Muchas veces si eres joven adulto en la Iglesia, hay un momento en el que de repente, toda la gente que conoces está construyendo una vida de a dos, mientras tal vez sigues soltero. Es normal sentir esa presión, esa pregunta incómoda: 

«¿Me estaré quedando atrás en el plan de Dios?»

Si esa pregunta te ha robado el sueño alguna vez, no estás solo. Este sentimiento es universal, pero la fe nos da una perspectiva completamente diferente.

El cronómetro divino no funciona con WiFi

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La etapa de soltería también forma parte del plan amoroso de Dios y está llena de propósito y crecimiento.  Imagen: Freepick

La primera verdad que tenemos que aterrizar es que el progreso espiritual no se mide con el estado civil. La felicidad no está atada a un anillo ni a una fecha específica en el calendario.

Tendemos a ver la vida como una lista de pendientes que tiene al bautismo, misión, carrera, templo, matrimonio, hijos, etc.

Si saltamos un paso, sentimos que el Plan está fallando. Pero el Plan de Salvación es vasto, personal y muchísimo más creativo de lo que parece.

Tu vida no está «en pausa» esperando a la persona correcta. Es más bien una etapa intensiva de formación. Este tiempo es una oportunidad única para invertir en ti y en tu relación con Dios. Tu enfoque principal no debe ser el cuándo sino el quién te estás convirtiendo. 

El Señor tiene un tiempo perfecto, no solo para encontrarte con otra persona, sino para que estés listo para ese encuentro, sin la ansiedad de haber vivido «a medias» hasta entonces.

El pacto más importante no es matrimonial

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Este tiempo ofrece oportunidades únicas para servir, crecer y definir quiénes somos ante Dios. Imagen: Canva

En la Iglesia, hablamos mucho sobre el matrimonio. Es esencial, sí. Pero antes del pacto matrimonial, existe el pacto de la Exaltación. ¿Y cuál es la relación central para alcanzarla? Tu relación con Jesucristo.

A veces, la presión social nos hace creer que el cónyuge es la pieza faltante para completar el rompecabezas. Pero la única pieza que nos completa, que nos sana y nos eleva, es el Salvador.

Cuando sientes ese vacío o esa soledad, redirige la energía. El Señor nos prometió que, si somos fieles a nuestros convenios, ninguna bendición será retenida para siempre

La fidelidad a los mandamientos y la obediencia en el templo son la mayor prueba de confianza en el carácter de Dios y en Su promesa de vida eterna. Él no es un Dios que nos juegue una mala pasada ni que olvide lo que anhela nuestro corazón.

La soltería no es una maldición, es una oportunidad extendida para descubrir la anchura, la longitud y la profundidad del Amor de Cristo. Es el momento de sentar bases espirituales tan firmes que nada, ni la espera, ni la desilusión, ni la presión, las pueda mover.

Liderazgo, servicio y definición propia

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Este tiempo ofrece oportunidades únicas para servir, crecer y definir quiénes somos ante Dios. Imagen: Canva

¿Qué estás haciendo con este tiempo de autonomía? La soltería te permite tener una flexibilidad de servicio que a menudo se reduce con las responsabilidades familiares. Puedes:

  • Servir donde nadie más puede: Viajar para ayudar en un desastre, dedicar tiempo completo a un llamamiento complejo, o ser el apoyo constante de tu familia.
  • Definir tu identidad: Eres un(a) líder, un(a) siervo(a) y un(a) hijo(a) de Dios. Tu rol no es simplemente «futuro(a) esposo(a)».

Deja de lado la idea de que necesitas encontrar a alguien para empezar a vivir. ¡La vida está pasando ahora! Usa tu energía, tus talentos y tu tiempo para magnificar tus llamamientos y para ser la luz que otros necesitan mientras esperan su propio milagro.

Tu valor en el Plan de Salvación no se define por las cifras de la estaca, sino por el nivel de fe que tienes en el Padre Celestial y en Su Hijo. Sé paciente contigo mismo, sé valiente en tu servicio y, sobre todo, ten la certeza de que tu senda es sagrada y está siendo guiada por una mano infinitamente amorosa.

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