para dudar como para creer, y esa es la clave para una decisión más profunda y personal.
Dios nos deja elegir libremente, y esa elección es una prueba de nuestra lealtad y devoción.

Dios no quiere que nuestras decisiones sean forzadas por evidencia física o científica, sino que desea una relación genuina basada en la libertad de elección.
Esta ambigüedad espiritual puede parecer incómoda, pero en realidad es una oportunidad para que nuestra relación con Él crezca de manera personal y significativa.
Nuestra fe no se basa solo en la creencia en hechos, sino en cómo esa creencia se refleja en nuestras vidas. La verdadera fe en Jesucristo no se trata solo de aceptar doctrinas, sino de vivir de acuerdo con ellas, eligiendo libremente seguirlo por amor y devoción.



