Nota del editor: A veces, el Señor nos permite ver algo antes de que pase, no para que nos confiemos, sino para que nos preparemos. Esta es la historia de cómo una impresión espiritual inesperada abrió la puerta para que un amigo encontrara la verdad del Evangelio y decidiera seguir a Jesucristo.

Un encuentro providencial

Hace un par de años, invité a Manti Te‘o, Santo de los Últimos Días y exjugador profesional de fútbol americano, a hablar en un evento de mi empresa. No lo conocía personalmente, pero admiraba su historia y su habilidad para inspirar. Él aceptó con humildad y su discurso dejó una profunda huella en todos los presentes.

Meses después, nos reunimos para almorzar y, entre ideas y conversaciones casuales, surgió la oportunidad de que Manti ganara experiencia en inversión privada. Poco después, se unió a nuestro equipo y compartió oficina con mi colega Bogdan Manoli.

Dos caminos muy distintos

Bogdan, originario de Rumania, sirvió en las fuerzas armadas y viajó por el mundo antes de emigrar a Estados Unidos. Con una carrera en desarrollo inmobiliario y construcción, terminó trabajando con nosotros. Aunque sus orígenes y los de Manti no podían ser más diferentes, se hicieron grandes amigos.

Manti estuvo algunos meses en la empresa antes de recibir una oportunidad increíble: convertirse en analista de Good Morning Football en la NFL Network. Lo despedimos con alegría, aunque mantuvimos la amistad.

Una visión inesperada

En septiembre pasado, Manti pasó a saludar por la oficina y almorzamos juntos: él, Bogdan y yo. La calidez en la sala era palpable. Después de que Manti se fue, volví a mi oficina… y sucedió algo difícil de describir.

Fue como dice Doctrina y Convenios 110: “Se abrieron los ojos de [mi] entendimiento.” En mi mente, vi a Manti bautizando a Bogdan y a mí confirmándolo. La impresión fue tan clara y fuerte que me dejó sorprendido: Bogdan y yo nunca habíamos hablado de religión.

Esa noche le escribí a Manti:

“Hoy tuve la impresión de que estábamos en el bautismo de Bogdan. Uno de nosotros lo bautizaba y el otro lo confirmaba. Tenemos trabajo que hacer”.

Él respondió:

“¡Hagámoslo! No habría nada más importante para mí. Avísame cómo lo hacemos”.

No tenía idea del “cómo”, solo del final.

El momento perfecto

Meses después, en un viaje de trabajo a Texas, Bogdan y yo almorzábamos en un pequeño restaurante mexicano cuando la conversación se volvió espiritual. Me confesó que buscaba más espiritualidad en su vida. Ese fue mi momento para compartir lo que el Evangelio y el Salvador habían hecho por mí.

Le pregunté si estaría dispuesto a reunirse con los misioneros y asistir a la iglesia. Dijo que sí.

Comenzó así un viaje de varios meses lleno de charlas, lecciones con los misioneros y apoyo de amigos, compañeros de trabajo, miembros de barrio… y Manti.

En mayo, Manti volvió a pasar por la oficina. Estábamos los tres, como aquella vez, y el mismo espíritu cálido llenó el lugar. Entonces, Bogdan dijo:

“He decidido bautizarme”.

Un mes después, Manti lo bautizó y yo lo confirmé.

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De izquierda a derecha: Ryan Baughman, Bogdan Manoli, Manti Te’o y Matt Romney en el bautismo de Bogdan, el 29 de junio de 2025. Fotografía proporcionada por Ryan Baughman

Un milagro en primera fila

No sé por qué el Señor me permitió ver esa escena antes de que sucediera, pero sé que fue real. Sé que Él había estado preparando a Bogdan. Y sé que me regaló la oportunidad de ser testigo y parte de uno de los mayores milagros de mi vida: ver a un amigo encontrar la verdad y decidir seguir a Cristo.

Fuente: LDSliving

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