Pregunta

Nací en una familia amorosa de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Fui criada en la Iglesia y fui activa hasta mi adolescencia. En la secundaria perdí mi testimonio y, cuando me fui a la universidad, decidí dejar de asistir. Salí con hombres que no eran Santos de los Últimos Días y hace casi 37 años me casé con mi esposo.

Cuando él conoció más sobre la Iglesia, no reaccionó bien, pero como yo estaba inactiva, en ese momento no parecía importar. Con el tiempo llegaron nuestros hijos y sentí el deseo de que fueran bendecidos. Mi esposo aceptó con dificultad y mi padre los bendijo, pero mi vida espiritual no cambió mucho.

Siempre he creído que la Iglesia es verdadera, pero no he sido constante, sobre todo porque mi esposo tiene sentimientos muy negativos hacia la Iglesia y no quería que nuestros hijos fueran miembros. Cada vez que hablábamos de que yo asistiera, él se mostraba incómodo.

Templo de Belém, Brasil. Créditos: Scott G Winterton, Deseret News

En mis cuarenta intenté volver a la Iglesia y tuve un llamamiento en la Sociedad de Socorro durante un año. Sin embargo, las discusiones y la tristeza aumentaron, y él llegó a decir que si continuaba después de que nuestro hijo menor terminara la secundaria, tendríamos que divorciarnos. Sé que lo decía en serio y eso me devastó.

Hoy sigo yendo a la Iglesia cuando puedo, leo las Escrituras, oro y hago lo mejor que puedo. Amo a mi esposo. Ha sido un gran esposo, padre y abuelo. Cree en Dios y ama a las personas. Oro todos los días para que su corazón se ablande con respecto a la Iglesia.

Mi pregunta es: si mi esposo nunca se une a la Iglesia y nuestro matrimonio no llega a ser eterno, ¿qué puedo esperar para mi familia en las eternidades?

Respuesta

familia; familia en el templo
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Es comprensible que esta pregunta te acompañe, especialmente cuando amas profundamente a tu familia y deseas un futuro eterno con ellos. Cuando las creencias dentro de un hogar no son las mismas, la incertidumbre puede sentirse como una carga pesada. 

Sin embargo, es importante recordar que la vida espiritual no es una carrera ni un camino idéntico para todos. Así como tú has tenido un proceso largo, lleno de pausas y regresos, tu esposo y tus hijos también están recorriendo su propio camino con Dios. Ese proceso no comenzó en esta vida ni termina al cruzar la muerte.

También vale la pena considerar la experiencia de tu esposo. Cuando se conocieron y formaron una familia, tu fe no ocupaba un lugar central en tu vida. 

familia leyendo en una tablet
Imagen: Canva

Para él, tu acercamiento posterior a la Iglesia pudo sentirse desconcertante o amenazante, no necesariamente por falta de amor, sino porque percibía un cambio en la vida que ambos habían construido. Comprender esto no invalida tu dolor, pero sí permite mirar la situación con mayor compasión hacia ambos lados.

Aun así, lo que han logrado juntos es significativo. Construir un matrimonio sólido durante casi cuatro décadas dentro de una familia de fe mixta requiere respeto, paciencia y amor auténtico. Esas cualidades no son menores ni temporales. 

La doctrina enseña que los convenios del templo son esenciales, pero también que la forma en que vivimos, amamos y tratamos a nuestra familia tiene un peso eterno. Un hogar donde hay compromiso, bondad y cuidado mutuo ya refleja principios celestiales, incluso cuando no todas las ordenanzas se han realizado en esta vida.

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Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Aunque hoy no cuentes con el sellamiento, sí cuentas con muchos de los elementos que lo hacen significativo: una familia unida, un esposo bondadoso y un ambiente donde existe responsabilidad y amor. Hay más en marcha de lo que podemos comprender ahora. El plan de Dios es más amplio que las circunstancias actuales y no se limita al tiempo mortal.

El élder Robert D. Hales lo expresó de esta manera en una Conferencia General de octubre de 1996:

Según se nos enseña en ese pasaje de las Escrituras, no existen lazos eternos sólo como resultado de los convenios de sellamiento que hacemos en el templo. Lo que seremos en las eternidades lo determinará la conducta que llevemos en esta vida.

A fin de recibir las bendiciones del sellamiento que nuestro Padre Celestial nos ha dado, debemos obedecer los mandamientos y comportarnos de tal forma que nuestra familia quiera estar con nosotros en la eternidad.

Las relaciones familiares que tengamos en esta tierra son importantes, pero su importancia es mucho mas grande en relación con el efecto que tengan en las generaciones futuras de nuestra familia, tanto en la vida terrenal como en toda la eternidad.

matrimonio
Imagen: Canva

La historia de Omni, en el Libro de Mormón, nos recuerda que incluso quienes no viven plenamente el evangelio pueden bendecir a otros de formas duraderas.

Aunque él mismo reconoció sus limitaciones, protegió lo sagrado y lo transmitió a la siguiente generación. De manera similar, tu esposo está contribuyendo a la edificación de una familia llena de amor y estabilidad, aun sin compartir tu fe. Eso también tiene valor eterno.

Sigue fortaleciendo tu relación personal con tu Salvador y con tu Padre Celestial. Esa fe vivida con mansedumbre, paciencia y amor sincero no solo te sostiene a ti, sino que bendice tu matrimonio y tu hogar. La historia de tu familia aún no ha terminado. Ni la tuya, ni la de tu esposo, ni la de tus hijos. El viaje continúa, y la esperanza sigue teniendo un lugar.

Fuente: Meridian Magazine

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