Nota: Esto fue escrito tanto para los Santos de los Últimos Días como para los que no son de mi fe y es un artículo de opinión.
He estado pensando en la tragedia ocurrida en México, en la que un cártel acabó brutalmente con la vida de mujeres y niños estadounidenses. Tengo una esposa e hijos que significan el mundo para mí, la realidad de lo sucedido me golpeó con fuerza. De hecho, ayer me puse a llorar desconsoladamente por ello.
Cualesquiera que sean sus creencias y prácticas, cualquiera que sea su historia familiar, esas personas no hicieron nada para merecer un final tan terrible. Cualquiera que haga de esta historia algo que no sea otra cosa que una tragedia debería sentirse avergonzado.
Sentí que hoy debía escribir al respecto. Incluso si no estás de acuerdo con algunas cosas, te pido que leas esto. Creo que estamos en los últimos días antes de la venida de Cristo. Los profetas y el mismo Señor han predicho que las cosas empeorarán antes de que eso suceda.
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A diferencia de algunos, no veo a los no cristianos, ateos, personas LGBT, musulmanes o cualquier otra persona de buen corazón e integridad como un enemigo, destinado a ser destruidos cuando Cristo regrese.
Si bien creo que existe el pecado y que debemos seguir el evangelio, también creo que todos somos pecadores y que Dios será más misericordioso y tolerante con todas las personas de buena voluntad de lo que muchos de nosotros imaginamos, porque “el amor cubrirá multitud de pecados” (1 Pedro 4: 8).
Lo que sea que creas, sea cual sea tu estilo de vida, haz el bien. Sigue tu conciencia. Ayuda a otros. Practica el amor.
El regreso de Cristo a la tierra señalará la destrucción del mal supremo, que NO incluye a nuestro prójimo que es gay, judío o musulmán, inmigrante, demócrata, republicano o de izquierda, o de un color de pie diferente. Si estás en contra de cualquiera de estos, entonces te encuentras del lado equivocado.
El mal supremo es lo que el Libro de Mormón llama “combinaciones secretas”.
Aquellos que sonríen y pretenden ser personas íntegras, pero buscan en secreto obtener poder a toda costa. Quienes asesinan, buscar quitar la libertad, se dedican a la trata de personas, violan, roban, cometen actos de terrorismo y tortura, y se involucran en la violencia por cualquier motivo que no sea como último recurso para proteger a los inocentes y preservar la libertad.
Estas personas son las pandillas, los cárteles, el crimen organizado y las personas malvadas en posiciones de poder que no buscan el bien de la gente sino que se llenan los bolsillos a través de una corrupción indescriptible sin tener en cuenta la miseria generalizada que causan.
Hasta entonces, tenemos que lidiar con ello. Tenemos que luchar para erradicar todo lo que podamos. No eliminaremos el mal del mundo, pero podemos intentarlo, y eso marcará la diferencia en muchas vidas.
El Libro de Mormón, que los Santos de los Últimos Días veneramos junto con la Biblia como testigo profético de Jesucristo, fue escrito específicamente para nuestros días, junto con los acontecimientos que presagiaron lo que sucederá en nuestro tiempo antes de que regrese el Salvador.
En un pasaje del Libro de Mormón, dos antiguos profetas, Alma y Amulek, se encontraron con tal resistencia que aquellos que los rechazaron reunieron a las mujeres y los niños de entre los creyentes y los quemaron vivos.
No puedo evitar pensar en lo que sucedió esta semana en México mientras leía:
“Y cuando Amulek vio los dolores de las mujeres y los niños que se consumían en la hoguera, se condolió también, y dijo a Alma: ¿Cómo podemos presenciar esta horrible escena? Extendamos, pues, nuestras manos y ejerzamos el poder de Dios que está en nosotros, y salvémoslos de las llamas.
Mas le dijo Alma: El Espíritu me constriñe a no extender la mano; pues he aquí, el Señor los recibe para sí mismo en gloria; y él permite que el pueblo les haga esto, según la dureza de sus corazones, para que los juicios que en su ira envíe sobre ellos sean justos; y la sangre del inocente será un testimonio en su contra, sí, y clamará fuertemente contra ellos en el postrer día.” (Alma 14: 10-11).
Otro profeta, un líder militar que luchó para preservar la libertad y proteger a los inocentes, proclamó que “el Señor permite que los justos sean muertos para que su justicia y juicios sobrevengan a los malos. Por tanto, no debéis suponer que se pierden los justos porque los matan; mas he aquí, entran en el reposo del Señor su Dios” (Alma 60:13).
Creo en la segunda venida de Jesucristo. Para algunos, eso puede sonar como una fantasía, pero es verdad. Uno de mis himnos favoritos tiene estas palabras: “Antes aguantó dolor; hoy vendrá con esplendor”. Regresará para “[poner] a todos sus enemigos debajo de sus pies.” (1 Corintios 15:25).
Cárteles, traficantes de personas, belicistas, pandillas, mafias, asesinos, violadores y funcionarios corruptos que traicionan al pueblo, estoy aquí en la esquina, sosteniendo una gran pancarta que dice “Arrepiéntete”. Tus días están contados. Entrégate y enfréntate a la justicia por tus crímenes. Vuélvete a Dios y cambia tu vida. “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” (Mateo 16:26).
Hasta ese entonces, oro para que Dios regrese y lloro por aquellos que sufren en este tiempo de “guerras y rumores de guerras” cuando “se levantará nación contra nación” y “reino contra reino”, cuando “muchos [tropiecen] y se [entreguen] unos a otros, y unos a otros se [aborrezcan].”. Este es el tiempo donde “la iniquidad abundará, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24: 6-12).
Jesús dijo que este también será un tiempo de alegría, un tiempo en que “será predicado este evangelio… en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:14). Si alguno de ustedes quiere hablar conmigo sobre el evangelio, me encantaría poder contarles más al respecto. No los presionaré a formar parte de la Iglesia, pero responderé sus preguntas.
Incluso si nunca compartes mis creencias en Cristo, quiero que sepan que sé que Él les ama, y que Su amor me inspira a amarlos a ustedes también. Ya sea que seas cristiano, judío, musulmán, budista, hindú, ateo, homosexual, heterosexual, negro, blanco, hombre o mujer, “todos son iguales ante Dios” (2 Nefi 26:33, El Libro de Mormón).
No tenemos que estar de acuerdo con todo para amarnos, velar por los derechos de los demás y unirnos contra el mal de este mundo.
Dios los bendiga a todos. Si tienes ganas de compartir esto, hazlo. Este es un mensaje que me gustaría difundir.
Este artículo fue escrito originalmente por Jonathan Decker y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “OPINION: The Tragedy in Mexico, Our True Enemy, and Compassion in the Last Days”