Cuando alguien parte de etsa vida, no hay testimonio suficientemente fuerte que evite que duela. Y aunque sabemos con todo nuestro corazón que la muerte no es el final y que gracias al plan de salvación sabemos que los volveremos a ver, eso no hace que la ausencia deje de pesar.

A veces, entre los miembros de la Iglesia, sentimos que no deberíamos llorar, porque “sabemos adónde van”. Pero la verdad es que saber el plan no anula el dolor, solo le da un propósito. El duelo no es una falta de fe. Es una muestra de amor. Lloramos porque amamos. Y ese amor, aunque hoy se exprese en lágrimas, un día volverá a expresarse en abrazos eternos.

La fe no reemplaza el dolor, lo acompaña

perdida de un ser querido
Sentir dolor no nos hace débiles espiritualmente.

Jesucristo mismo lloró ante la muerte de Lázaro. Él, que sabía que lo resucitaría, no escondió su tristeza. El llanto del Salvador nos enseña que sentir dolor no nos hace débiles espiritualmente, sino más parecidos a Él.

Como Santos de los Últimos Días, creemos en la vida eterna, en los convenios, en la resurrección. Pero eso no nos quita el derecho de sentir, de extrañar, de quedarnos en silencio frente a una silla vacía. A veces, el acto más espiritual que podemos hacer es permitirnos llorar y dejar que el Espíritu nos consuele a Su tiempo.

El duelo también es parte del plan

sufrimiento depresión
El dolor forma parte del aprendizaje eterno. Imagen: Florian Gaertner, Getty Image

El plan de salvación no solo explica el destino de nuestros seres queridos, sino también nuestra experiencia aquí. El dolor forma parte de ese aprendizaje eterno. Nos enseña a amar más profundamente, a valorar las promesas, y a volver el corazón a Cristo.

A veces pensamos que el duelo es un obstáculo en nuestro progreso espiritual, pero en realidad es una etapa sagrada de crecimiento. Como enseñó el élder Jeffrey R. Holland:

“No hay desesperación tan profunda ni noche tan oscura que no pueda ser superada con la luz y el amor de Jesucristo.”
(Conferencia General, abril de 1999)

El consuelo del evangelio no llega siempre de inmediato, pero llega. Y cuando llega, no borra los recuerdos, los convierte en testimonio.

Consejos para vivir el duelo con esperanza

mujer tocando su corazón
El dolor no desaparece ignorándolo; se sana aceptándolo. Imagen: Canva

 

 

  1. Permítete sentir. No apresures tu proceso. El dolor no desaparece ignorándolo; se sana aceptándolo.

  2. Busca consuelo en Cristo, no solo en la doctrina. Memorizar el plan de salvación no siempre calma el corazón, pero recordar que el Salvador vivió el dolor del alma humana sí puede hacerlo.

  3. Rodéate de los que te aman. A veces Dios nos abraza a través de otros. Permite que la ayuda llegue, incluso cuando no la pidas.

  4. Haz del recuerdo algo sagrado. Ora, escribe, guarda fotos o cartas. El amor no muere, solo cambia de forma.

  5. Deja espacio para la esperanza. Un día volverás a ver a esa persona. No porque lo digamos en un discurso, sino porque Cristo lo hizo posible.

Ser Santos de los Últimos Días no significa que no suframos, sino que sabemos hacia dónde mirar cuando sufrimos. El duelo no contradice nuestra fe, la profundiza. Porque cuando todo parece silencio, el Espíritu sigue susurrando: “No todo está perdido.”

Si hoy lloras por alguien que ya no está, no lo veas como debilidad, sino como testimonio de que amaste de verdad. Y el amor verdadero, que viene de Dios, no termina en la tumba gracias a nuestro Salvador Jesucristo.

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