Se cuenta la historia de una iglesia que evidentemente perdió a algunos de sus miembros, los cuales se unieron a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En un esfuerzo por contraatacar, la iglesia puso en su marquesina el siguiente mensaje: “No lean el Libro de Mormón, así es como te atrapan”. De hecho, así es como el Espíritu “te atrapa”: al dar testimonio de la veracidad de ese libro sagrado.
No tengo dudas de que muchos críticos de la Iglesia y del Libro de Mormón son personas inteligentes. Sin embargo, reconocer y recibir verdad espiritual no es una función del coeficiente intelectual de uno; en cambio, es la función de la fe, la humildad y la disposición de uno de vivir los mandamientos de Dios. Luego y solo entonces puede venir la verdad espiritual.
De todos los testimonios del Libro de Mormón, no hay ninguno más cierto o seguro que el del Espíritu. Es el testimonio de todos los testimonios, la evidencia de todas las evidencias.
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Moroni confirmó esta verdad, dejó en claro que la forma de saber con certeza si el Libro de Mormón es la palabra de Dios es aplicar la prueba espiritual que Dios decretó para este libro espiritual, como se establece en Moroni 10:4,
“Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo efe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo”.
Con esperanza, nunca subestimaremos el poder de esta promesa.
Sin embargo, esta prueba espiritual no es apta para cardiacos; no es una oración casual o una lectura ocasional de las Escrituras. Esta prueba no está diseñada para aquellos que solo desean satisfacer su curiosidad. Es mucho más que pasar las páginas.
Requiere estudio diligente, reflexión sincera, oraciones incesantes a Dios, actitud perseverante y, en muchos casos, ayuno. Requiere la humildad y la integridad espiritual de que una vez que llegue la respuesta, seguiremos el curso hacia el final, independientemente de cuál pueda ser.
Requiere disposición para soportar el desprecio o el rechazo de los amigos y los seres queridos; renunciar a la riqueza, la fama o el poder por el reino; abandonar todos nuestros pecados para conocer la verdad (véase Alma 22: 18).
En esencia, requiere disposición para someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios, sin importar lo inconveniente o difícil que pueda ser la tarea. Esto es pedir “con un corazón sincero y verdadera intención”. Luego, nuestros corazones y mentes serán receptivos a los susurros del Espíritu, como lo prometió Moroni.
Amulek pagó ese precio por su conversión. Las escrituras nos cuentan que renunció a “todo su oro, su plata y sus objetos preciosos que se hallaban… por la palabra de Dios; y había sido rechazado por los que antes eran sus amigos, y también por su padre y sus parientes” (Alma 15: 16).
Tengo un amigo que se unió a la Iglesia mientras estaba en Canadá sirviendo una misión. Él es muy inteligente. Recientemente, recibí una carta de él. Después de su bautismo, dijo:
“Me sumergí en el periodo oscuro y escéptico en el que comencé a cuestionar todo acerca de la historia de la Iglesia y ciertas doctrinas. Eventualmente, rechacé la veracidad del Evangelio restaurado y mi nombre fue retirado de los registros de la Iglesia. Mi adicción a los sitios web que criticaban severamente a la Iglesia, me convenció de abandonar la Iglesia por completo y comencé a asistir a otras denominaciones cristianas con la esperanza de encontrar la iglesia verdadera de Dios en la tierra”.
A pesar de esto, se casó con una mujer Santo de los Últimos Días que era fiel, paciente y oraba constantemente para que sus ojos de entendimiento espiritual pudieran abrirse.
Con el tiempo, sintió la impresión de regresar a la Iglesia y estudiar sus enseñanzas. Decidió ver solo sitios web que promovieran la fe. Leyó y estudió las escrituras diligentemente con un corazón y mente abiertos. Dijo:
“Un día mientras leía el Libro de Mormón en mi habitación, me detuve, me arrodillé e hice una oración sincera y sentí rotundamente que el Padre Celestial susurró a mi espíritu que la Iglesia y el Libro de Mormón eran definitivamente verdaderos. Mi periodo de tres años y medio volviendo a investigar la Iglesia me llevó de regreso de manera muy sincera y convincente a su veracidad”.
Dijo que sus momentos más felices fueron cuando se volvió a convertir y bautizar en la Iglesia y se selló con su esposa y su familia por esta vida y por la eternidad. En el tiempo que escribió esta carta, estaba sirviendo como presidente del quórum de élderes de su barrio.
En la siguiente carta que mi amigo escribió para mí, dijo:
“Asimismo me encantaría señalar que el factor principal que me ayudó a ganar un testimonio espiritual del Libro de Mormón fue que cambié mi enfoque o criterio sobre lo que sería cierto para mí. Al principio, quería que el Libro de Mormón me fuera probado históricamente, geográficamente, lingüísticamente y culturalmente. Sin embargo, cuando cambié mi enfoque a lo que me enseña acerca del Evangelio de Jesucristo y Su misión salvadora, comencé a ganar un testimonio de su veracidad. Sentí en mi corazón y mente que lo que el Libro de Mormón enseña acerca de Jesucristo y los principios del Evangelio es verdad y, por lo tanto, debe ser una palabra inspirada de Dios. Buscar una prueba científica del Libro de Mormón me encadenó, ató y cegó. Pero, buscar el entendimiento espiritual permitió que me liberara para recibir la luz y el testimonio de su belleza y veracidad”.
¡Que observación tan reflexiva e inspiradora! Si enfocamos nuestro estudio del Libro de Mormón en Jesucristo – Su misión y Su mensaje – entonces, nuestros testimonios florecerán y, con el tiempo, encontraremos ese testimonio que buscamos.
En el curso de transformación de mi amigo, él reemplazó un testimonio intelectual construido sobre arena por un testimonio espiritual construido sobre roca. Después de todos sus estudios intelectuales, descubrió que solo había una manera segura de saber si el Libro de Mormón era verdadero y eso sucedió cuando estuvo de rodillas.
El Señor declaró que Él nos revelará la verdad a través de nuestra mente y nuestro corazón:
“Sí, he aquí, hablaré a tu mente y a tu corazón por medio del Espíritu Santo… Ahora, he aquí, este es el espíritu de revelación” (DyC 8: 2 – 3).
Esta es una traducción del extracto del libro “A Case for the Book of Mormon” de Tad R. Callister que fue publicado originalmente en ldsliving.com con el título “How This Aspect of the Book of Mormon Helped a Man Come Back to the Church”.