En medio del frío de noviembre, el cielo de Utah se tiñó de colores poco comunes. Tonos de verde, violeta y azul danzaron sobre las montañas, sorprendiendo a quienes miraban al horizonte esa noche.

Lo que parecía un fenómeno de ciencia se convirtió, para muchos, en un recordatorio de lo sagrado que puede ser lo cotidiano.

Un espectáculo poco común

La naturaleza pinta el cielo recordándonos la maravilla de la creación de Dios. Créditos: Carter Williams. Imagen: KSL.com

Las autoridades meteorológicas de Estados Unidos confirmaron que una tormenta geomagnética inusual, de las más fuertes registradas en los últimos años, hizo visibles las auroras boreales en gran parte del país, incluso en lugares donde casi nunca se ven, como Utah.

Este tipo de tormentas, causadas por la actividad solar, pueden afectar la atmósfera terrestre y producir esas luces danzantes que parecen pintar el firmamento. 

Ver cómo estas luces rodean el templo cercano añade un matiz de serenidad y significado a un fenómeno natural, recordándonos que lo divino puede estar presente incluso en lo cotidiano.

Una lección desde el cielo

Incluso los momentos inesperados pueden mostrarnos Su luz y Su presencia. Imagen: churchofjesuschristtemples.org

Las auroras boreales pueden ser impredecibles, pero siempre son el resultado de una interacción perfecta entre fuerzas invisibles. 

Así también ocurre con la fe. No siempre comprendemos lo que está pasando, ni el “por qué” de ciertas tormentas, pero al final, la luz del Señor encuentra la forma de reflejarse en nuestra vida.

Esa noche, las luces no solo danzaron sobre las montañas, sino que también iluminaron el templo cercano, destacando su majestuosidad y creando un escenario que parecía sacado de un sueño. Recordó que incluso los lugares más sagrados pueden reflejar la armonía y la belleza del mundo que nos rodea.

Tal vez ese sea el mensaje detrás de las luces del norte, que incluso en medio del caos, hay belleza; incluso en la oscuridad, hay señales de esperanza y paz.

Un recordatorio para mirar hacia arriba

Aunque sea breve, cada destello nos invita a confiar y elevar nuestra mirada hacia lo eterno. Créditos: Carter Williams. Imagen: KSL.com

El espectáculo de las auroras en Utah fue breve, pero dejó una huella profunda. Quizás no todos lo vieron, pero sintieron la invitación silenciosa del cielo a elevar la mirada, a notar cómo el templo se integra en el paisaje y a recordar que la luz, tarde o temprano, siempre regresa.

Porque, al final, los cielos no se abren solo para mostrar maravillas, sino para recordarnos que aún en este mundo cambiante, hay algo eterno que sigue brillando sobre nosotros, y que los lugares sagrados, como el templo, nos conectan con esa luz.

Video relacionado

También te puede interesar