Una de las historias de Navidad más recordadas es la de los reyes magos, quienes viajaron varios kilómetros guiados por una estrella solo para conocer al niño Jesús. 

La historia relata que en señal de humildad, le entregaron 3 ofrendas: oro, incienso y mirra. Aunque han pasado siglos de aquel suceso, todos sentimos ese mismo deseo de hallar al Salvador para ofrendarle algo con amor.

Puede que no tengamos ningún mineral precioso, pero hoy, el regalo que Él desea es algo más profundo que lo material y que sí podemos ofrecer. Esta Navidad, tú también puedes ser uno de los reyes magos.

Oro: lo más valioso que posees

Para Cristo, el verdadero oro es nuestra voluntad y disposición a venir a Él. Imagen: Unsplash

Cuando piensas en “oro”, puede que imagines riqueza, brillo y abundancia. Pero Jesús nunca pidió eso para Él. Para él, el verdadero oro es nuestra voluntad y disposición a venir a Él.

“Y me ofreceréis como sacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito.” (3 Nefi 9:20)

Esa voluntad de cambiar y el deseo íntimo de mejorar aunque sientas que a veces fracases es lo que Él desea de ti. Tal vez este año tu ofrenda sea:

  • Perdonar a alguien con quien llevas años en rencor.
  • Dejar un hábito que debilita tu fe
  • O simplemente decir: “Señor, ayúdame a ser un poco mejor”.

Incienso: Tu adoración en primer lugar

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El incienso era un simbolismo de adoración y la oración es una de las mayores muestras de adoración. Imagen: Getty Images

En la antigüedad, el incienso era un simbolismo de adoración. Tal como enseñó el rey David:

“Sea puesta mi oración delante de ti como el incienso, el alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde.”

Ese simbolismo no se ha desvanecido. Hoy, tu incienso puede ser la adoración que le rindes, incluso desde la imperfección.

Cada oración antes de dormir, cada himno que entonas y cada momento en que le agradeces de corazón es un incienso prendido que ofreces a Cristo.

Todo lo que hacemos para Dios es mínimo comparado con lo que Él ya ha hecho por nosotros. Pero aun así, Él recibe nuestra ofrenda con amor. Así que no importa cuán débil sea tu adoración. Si es sincera, es suficiente.

Mirra: Lo que nace del dolor

Esta Navidad, tu mirra puede ser la ofrenda de un dolor que Cristo puede sanar. Imagen: Canva

Antiguamente, la mirra era un perfume que se usaba para embalsamar los cuerpos muertos en una ceremonia funeraria. Bajo ese contexto, es un símbolo de dolor.

Esta Navidad, tu mirra puede ser la ofrenda del dolor de una pérdida, una decepción o una herida que aún no sana. Lo más hermoso es que Cristo no rechaza nuestro dolor, sino que lo recibe para transformarlo.

“Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.” (Salmo 147:3)

Gracias a Su expiación, Él entiende tu historia mejor que nadie. Así que no temas incluir tu mirra como ofrenda navideña porque tu dolor, entregado a Cristo, se puede convertir en un regalo sagrado.

Entonces, ¿qué le regalarás al Señor esta Navidad? Recuerda que tu ofrenda es única porque solo tú puedes entregarle algo que nadie más tiene: tu fe.

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El regalo más valioso que podemos dar a quienes amamos es nuestro tiempo y atención. Feliz navidad les desea el equipo de masfe.org #Navidad #masfe #sud #familia #iluminaelmundo

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