¿Te ha pasado alguna vez que estás leyendo o escuchando el discurso de un líder de la Iglesia, quizás de una conferencia, una entrevista o un libro, y te preguntas: “¿Esta doctrina es oficial?”.

Es una pregunta válida, sincera e importante.

En un mundo lleno de opiniones, necesitamos distinguir entre las enseñanzas de Jesucristo que son eternas e inmutables y la sabiduría personal de buenos hombres y mujeres.

Lo hermoso del evangelio restaurado es que está vivo. Dios no ha dejado de hablarnos y seguirá comunicándose con nosotros según nuestras necesidades. Esto, más que nada, demuestra el amor y la preocupación que tiene por nosotros.

Aunque la revelación continúa, Dios ha establecido un estándar claro para declarar Su doctrina al mundo. No es un proceso misterioso ni secreto; al contrario, es ordenado, claro y diseñado para proteger la pureza de la verdad.

Veamos un poco cómo funciona este proceso.

La voz de un líder vs. la doctrina oficial de la Iglesia de Jesucristo

Templo de Salt Lake City, Utah. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Amamos, honramos y seguimos a nuestros líderes. Dios los llama y ellos hablan con inspiración. Sin embargo, es fundamental entender que no toda palabra dicha por un líder constituye automáticamente la doctrina oficial de la Iglesia.

Son personas sabias que a menudo comparten sus pensamientos, consejos y opiniones para ayudarnos, pero ellos mismos nos enseñan a distinguir entre su opinión personal y la doctrina oficial.

Un recurso útil para los miembros de la Iglesia, el sitio FAIR Latter-day Saints, explica esto claramente:

No toda declaración hecha por un líder de la Iglesia, pasado o presente, constituye necesariamente una doctrina. Una declaración única de un solo líder en una sola ocasión a menudo representa una opinión personal, aunque bien fundada, no está destinada a ser oficialmente vinculante para toda la Iglesia”.

Esto no disminuye el valor de sus consejos; al contrario, nos invita a ser estudiantes más atentos del evangelio. La doctrina oficial es más sólida, permanente, y se establece de una manera que involucra más de una sola voz. Ese cimiento sostiene nuestra fe.

El estándar del Señor: cómo se establece la doctrina

Presidente cumple 100 años
Presidente Russell M. Nelson. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Entonces, ¿cómo se convierte una verdad en parte de ese cimiento?

Este proceso protege a la Iglesia de opiniones personales y garantiza que los líderes enseñen como doctrina oficial únicamente lo que proviene verdaderamente de Dios.

No se trata de un comité que nos dice lo qué es mejor, sino de hombres inspirados que buscan en consejo designio y la voluntad del Señor.

La revelación es el corazón de este proceso. El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó un principio vital que nos ayuda a entender el mandato de los cielos:

“Hoy día, [en la Iglesia], tal como en la antigüedad, el establecer la doctrina de Cristo o el corregir las desviaciones en cuanto a la doctrina es un asunto de revelación divina a aquellos que el Señor inviste con autoridad apostólica”.

Una doctrina que viene de Cristo

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Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Un artículo de la Iglesia titulado Cómo se establece una doctrina explica que dicha revelación proviene de Jesucristo:

“Cuando la revelación es una doctrina para toda la Iglesia, esta se da únicamente a la Primera Presidencia y al Cuórum de los Doce Apóstoles”.

El mismo artículo enseña que la revelación puede venir de varias formas:

  • Por Su propia persona (Moisés 1:1–9; ver también Joseph Smith—Historia 1:15–20)

  • Por Su propia voz (1 Nefi 17:7–8)

  • Por la voz del Espíritu Santo (Hechos 15:5–29)

  • De mensajeros (Doctrina y Convenios 110:11–16)

  • Del Presidente de la Iglesia individualmente: el profeta puede recibir revelación que se vuelve doctrina cuando es sostenida por la unanimidad en la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles (Hechos 10; Declaración Oficial 2)

  • Por profetas actuando en consejo: los discípulos en las Américas oraron para saber cuál debería ser el nombre de la Iglesia, y Cristo respondió: “Por tanto, cualquier cosa que hagáis, la haréis en mi nombre, de modo que daréis mi nombre a la iglesia” (3 Nefi 27:7).

Como muestran estos ejemplos de las Escrituras, la revelación puede llegar de muchas formas, pero cuando se trata de establecer doctrina para toda la Iglesia, el Señor sigue el estándar del consejo. Este patrón de unidad es una salvaguarda divina.

La Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles deliberan juntos, estudian las Escrituras y oran fervientemente. Cuando necesitan declarar, aclarar o reafirmar una verdad doctrinal, actúan en unísono.

Este proceso protege a la Iglesia de opiniones personales y garantiza que los líderes enseñen solo lo que viene realmente de Dios.

Fuentes confiables: dónde encontrar la doctrina de Cristo

Imagen: Pexels

En nuestra búsqueda personal de la verdad, saber dónde buscarla es solo la mitad de la tarea. El Señor ha hecho que Su doctrina esté al alcance de todos los que la buscan con un corazón sincero. Las fuentes más confiables no están ocultas; son públicas y accesibles para todos.

La doctrina oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se encuentra principalmente en:

  • Los libros canónicos: La Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y La Perla de Gran Precio.

  • Declaraciones y proclamas oficiales: Documentos emitidos por la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles, como por ejemplo «La Familia: Una Proclamación al Mundo«.

  • Artículos de Fe: Trece puntos fundamentales que resumen nuestras creencias.

Cuando los profetas y apóstoles vivientes proclaman un principio de manera unánime y lo repiten consistentemente en estas fuentes, podemos tener la certeza de que estamos sobre un cimiento seguro en cuanto a doctrina. Como también nos recuerda el sitio FAIR Latter-day Saints:

«La doctrina es enseñada por los 15 miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce. No se encuentra escondida en un párrafo oscuro de un discurso. Los principios verdaderos se enseñan con frecuencia y por muchos«.

Discerniendo la verdad con corazón y mente

Imagen: Canva

Saber dónde encontrar la doctrina oficial es importante, pero también necesitamos aprender a reconocerla. Este proceso no es solo intelectual; es espiritual.

El Salvador prometió que si nos alimentamos con Sus palabras y preguntamos con fe, el Espíritu Santo nos confirmará la verdad.

Esto significa que nuestra responsabilidad es llevar lo que aprendemos de las fuentes oficiales al Señor en oración y preguntar: “Padre Celestial, ¿esto es verdad? ¿Es Tu voluntad para mí?”. Esta confirmación personal transforma la doctrina de la Iglesia en la doctrina de nuestro corazón.

Al hacer esto, aprendemos a discernir. Comenzamos a sentir la diferencia entre una opinión interesante y una verdad eterna. Sentimos la luz, la paz y el entendimiento que acompañan los verdaderos enseñanzas de Jesucristo.

Finalmente, comprender la doctrina de Cristo es un camino de fe de toda la vida. Seguir este camino requiere paciencia, estudio diligente y, sobre todo, un corazón abierto a la revelación personal.

Al confiar en el patrón que el Señor ha establecido y buscar Su confirmación, nuestro cimiento se volverá firme e inquebrantable, y nuestra fe estará arraigada en la roca de nuestro Redentor.

Fuente: Maisfe.org

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