En momentos de dolor y confusión, muchas veces nos preguntamos qué puede realmente sanar a una comunidad. Hay quienes miran hacia Dios y elevan una oración, y otros buscan soluciones en leyes y políticas públicas. La verdad es que necesitamos de ambos caminos.

Hace algunos años, un vecindario en Utah vivió la tragedia de un tiroteo que marcó profundamente a sus familias. 

En medio del caos, hubo quienes corrieron para salvar niños, quienes abrieron las puertas de sus casas para proteger a desconocidos y, sobre todo, quienes se arrodillaron para pedir fortaleza al Señor. La oración no detuvo la violencia, pero sí dio paz en medio del miedo.

La fuerza que viene de lo alto

Créditos: Scott G Winterton, Deseret News

Cuando ocurren tragedias, algunos minimizan el poder de la oración diciendo que “no es suficiente”. Pero quienes oran saben que conectarnos con Dios nos fortalece desde adentro

No cambia de inmediato las circunstancias, pero cambia el corazón. Nos ayuda a encontrar esperanza, consuelo y dirección cuando todo parece oscuro.

La fe también nos mueve a actuar. En ese vecindario de Utah, después de llorar juntos y buscar consuelo en la oración, las autoridades locales revisaron sus leyes y fortalecieron medidas de protección. 

Eso también trajo un tipo de paz, de ese tipo que hace sentir que algo se estaba haciendo para que tragedias así no volvieran a repetirse.

Orar nos da fortaleza interior y actuar nos ayuda a protegernos desde afuera. Ambas cosas son necesarias y se complementan.

Comunidades que se levantan

Créditos: Scott G Winterton, Deseret News

Quizás lo más inspirador de aquella experiencia fue ver cómo las personas se unieron. Dos días después de la tragedia, vecinos, líderes religiosos y autoridades se reunieron para orar juntos, cada uno desde su propia fe. 

Ese gesto recordó a todos que Dios sigue presente, que conoce nuestras lágrimas y que siempre envía Su paz.

Al salir de esa reunión, la gente se sintió un poco más fuerte y un poco más segura. No porque los problemas hubieran desaparecido, sino porque habían aprendido que la combinación de oración y acción es la que verdaderamente levanta a un pueblo.

Lo que podemos aprender nosotros

Imagen: Canva

Hoy seguimos viendo noticias de violencia en diferentes partes del mundo. Ante ellas, no debemos caer en el falso dilema de elegir entre orar o actuar. 

El Señor espera que hagamos ambas cosas: buscar Su guía en oración y, al mismo tiempo, hacer todo lo que esté en nuestras manos para cuidar y bendecir a los demás.

Esa es la mejor manera de transformar la tristeza en esperanza y de recordar que, aun en medio de la adversidad, Dios no nos deja solos.

Fuente: Deseret 

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