En la historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días solemos escuchar mucho sobre José Smith y sobre Brigham Young.
Sin embargo, existe una figura fundamental, tan importante que las revelaciones modernas le colocaron al mismo nivel de autoridad que José, y cuyo legado marcó a generaciones de líderes proféticos: Hyrum Smith, hermano mayor del Profeta.
Curiosamente, su influencia fue tan profunda que su hijo, Joseph F. Smith, y su nieto, Joseph Fielding Smith, se convirtieron en presidentes de la Iglesia años después.
Hyrum fue, literalmente, cimiento espiritual y patriarcal de la Restauración.
Un hermano que eligió creer

Hyrum nació el 9 de febrero de 1800, cinco años antes que José. Cuando el joven José regresó de la arboleda en 1820 afirmando haber visto al Padre y al Hijo (José Smith—Historia 1:16–17), la reacción más común habría sido la duda. Pero Hyrum eligió creerle a su hermano.
Desde el inicio fue testigo de la persecución. Lucy Mack Smith relata el intento de asesinato contra José cuando aún era un adolescente, describiendo cómo una bala fue disparada directamente hacia él («History of the Prophet Joseph by His Mother», cap. 18).
Hyrum no había visto una visión. Pero había visto a José. Y eso le bastó para permanecer a su lado.
La responsabilidad familiar y la llegada de las planchas

En 1823, cuando José recibió las visitas de Moroni, la tragedia golpeó a los Smith: Alvin, el hermano mayor, falleció a los 25 años. Antes de morir, le entregó su responsabilidad a Hyrum:
“Ahora quiero que tú… termines de construir la casa y que cuides de nuestros padres en su vejez…”
(Lucy Mack Smith, History, cap. 19)
Poco después, la obtención de las planchas (1827) trajo más presión social e intentos de robo. Aun así, Hyrum nunca se movió de su lugar junto a José.
En 1829, su fe fue confirmada para siempre: fue uno de los Ocho Testigos del Libro de Mormón. Su testimonio impreso declara:
“Hemos visto las planchas y las hemos palpado con nuestras manos”. (Testimonio de los Ocho Testigos, Libro de Mormón)
Desde ese momento, entregó su vida a la obra, incluso cuando otros titubearon.
Liderazgo y sacrificio por la Iglesia

Hyrum presidió la primera rama en Colesville (1830), ayudó a fundar la Escuela de los Profetas en Kirtland y supervisó la construcción del templo. También marchó con el Campo de Sion en 1834 y, aunque la misión no tuvo el resultado esperado, su lealtad nunca flaqueó.
La persecución en Misuri lo llevó a la cárcel de Liberty junto a José (1838–1839), donde soportaron hambre, veneno y condiciones inhumanas. De acuerdo con los registros, Hyrum incluso sufrió episodios de shock físico.
Aun así, salió más fuerte.
“Profeta, vidente y revelador”: la doble presidencia

Quizás la parte menos conocida y más impactante de su historia ocurre en 1841.
Tras el fallecimiento de Oliver Cowdery, el Señor declaró en revelación que Hyrum debía recibir todas las llaves, bendiciones y dones del sacerdocio que Oliver había tenido. Y no solo eso:
“Lo nombro profeta, vidente y revelador de mi iglesia, así como a mi siervo José… será coronado con igual bendición…”
(Doctrina y Convenios 124:94–95)
Hyrum fue oficialmente designado por Dios como copresidente de la Iglesia. Dos hombres, con la misma autoridad, gobernando juntos.
Este hecho no se ha repetido nunca en la historia moderna de la Iglesia.
Dios mismo testificó de su carácter:
“Bendito es mi siervo Hyrum Smith… porque yo, el Señor, lo amo a causa de la integridad de su corazón…”
(Doctrina y Convenios 124:15)
Hasta el último aliento

Cuando se ordenó que José se presentara en Carthage en junio de 1844, Hyrum no tenía obligación legal de acompañarlo. Pero lo hizo. No iba a permitir que José enfrentara el peligro solo.
El 27 de junio de 1844, durante el martirio, Hyrum cayó primero. John Taylor relató:
“José se inclinó hacia él y exclamó: ‘¡Oh, querido hermano Hyrum!’”
(History of the Church, vol. 6, pág. 618)
Selló su testimonio con sangre, como su hermano profeta. Y aunque su vida terminó antes de ver la Iglesia prosperar, su legado continuó desde la Primera Presidencia… y desde su propia familia.

Hyrum no buscó protagonismo. No reclamó títulos. Solo se mantuvo firme y fiel, y por esa razón se convirtió, literalmente, en un pilar profético de la Restauración.
Su vida nos enseña que quien sostiene la obra con rectitud y lealtad también hace historia, aun si permanece detrás del telón.
Si quieres conocer más detalles sobre su papel profético, la doble presidencia y su impacto en la Iglesia hasta hoy, te invitamos a ver el video completo. Te sorprenderá cuánto dejó Hyrum sin ser mencionado en los manuales.



