Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días consideran a José Smith como un profeta de Dios, semejante, en función y llamamiento, a personajes de la Biblia como Moisés, Abraham o Pedro.
Como ocurre con otros profetas a lo largo de la historia religiosa, José no solo enseñó principios doctrinales, sino que también compartió revelaciones y profecías que, con el paso del tiempo, han generado tanto asombro como debate.
Algunas de estas profecías son citadas con frecuencia por su aparente cumplimiento histórico; otras, en cambio, suelen ser señaladas por críticos como confusas o problemáticas.
Comprenderlas requiere algo más que una lectura superficial: exige contexto histórico, sensibilidad teológica y una comprensión más amplia de cómo funciona la profecía en la tradición judeocristiana.
Este artículo no pretende agotar el tema, sino ofrecer algunas claves que ayuden a leer estas declaraciones con mayor profundidad.
Cuando la historia parece responder a la profecía

Uno de los ejemplos más conocidos se encuentra en Doctrina y Convenios 87, una revelación registrada en 1832 que describe una futura guerra que comenzaría en Carolina del Sur y dividiría a los estados del Norte y del Sur.
Décadas después, en 1861, el conflicto que hoy conocemos como la Guerra Civil estadounidense se inició precisamente en Fort Sumter, Carolina del Sur.
El texto también menciona conflictos más amplios entre naciones, lo que ha llevado a algunos lectores a preguntarse si la revelación podría extenderse más allá de un solo evento histórico.
Sea cual sea la interpretación, el pasaje invita a reflexionar sobre la relación entre advertencia profética y procesos históricos complejos (Doctrina y Convenios 87:1–4).

Otro episodio menos conocido, pero documentado en fuentes contemporáneas, tiene que ver con una predicción hecha por José Smith sobre un fenómeno celestial. Según registros históricos, José declaró que dentro de cuarenta días “las estrellas caerían del cielo”.
Treinta y nueve noches después, en noviembre de 1833, ocurrió la intensa lluvia de meteoros Leónidas, un evento que fue ampliamente registrado por observadores de la época y que marcó profundamente a quienes lo presenciaron.
También se conserva el relato de una profecía personal pronunciada poco antes del martirio de José Smith en Carthage, Illinois.
Según el testimonio histórico, José aseguró que Willard Richards saldría ileso del ataque, mientras otros a su alrededor caerían. Richards estuvo presente cuando José y Hyrum Smith fueron asesinados y, a diferencia de John Taylor, quien resultó gravemente herido, salió sin una sola herida (History of the Church, vol. 6, pp. 619–620).
Cuando la profecía requiere una lectura más cuidadosa

No todas las declaraciones proféticas de José Smith son tan directas o fáciles de interpretar. Un ejemplo frecuentemente citado se encuentra en Doctrina y Convenios 84, donde se habla de la construcción de un templo en Misuri “en esta generación” (Doctrina y Convenios 84:4–5).
Dado que dicho templo no se edificó durante la vida de esa generación inicial, la pregunta surge de manera natural: ¿qué ocurrió?
Situaciones como esta no son exclusivas del mormonismo. En Mateo 24, Jesucristo enumera señales asociadas con la Segunda Venida y declara:
“No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”. (Mateo 24:34)

A lo largo de la historia cristiana, este versículo ha sido interpretado de múltiples maneras, precisamente porque el lenguaje profético no siempre se ajusta a categorías cronológicas estrictas.
En las escrituras, términos como “generación”, “día” o “pronto” pueden tener significados más amplios o simbólicos. En otros casos, una declaración puede funcionar más como un mandamiento que como una predicción absoluta.
El propio libro de Doctrina y Convenios sugiere que ciertas promesas estaban ligadas a la obediencia del pueblo, y que su cumplimiento podía verse afectado por las decisiones humanas (Doctrina y Convenios 105:2–6).
Profecía, condición y albedrío humano

Otro principio clave para comprender la profecía es su carácter, a menudo, condicional. El Antiguo Testamento ofrece un ejemplo claro en la historia del profeta Jonás, quien anunció sin matices que Nínive sería destruida en cuarenta días. Sin embargo, la ciudad se arrepintió y el castigo no llegó (Jonás 3:4–10).
El profeta Jeremías explicó este principio de manera explícita: Dios puede anunciar destrucción o bendición, pero el comportamiento humano puede alterar el resultado (Jeremías 18:7–10).
Desde esta perspectiva, el hecho de que una profecía no se cumpla de la forma esperada no necesariamente invalida al profeta, sino que revela la interacción constante entre revelación divina y albedrío humano.
Las profecías de José Smith, tanto las impresionantes como las complejas, forman parte de un cuerpo más amplio de revelación que invita al estudio, la reflexión y el diálogo honesto. Este artículo apenas roza la superficie de un tema que ha sido analizado por historiadores, teólogos y creyentes durante generaciones.
Explorar estas profecías con cuidado no significa evitar las preguntas difíciles, sino abordarlas con herramientas más sólidas y una mirada más amplia. Para quienes deseen profundizar más en ejemplos específicos, tensiones históricas y marcos interpretativos, el video que acompaña este artículo desarrolla estos puntos con mayor detalle.
Fuente: Saints Unscripted



