Un problema con la computadora me hizo darme cuenta de cómo nos cambia el Salvador

Compré una computadora nueva y costosa con la finalidad de ejecutar un programa especializado para editar largometrajes. Comencé un proyecto nuevo y todo parecía genial. Luego, abrí un proyecto que transferí de mi antigua computadora y todas las imágenes, todas las caras de las personas ¡estaban azules! ¿Qué sucedió?

Llamé al soporte técnico. Me guiaron por los menús hasta una caja en la que me dijeron que hiciera clic. Inmediatamente, todos los colores se mostraron correctamente. No había más personas azules. El sistema de gestión del color en mi antigua computadora funcionaba de manera diferente. Ese simple clic recalibró la configuración del color del proyecto anterior para que la computadora procesara los datos del color correctamente a fin de mostrar los colores reales. Eso cambió todo.

El Salvador desea que sepamos que podemos elegir cómo reaccionar a la palabra de Dios. Él identificó cuatro opciones principales y los resultados naturales de cada opción. Él expresó esto al comparar la palabra de Dios con una semilla.

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Un sembrador arroja semillas en cuatro tipos de suelo. Cada tipo de suelo produce cierta consecuencia para esas semillas. Las semillas que caen junto al camino son pisadas y comidas por las aves. Las semillas que caen entre pedregales brotan. Pero, luego, se marchitan y mueren. Las semillas que caen entre espinos se ahogan. Pero, las semillas que caen en tierra fértil crecen, brotan y producen una cosecha abundante.

Las enseñanzas de nuestro Salvador recalibran nuestro pensamiento. Cambian cómo procesamos nuestras decisiones y determinamos nuestras acciones. Vemos, sentimos y escuchamos de manera diferente. Comprendemos las acciones en la historia y los resultados que producen. Esto recalibra en nuestras mentes y corazones lo que la palabra de Dios significa verdaderamente para nosotros.

Las acciones producen consecuencias específicas. Escogemos el tipo de suelo en el que queremos estar cuando la palabra de Dios se siembra en nosotros. Al saber esto, podemos decidir convertirnos en un terreno fértil y receptivo para abrazar Su palabra y los dones que siguen.

El Salvador usó parábolas para hacer que los conceptos fueran más claros, significativos  y prácticos. Cuando abrimos nuestros ojos y corazones, una parábola puede enseñarnos doctrinas y principios verdaderos. La historia lo hace memorable.

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La historia es un principio de acción. Vemos que las acciones producen resultados específicos. Causa y efecto. Cuando las personas actúan y reciben ciertos resultados, esa es una historia. Ya sea que provengan de la vida real o la ficción, las historias que se expresan bien muestran la verdad puesta en acción. Vemos de manera más clara los beneficios de vivir las doctrinas cuando se presentan en sus colores verdaderos.

De manera más significativa, el Espíritu nos habla y testifica que aquellos principios importantes son verdaderos (DyC 100: 5-8). Las doctrinas y los principios verdaderos que se expresan en una historia, naturalmente llenan nuestros corazones con un deseo de actuar y obtener esos resultados beneficiosos para nosotros mismos y nuestras familias.

Una historia bien contada es un excelente motivador para el bien. Cambia nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Así es como el Salvador nos recalibra. Eso lo cambia todo.

Esta es una traducción del equipo que fue escrito originalmente por Robert Hatch y fue publicado en thridhour.org con el título “A Computer Problem Opened my Eyes to How the Savior Changes Us”.

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