“He perdido a mis seres queridos desde que tengo memoria y esto es lo que aprendí sobre el dolor que trae.”
Recientemente, una amiga me habló de un par de aves que habían hecho su nido en la corona de flores de su puerta. Tan pronto como nacieron los pichones, un gato del vecindario se abalanzó sobre las crías, sin dejar ninguna viva. Todos podemos entender su sentimiento de dolor.
Luego, en cuestión de segundos, su pórtico se llenó con lo que parecían otras cientos de aves, cantando y reuniéndose alrededor de los afligidos padres. “Era como si estuvieran ofreciendo su apoyo”, dijo. Su dolor se convirtió en gratitud porque, incluso en la naturaleza, podemos encontrar empatía y amor.
Es una gran lección para todos nosotros, que necesitamos ser un apoyo para quienes están sufriendo. Y, al igual que la “comunidad” de aves, nunca debemos suponer que hay muchos otros que ya están ayudándolos. Alejarse de la situación, incluso si es por incomodidad o por no saber qué decir, es la peor opción. Estar presente es importante. Es importante que todos expresemos nuestros sentimientos.
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Es diferente para cada persona que sufre la pérdida de un ser querido, pero lo que todos necesitamos cuando la vida nos quita a quienes amamos es saber que tenemos amigos que se preocupan por nosotros, que nos escucharán, que nos sostendrán cuando tenemos ganas de caer.
He pasado por eso toda mi vida, he perdido a mis seres queridos desde que tengo memoria y aparentemente es algo continuo haciendo. Esto es lo que aprendí.
1. Cuando necesites mostrar simpatía por alguien, tómate tu tiempo. Acude a ellos, exprésales amor y cuidado. No hagas preguntas personales, trata de escucharlos y no de compartir con tus propios problemas. No hagas sentir al doliente que debe reunir fuerzas para consolarte, céntrate en ellos.
Y, si eres tú el que sufre, elige cuándo y con cuántas personas puedes tratar por el momento. No sientas que tienes que dejar de lado tus emociones, si sientes que necesitas estar a solas, está bien.
2. Si te sientes afligido, pide una Bendición del Sacerdocio. Eso puede ofrecerte consuelo, comprensión, guía y una paz sorprendente. A menudo, los no miembros también aprecian la oportunidad de tener dicha bendición. “No puede hacer más, daño quizá pueda ayudar”, me dijo una persona.
3. Deja que la persona que sufre exprese sus sentimientos, cualquier tipo de sentimiento. Puede ser una pérdida desgarradora, sueños que no se realizaron, el enojo, la autocompasión, la culpa, el miedo, la depresión, las dudas, la confusión, el remordimiento. Estos sentimientos pueden causarles daño, déja que se desahoguen sin sentir ningún tipo de juicio o que deben superarlo todo ahora. No los corrijas ni les hagas sentir que están equivocados; sólo escúchalos y ámalos.
La capacidad de escuchar sin interrumpir a nadie es uno de los mejores regalos que podemos ofrecer. Le permite a la persona que sufre saber que está a salvo contigo, que hab encontrado a alguien que realmente se preocupa por ellos. Ahora ya pueden comenzar su proceso de sanación.
Meses después, pueden que hayan pasado por diferentes emociones, estarán muy agradecidos de ser libres de expresarlas en ese momento y saber que tu amor y apoyo es una constante en sus vidas.
4. Acepta que el dolor que viene de perder a alguien toma tiempo. No creo que realmente se pueda “superar” tal pérdida del todo, pero sí se puede aprender a vivir con ella, podemos encontrar propósito y alegría una vez más. Esto lleva una cantidad de tiempo diferente para cada situación. No puedes hacer un cronograma y esperar sentirte de cierta manera en un tiempo determinado.
No sujetes a los demás a ningún estándar de tiempo aparente, como “a estas alturas ya debería de estar saliendo en citas nuevamente” o “me parece que está llorando demasiado”. Sólo déjalos tranquilos, déjelos llevar su dolor de la mejor forma en que les parezca.
Algunas personas se lanzan a una serie de actividades, otras necesitan estar a solas para procesar lo sucedido. No hay un camino correcto o incorrecto, y el camino que recorres es único para cada persona.
Tanto los que sufren como los amigos que intentan ayudarlos deben comprender que el duelo no significa que hayas perdido tu testimonio o que dudes de la Vida Eterna. El dolor y el llanto son parte de la expresión de extrañar a alguien. Es normal. Nadie necesita disculparse por el gran dolor que sienten. Jesús lloró cuando vio a los que amaba sufrir, lloró por la muerte de Lázaro.
Sí, saber que volveremos a vivir es un gran consuelo, pero eso no significa que no podamos o no debamos llorar tal pérdida. Comprende que habrá momentos de calma en los que repentinamente te sorprendan ciertas oleadas de tristeza, tus ojos pueden llenarse de lágrimas en los lugares más inesperados. Eso está bien. Es natural. Momentos, canciones, incluso olores pueden desencadenar esos recuerdos.
5. No tomes decisiones importantes de inmediato. A veces, una pérdida es más de lo que podemos manejar, necesitamos pensar con claridad. Aunque podemos pensar que estamos bien, no lo estamos, así que sé paciente y espera el momento adecuado para tomar grandes decisiones.
Si eres la persona que sufre, te ayudará si puedes, cuando estés listo, pensar en una forma de honrar la memoria de tu ser querido. Esto puede significar participar de una organización benéfica o causa, hablar con otros sobre tu ser querido o simplemente recordarlos con cariño.
Cada vez que hago jardinería siento que es un homenaje a mi padre, quien murió cuando yo tenía veinte años. Es una forma de recordarlo y saber que estaría orgulloso de mis esfuerzos. Tuve una hermana mayor que murió cuando tenía doce años, pienso en ella cada vez que escucho a Clair de Lune porque ella era una pianista muy talentosa. Sé de padres que han participado en fundaciones de salud y que eso les ha ayudado a encontrar su propósito después de la pérdida de su hijo.
Como alguien que intenta ofrecer consuelo, no tengas miedo de decir que extrañas a tu ser querido, incluso meses o años después de haber fallecido. Muchos de nosotros evitamos esos sentimientos, nos sentimos temerosos de mencionarlos y de poder abrir esas heridas. Esto puede dejar un vacío y un sentimiento de que a nadie le importaba o recuerda a tu ser querido.
Si nos abrimos a los demás veremos lo maravilloso que es saber que nuestros seres queridos también fueron importantes en la vida de otras personas, sabremos que no los han olvidado.
6. Busca ayuda. Si necesitas ayuda profesional, un grupo de apoyo o medicamentos, búscalo por todos los medios. Eso no significa que eres débil, significa que eres proactivo, que estás abordando el asunto de manera sensata.
Ten en cuenta que hay pérdidas que pueden devastar a alguien. Un aborto espontáneo, un divorcio, perder un trabajo o un hogar, lidiar con una enfermedad, un cambio financiero, perder a una mascota, sentirse traicionado por un amigo, jubilarse, sentirse inseguros, todo esto puede llevar a una persona a sentir dolor. Necesitamos unir nuestras fuerzas en cada uno de esos casos y ofrecer apoyo a quienes sobrellevan estos desafíos.
7. Acércate a Dios. Él, más que nadie, puede consolar de manera perfecta a un persona que necesita consuelo. Permíteselo, búscalo. Deja que Su amor llene tu pecho, limpie tus lágrimas, te dé nuevamente una esperanza. Haz una pausa cuando oras, escúchalo. Haz una pausa cuando estudias las Escrituras, anota tus impresiones. Expresa gratitud por Su plan o, si ni siquiera estás seguro del Plan de Salvación, díselo.
Pide ayuda. Pide fe. No tienes que pasar por esto solo. Pídele que te levante, que te abrace fuerte. Él lo hará. Él te ama y quiere ayudarte en todas las pruebas que tengas en la mortalidad, siendo esta una de las más difíciles.
Si puedes sentir compasión por las aves con el tipo de afecto que observó mi amiga, es seguro que hay un amor aún mayor en tu corazón. Usémoslo para ayudarnos unos a otros.
Este artículo fue escrito originalmente por Joni Hilton y fue publicado originalmente por latterdaymag.com bajo el título “What Actually Eases Grief?”