Los comentarios en clase, los discursos, los llamamientos, las reuniones, las fiestas de barrio, los bailes y actividades… cuando combinan todo eso, puede comenzarse a parecer una pesadilla demasiado abrumadora para un introvertido.
No me malinterpretes, los introvertidos disfrutamos estar cerca de personas (bueno, la mayoría del tiempo) y La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ofrece muchas oportunidades increíbles para que podamos conocer e interactuar con las personas que nos rodean.
Pero, como en muchos lugares de hoy, a veces puede llegarse a sentir como si estuviéramos en un lugar sólo para extrovertidos, lo que puede llegar a ser agotador.
También te puede interesar: “3 cosas que los adolescentes Santos de los Últimos Días quieren que sus padres sepan”
Como alguien que creció prefiriendo los libros que las fiestas y que constantemente tenía maestros que me impulsaban a participar, a menudo me sentía fuera de lugar. A veces me preguntaba qué estaba mal conmigo.
No hay nada malo contigo
Susan Cain, autora de “Quiet”, señala, en una de sus charlas, que ser introvertido no significa necesariamente que seas tímido o que tengas ansiedad social. Sólo significa que prefieres menos estimulación que los extrovertidos. Personalmente, me gusta pensar en ello como una “batería social” y la batería social de un introvertido por lo general se agota más rápido que la de un extrovertido.
También puede ser que seas un poco más reservado y menos propenso a hablar en grupos grandes. Y esto es a menudo porque están conformen sólo con observar a otras personas que aman el centro de atención mucho más que tú. ¿Y qué recarga tu batería? Lo adivinaste. Tiempo a solas.
Susan Caín afirma que tanto un tercio hasta la mitad de la población son introvertidos. No estás tan solo en esto como te imaginas.
Aquí hay algunas formas que he encontrado para “sobrevivir” en una Iglesia extrovertida manteniéndonos fieles a nuestro yo introvertido:
1. Estudiar y prepararse antes de asistir a la Iglesia
Aunque este es un gran consejo para todos, creo que es especialmente útil para los introvertidos como yo.
En la Escuela Dominical y en la Sociedad de Socorro, a veces me pasa que para cuando formulo mis pensamientos y me armo de valor para expresarlos, entre todos los que compiten por compartir su opinión, ya hemos pasado a otro tema.
Por lo que, si eres como yo, considera probar lo que uno de mis profesores de la universidad llamó un “período de dos minutos para escribir”. Al comienzo de la clase, nos pedía que escribiéramos rápidamente lo que recordábamos de las lecturas asignadas. Después de eso empezábamos el debate en clase. Esto siempre me ayudó a tener una participación más segura en la clase.
Trata de escribir tus pensamientos después de (o incluso durante) tus sesiones personales de estudio del Evangelio. ¿Qué te llamó la atención? ¿Por qué? ¿Cuáles son tus respuestas a las preguntas en “Ven, sígueme. Para uso individual y familiar”? ¿Qué preguntas tienes? No necesitas ser preguntas elaboradas. Cuando estés listo, lleva esos pensamientos escritos a la Iglesia.
No puedes anticipar todas las preguntas o temas de discusión (ni deberías hacerlo), pero a menudo encuentro que ese es el pequeño impulso que me hace participar de la clase.
2. Aprovecha las interacciones más pequeñas
Personalmente, encuentro que interactuar con grupos más pequeños de personas es menos agotador. Y una vez que conoces a las personas de manera individual, el participar en las actividades de grupos grandes se vuelve mucho más fácil.
Si aprecias los comentarios o el discurso de alguien en la Iglesia, acércate después de la reunión y hazles saber. De manera similar, si tuviste un pensamiento o pregunta que no pudiste plantear durante la clase, exprésaselo después al maestro o un amigo.
El esfuerzo de ministración individual también es una excelente manera de socializar a una escala más pequeña. Lleva a los que ministres a tomar un helado. Invita a unas pocas personas a una noche de cine. A pesar de lo que algunos piensan, no siempre tienes que ir a grandes actividades para socializar.
3. Encuentra una forma de contribuir usando tus habilidades
Tal vez puedes tocar una hermosa versión de “Grande eres Tú” en el violín y estés dispuesto a tocarla en la reunión sacramental. Tal vez eres un genio en diseño gráfico y puedes ayudar con los folletos para los eventos del barrio. Tal vez te hayan dicho que cocinas muy rico y podrías llevarlo a una actividad.
Hay muchas maneras de contribuir en tu barrio, además de hablar y enseñar. Haz una lista de tus increíbles dones y talentos, y ofrécete como voluntario para dar ellos cuando se te presente la oportunidad. (Esto también es una excelente manera para que las personas te conozcan sin que se den cuenta).
4. Honra los límites de tu “batería social”
A veces salir y socializar se siente increíble para los introvertidos. Muchas veces he estado agradecida con amigas y compañeras de cuarto por haberme llevado a ciertas actividades y fiestas. Todos nosotros debemos salir de nuestras zonas de confort y buscar el crecimiento personal.
Una cita de la hermana Sharon Eubank y de la hermana Reyna Aburto que realmente aprecio es que “hacerlo mejor no siempre significa hacer cosas de más”. Pero en este caso creo que cambiaría esa afirmación por “Ser social en un rango aceptable no siempre significa hacer más de lo que podamos.”
No sientas que tienes que “curar” tu introversión e ir a absolutamente todas las actividades.
¿Te divertiste en la fiesta del barrio pero ahora te sientes cansado y listo para irte a casa? Entonces ve a casa. ¿Ya ha tenido una semana agotadora y prefieres quedarte en casa y leer un libro esta noche? Quédate en casa. Sólo asegúrate de darle prioridad a las reuniones dominicales de la Iglesia.
5. Tus ideas son valoradas
Como dije antes, la introversión es diferente a la timidez o a la ansiedad social. Pero, el que te critiquen y te hagan sentir que algo está mal contigo debido a tu naturaleza introvertida puede llevarte a sentimientos de insuficiencia y temor al juicio de los demás.
Desafortunadamente, la cruda verdad es que no a todos les vamos a caer bien o lo que vamos a decir. Como una escritora en Internet, he aprendido esta lección muchas veces (de hecho, estoy seguro de que a algunas personas no les gustará ni estarán de acuerdo con este artículo por el motivo que sea).
Sin embargo, tu voz es necesaria y valorada. Como dijo una vez la hermana Bonnie L. Oscarson, “en verdad nos necesitamos mutuamente” y “tenemos mucho que aprender el uno del otro”. Es probable que al menos otra persona en el barrio se beneficie de tus comentarios.
¡Compañeros introvertidos! ¿Cuáles son tus pensamientos? ¿Qué es lo que haces cuando te encuentras en espacios extrovertidos? Háznoslo saber en los comentarios.
Este artículo fue escrito originalmente por Morgan Wykstra y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “An Introvert’s Guide to Surviving in an Extroverted Church”