Cada año, cuando llega octubre, las calles se llenan de disfraces, luces naranjas y calabazas. Y junto con eso, muchas familias cristianas se enfrentan a una pregunta que parece pequeña, pero que genera bastante debate: ¿está bien dejar que los niños se disfracen en Halloween?
Algunos padres sienten que participar de esta celebración puede dar un mal ejemplo o acercar a sus hijos a algo oscuro. Otros, en cambio, lo ven como una simple tradición cultural, una oportunidad para divertirse y compartir tiempo en familia.
Entre esas dos posturas, muchos se sienten confundidos: no quieren hacer nada que vaya en contra de su fe, pero tampoco quieren que sus hijos se sientan excluidos o juzgados por disfrutar algo tan inocente como ponerse un disfraz.
Los niños entienden más de lo que creemos

A veces pensamos que, por ser pequeños, los niños no comprenden lo que pasa a su alrededor. Pero lo cierto es que ellos perciben más de lo que imaginamos: entienden cuando los padres están tranquilos o temerosos, cuando algo se hace con amor o con culpa.
Por eso, más que enfocarnos en prohibir o satanizar una fecha, podemos usarla para enseñar valores y principios: hablarles de la diferencia entre lo que es fantasía y lo que es real, entre lo que es divertido y lo que no refleja lo que creemos.
La pureza de los niños y nuestro enfoque como adultos

Muchos adultos cargan sobre Halloween interpretaciones oscuras o temores antiguos, pero la mayoría de los niños solo ven colores, dulces y la ilusión de disfrazarse. Ellos no buscan nada malo. No están interesados en lo oculto ni en símbolos negativos; simplemente quieren jugar, reírse y pasar tiempo con sus padres o amigos.
Por eso, más que tener miedo de lo que “representa” Halloween, deberíamos tener cuidado con lo que compartimos con ellos: nuestras palabras, nuestras actitudes y el espíritu con el que vivimos cada experiencia.
Lo importante: el tiempo juntos

Si decides no celebrar Halloween, está bien. Si decides hacerlo, también está bien. Lo esencial no es la fecha, sino el sentido que tú le das. Preparar un disfraz juntos, hacer manualidades, cocinar algo divertido o aprovechar la ocasión para hablar sobre la luz, el bien y la bondad, puede convertir ese momento en una experiencia familiar sana y valiosa.
Al final, no se trata de miedo, sino de intención. De enseñar a los hijos que pueden ser diferentes, que pueden elegir, y que todo lo que se hace con amor y propósito puede edificar.




Bueno ,gracias por dar opciones ,pero creo que como miembros de la iglesia, es desde pequeños que debemos enseñar a nuestros hijos a tener cuidado con esos tipos de disfraces que aparentemente inofensivos pero que quieren dar un mensaje y no es cuestión de miedo, se nos ha enseñado que todo lo que es luz es de Dios y a eso debemos aspirar desde pequeños , antes de poner estas cosas co ml o inofensivas hay que saber de donde viene esa tradición, mejor dicho el contexto, no podemos jugar con fuego con nuestros pequeños ,bueno es mi opinión gracias
Lucy, gracias por compartir tu opinión con tanto respeto. Como padres, todos buscamos lo mejor para nuestros hijos, y es valioso reflexionar sobre el origen de las tradiciones. Gracias por el aporte.
Soy miembro de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días y no estoy de acuerdo con esa celebración, por supuesto que un niño inocente no sabe lo que nosotros como adultos si sabemos y tenemos certeza cuando leemos y nos instruimos en cultura general, no hay que disfrazar las cosas y permitir la entrada de situaciones y elementos mundanos en nuestras vidas de a poquito con la excusa de compartir tiempo juntos como familia pues para eso tenemos el resto del año, además si leen un poco se darán cuenta que en todas las culturas el disfraz y las máscaras siempre hacen alusión a espíritus y a cosas no tan buenas, precisamente su naturaleza es la de ocultar su verdadera identidad o adquirir ciertos atributos o cualidades del disfraz que se utiliza, por ejemplo en algunas culturas como los mismos celtas creadores de las fiestas de Halloween que comprenden 31 oct 01 y 02 Nov. Utilizaban pieles de animales y humanas para disfrazarse cuando iban a la batalla con sus enemigos con el fin de invocar espíritus para que los asistieran y así causar más temor y daño al enemigo al pelear como si estuvieran poseídos. Las cosas del Señor no son tibias, o son o no son. Nada inmundo puede entrar en el reino de los cielos.
Christian, gracias por compartir tu perspectiva. Entendemos tus preocupaciones y apreciamos que lo expreses con sinceridad. Cada familia debe decidir con espíritu de oración lo que es mejor para sus hijos.