Al estudiar esta lección de Escuela Dominical comprendamos que el objetivo es comprender cómo hacer que todas las experiencias obren juntamente para su bien y fortalecer nuestra promesa de obedecer las normas del Señor en cuanto a la moralidad sexual.
José es vendido como esclavo por sus hermanos
Jacob contrae matrimonio con Lea y con Raquel, las hijas de Labán, hermano de su madre, y también se casa con las siervas de ellas, Zilpa y Bilha. Las esposas de Jacob le dan doce hijos, que son el origen de las doce tribus de Israel (el Señor le cambió el nombre a Jacob por el de Israel; véase Génesis 32:28). El undécimo hijo de Jacob es José; por ser el hijo mayor de Jacob y Raquel, José recibe la primogenitura cuando Rubén, el hijo mayor de Jacob y Lea, la pierde por ser indigno.
Los hermanos de José tenían mucha envidia de él al grado que lo vendieron como esclavo. ¿De qué manera podemos sentir celos u otros sentimientos por nuestros hermanos que llegamos a hacer cosas incorrectas contra ellos?
José se niega a pecar contra a Dios
Las Escrituras recalcan que, mientras José se encontraba en la cárcel, el Señor estaba con él (Génesis 39:21–23). Esto revela que José siguió teniendo fe en lugar de inquirir o culpar a Dios por haber sido encarcelado como consecuencia de su virtud. De José, ¿qué aprendemos acerca del hacer que las malas experiencias y circunstancias se conviertan en buenas.
El élder Hartman Rector Jr., explicó: “La habilidad de transformar todo para bien parece ser una característica divina, pues nuestro Padre Celestial siempre lo hace. Todo, no obstante cuán lamentablemente sea, llega a ser una victoria para el Señor. José, a pesar de ser esclavo y de que no merecía en absoluto esta suerte, siempre permaneció fiel al Señor, continuó viviendo los mandamientos y sacando algo muy bueno de sus degradantes circunstancias. Las personas de este tipo no pueden ser derrotadas”.
Con la ayuda del Señor, todas las experiencias por las que pasemos y las circunstancias que enfrentemos obrarán juntas para nuestro bien. También recordemos de lo valioso que es permanecer moralmente puros, tanto de pensamiento como de obra. Evaluemos las películas, las revistas y los demás medios de difusión, comunicación y prensa, y a ver, a leer y a escuchar sólo lo que esté de acuerdo con las normas del Señor referentes a la moralidad sexual.