A lo largo de la historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Emma Hale Smith, esposa del profeta José Smith, ha sido recordada como una figura profundamente compleja: leal, resistente, herida, y también malinterpretada.
No es extraño que, debido a su relevancia histórica y espiritual, su imagen haya sido objeto de debates, narrativas parciales y, en ocasiones, acusaciones infundadas.
Uno de los ejemplos más difundidos en los últimos años es una supuesta carta publicada en el periódico New York Sun en diciembre de 1845, en la cual Emma aparentemente habría declarado que “nunca creyó en las revelaciones de su esposo”.
Si esta carta fuese auténtica, alteraría drásticamente la comprensión histórica de su fe y su papel en la Restauración. Sin embargo, cuando observamos cuidadosamente los registros históricos, la historia real muestra algo muy distinto.
La carta publicada en 1845

La carta supuestamente escrita por Emma apareció en el New York Sun el 9 de diciembre de 1845. Allí, la autora afirmaba no haber creído en las experiencias espirituales de José, alegando que él sufría de una “mente enferma”.
Estas palabras se difundieron con rapidez y fueron citadas, como hoy ocurre en redes sociales, sin contexto ni verificación.
Sin embargo, la carta original nunca ha sido encontrada, lo que imposibilita cualquier análisis de caligrafía o autenticidad. Lo único que se conserva es el texto impreso en el periódico.
La reacción inmediata de Emma

Lo más revelador es cómo Emma respondió.
Solo 11 días después de la publicación (un tiempo sorprendentemente breve para la época), Emma envió una carta a James Arlington Bennet, cuyo nombre había sido incluido en la supuesta conversación.
En ella expresó:
“Nunca me había sentido tan consternada por una tergiversación como lo estoy ahora con esa carta…
¿Cómo pudo usted creerme capaz de tal traición…?” —Carta de Emma Smith a James Arlington Bennet, 20 de diciembre de 1845.
Bennet hizo pública esta carta en la edición del New York Sun del 25 de enero de 1846, señalando explícitamente que Emma negaba haber escrito la carta original.
Emma también escribió directamente al periódico:
“La carta publicada el martes 9 de diciembre es una falsificación en su totalidad”. —Declaración de Emma Smith, reproducida en Times and Seasons, 1846.
Testimonios posteriores

Años después de la muerte de José, Emma formó parte de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, liderada por su hijo Joseph Smith III.
El periódico de esa iglesia, el Saints’ Herald, reiteró repetidamente:
“La Sra. Smith afirmó con frecuencia que no escribió dicha carta y que era una falsificación”. —Saints’ Herald, 1902.
La archivista Sharalyn Howcroft, del proyecto Joseph Smith Papers, resumió el contexto de manera contundente:
“Cuando José estaba vivo, los periódicos lo denunciaban como un charlatán.
Después de su muerte, esas acusaciones se volvieron contra su viuda”. —Sharalyn Howcroft, Joseph Smith Papers.
¿Quién falsificó la carta?

La teoría predominante entre los historiadores es que James Arlington Bennet estuvo involucrado en la falsificación o la facilitó.
La intención habría sido crear división entre Emma y los líderes del Cuórum de los Doce, así como aumentar su propia visibilidad pública.
Bennet negó la acusación y señaló a “sacerdotes metodistas” como responsables. Sin embargo, la evidencia que lo vincula a él es significativamente más sólida que cualquier alternativa.
El Saints’ Herald lo resumió de esta manera:
“No importa quién la escribiera. Fue un acto ruin”. —Saints’ Herald, 1902.
Una dama elegida

No existe evidencia confiable que respalde que Emma haya declarado que nunca creyó en las revelaciones de José. Lo que sí tenemos son documentos claros donde ella misma desmintió la carta, expresó su dolor por la falsificación y reafirmó su postura.
Emma vivió pérdidas, presiones públicas, conflictos internos y decisiones difíciles. Fue creyente, crítica, protectora y profundamente humana. Su relación con la Restauración no fue sencilla, pero tampoco fue de abandono ni incredulidad. Permaneció unida a su convicción de que José fue un profeta y sostuvo el valor espiritual del Libro de Mormón hasta el final de su vida.
Tal vez la verdadera enseñanza aquí no sea solo qué dijo o no dijo Emma, sino cómo las narrativas pueden distorsionarse cuando la voz auténtica de una persona es ignorada.
Si algo nos invita esta historia es a escuchar directamente a las fuentes, no a los rumores. Emma merece ser recordada con esa honestidad y respeto.
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Yo siempre creere que este es el evangelio restaurada, la unica iglesia verdadera. Digo esto porque si me sorprendio saber que Emma formó parte de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Entonces me pregunto, ¿se salio de la iglesia de jesucristo de los Santos de los Últimos Días? ¿Que paso? ¿como y porque?
Yo pregunto esto porque sea lo que haya pasado mi fe siempre estara en jesucristo
Hola Ubaldo. Emma enfrentó circunstancias difíciles después de la muerte de José, y sus decisiones fueron influenciadas por muchos factores personales y familiares. Aunque no acompañó a los Santos al oeste, su fe y legado siguen siendo parte importante de la historia de la Restauración. Gracias por compartir tu testimonio.