En Anaheim, California, un grupo de Santos de los Últimos Días decidió celebrar de una manera muy especial la construcción del Templo de Yorba Linda. Lo que comenzó como una feria gastronómica multicultural terminó convirtiéndose en una experiencia espiritual que unió a toda la comunidad.
Durante el evento, los miembros del barrio cocinaron platos de distintas culturas, invitaron a vecinos, compartieron música y conversación. Lo que nadie esperaba era que esa reunión terminaría con una sorpresa que simbolizaría el verdadero propósito del día: un enorme pastel en forma del templo.
Cuando la fe se convierte en creatividad

El presidente de estaca, Scott Hicken, invitó a un grupo de hermanas de la Sociedad de Socorro a preparar un pastel para el festival. Su primera idea era sencilla, pero el presidente sintió una impresión distinta:
“Debe ser una réplica del templo.”
Esa inspiración encendió algo especial. Las hermanas aceptaron el reto y comenzaron a trabajar. Con la ayuda del presidente y su esposa, crearon un modelo del templo en cartón para usar como referencia. Después vinieron semanas de planificación, compras e incontables horas de horneado.
El proyecto se volvió una oportunidad para ejercitar la fe, la paciencia y la unidad. Cada paso requería coordinación y oración. En más de una ocasión pensaron que el pastel se arruinaría, pero cada vez que enfrentaban un problema, se detenían a orar y encontraban la respuesta.
Una de las hermanas recordó las palabras de Emma Smith en la primera reunión de la Sociedad de Socorro:
“Vamos a hacer algo extraordinario… Esperamos ocasiones extraordinarias y llamados apremiantes.”
Y eso fue exactamente lo que sucedió.
El resultado de un esfuerzo extraordinario

El día del festival, unas 600 personas se reunieron para compartir y disfrutar de la comida. Hacia el final, el comité del pastel entró al salón cultural con la creación terminada.
Los asistentes estallaron en aplausos mientras se escuchaban los himnos “Me encanta ver el templo” y “Soy un hijo de Dios”, cantados en varios idiomas: español, samoano, tongano e inglés.
El ambiente se llenó de un espíritu de alegría y reverencia. Los niños miraban el pastel con asombro, esperando su turno para probarlo.

Detrás, en la pared, se veían dibujos del templo hechos por los niños de la Primaria, recordando que ese era el verdadero propósito de la noche: ayudar a las familias a sentir amor por la casa del Señor.
“Algunos podrían decir que era solo un pastel. Pero fue un pastel extraordinario.” – Carolina Sio, presidenta de la Sociedad de Socorro y líder del comité.
Más que un pastel

Lo que comenzó como una actividad social se transformó en un recordatorio de lo que podemos lograr cuando trabajamos con propósito espiritual.
Los asistentes sintieron que ese proyecto no solo unió al vecindario, sino que también despertó el deseo de prepararse para la dedicación del templo.
“Creo que muchos, al ver la réplica y sentir el Espíritu, comprendieron que el templo es el lugar donde necesitan estar” – Kelli Price, directora de comunicaciones de estaca.
El pastel del Templo de Yorba Linda se convirtió en algo más que un postre: fue un símbolo del poder de la fe, la colaboración y el amor por el templo.
Porque, al final, cuando ponemos al Señor en el centro de nuestras pequeñas obras, Él puede convertir lo ordinario en algo verdaderamente extraordinario.
Fuente: LDS Living



