“¿Por qué ha dejado Dios de ser un Dios de milagros, y sigue siendo todavía un Ser inmutable? Y he aquí, os digo que él no cambia; si así fuese, dejaría de ser Dios; y él no cesa de ser Dios, y es un Dios de milagros”. (Mormón 9:19)
Ese pasaje de las Escrituras refleja lo que una familia vivió de manera muy personal tras un accidente automovilístico que pudo haber terminado en tragedia, pero que se convirtió en una manifestación del poder de Dios y de Su sacerdocio en el mundo.
Hace seis años, dos hermanos sufrieron un grave accidente de tránsito. Hunter, uno de ellos, fue quien más resultó afectado: ingresó a cuidados intensivos en estado crítico, en coma inducido, conectado a un ventilador y con un diagnóstico devastador.

Tenía el cráneo fracturado, dos hemorragias cerebrales y parálisis en el lado derecho de su cuerpo. Los médicos hicieron lo posible para estabilizarlo, pero el panorama era incierto. Fue en ese escenario de dolor y preocupación que la familia recurrió a la fe, recordando que el poder de Dios no se había retirado de la tierra.
Mientras Hunter permanecía inconsciente, recibió una bendición del sacerdocio. Para su familia, aquel momento marcó la diferencia, porque creían firmemente que se trataba del mismo poder con el que Jesucristo sanó a los enfermos y resucitó a los muertos, transmitido por medio de Sus discípulos y restaurado nuevamente en la tierra a través del profeta José Smith.
Ese poder, que ha pasado de generación en generación mediante hombres justos, permanece en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Fue con esa autoridad que Hunter fue bendecido en su lecho de hospital.
De la parálisis a la carrera

Contra los pronósticos médicos, apenas una semana y media después del accidente Hunter comenzó a dar sus primeros pasos nuevamente.
Las imágenes de aquellos días muestran a un joven que, aunque aún con visibles limitaciones físicas, luchaba con esfuerzo y fe por volver a caminar. Su proceso de recuperación no fue fácil ni inmediato.
Hubo terapias, lágrimas y momentos de incertidumbre. Sin embargo, cada avance era visto por su familia como una respuesta a la promesa divina de que Dios sigue siendo un Dios de milagros.

El contraste se hizo aún más evidente al ver el presente. Hace solo unos meses, Hunter participó en una carrera de diez millas y no solo la completó, sino que llegó en segundo lugar.
Pasar de un coma y una parálisis parcial a subir al podio de una competencia deportiva es, para su familia, un testimonio viviente del poder de Dios. Su hermano expresó que tanto él como Hunter saben que la razón por la cual hoy disfruta de salud y fuerza no es otra que la intervención divina.

Reconocen que fue gracias a esa bendición de salud, Hunter pudo superar los límites impuestos por la ciencia médica.
Para esta familia, el milagro de Hunter no es un hecho aislado. Es una confirmación de que Dios actúa hoy como lo hizo en la antigüedad, que Su autoridad sigue en la tierra y que quienes lo buscan con fe pueden experimentar Su poder.
El testimonio de Hunter es un recordatorio de que, en medio de las pruebas más duras, Dios no ha cesado de obrar milagros.
Imagen de portada: Facebook, Cameron Merrill
Fuente: Facebook
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