Lo que te puedes perder cuando juzgas a otros

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“Juzgar a otra persona no tiene nada de malo si es que nadie se entera, ¿verdad? Tal vez eso parezca, pero aquí hay algunas cosas que te podrías perder.”

Mi esposo y yo tenemos un amigo llamado Mike. Este maravilloso hombre siempre ha sido un ejemplo para nosotros. Él es también un de los pocos que nos enseñó una lección muy importante sobre el juzgar a otros. 

Él nos hizo darnos cuenta que cuando juzgamos a los demás, nos encontramos en verdad en el camino que nos lleva al lugar equivocado.

Mike dejó su hogar para poder estudiar en Manila, Filipinas. Sin embargo, a pesar de que su nueva casa quedaba cerca de su capilla, él todavía asistía a la reunión sacramental de su ciudad natal cada semana. Hizo que mi esposo y yo nos preguntáramos porqué él querría pasar casi 3 horas de viaje de regreso a casa para pasar su domingo en su barrio. 

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Llegamos a la conclusión, o quizá, con mayor certeza, un juicio sobre él: “Quizá él no se siente cómodo en su nuevo barrio”. Estábamos completamente equivocados. 

Cuando mi esposo tuvo la oportunidad de hablar con él, le preguntó a Mike porque seguía pasando sus domingos en su barrio en vez de su nuevo barrio en Manila. Su respuesta fue rápido, pero profunda.

“Hermano, verá, soy uno de los pocos poseedores del sacerdocio de nuestro barrio. Sé que necesitan mi ayuda.”

Él podía haber fácilmente escogido el camino menos complicado y asistir a la capilla que le quedaba más cerca, sin embargo él estaba dispuesto a hacer su sacrificio. 

Juzgar a otros es algo fácil de hacer. Casi a diario, no podemos evitar emitir un juicio negativo sobre cierta persona. 

Hay quienes fueron apartados como jueces de Israel en el reino del Señor, personas como tu obispo que son llamados por nuestro Padre Celestial para juzgar y ayudar con rectitud a Sus hijos en su vida terrenal. 

Es cuando asumimos la responsabilidad de juzgar injustamente a los demás que surgen los problemas. Juzgar a otros parece inofensivo. La mayoría de las veces, nos lo guardamos para nosotros. A veces, compartes un juicio con cierto grupo de amigos, pero no tiene nada de malo si es que nadie se entera, ¿verdad? 

Tal vez eso parezca, pero aquí hay algunas cosas que te podrías perder.

Nos perdemos la oportunidad de conocerlos y aprender de ellos

hombres jóvenes

Debido a que tenemos diferentes experiencias en la vida, todos podemos aprender unos de otros. Si decidimos juzgar a alguien, estaremos perdiéndonos la oportunidad de conocerlos mejor. 

Si los evitamos, porque hemos hecho algunas suposiciones sobre ellos, nos perdemos algunas de las cosas que podemos aprender de ellos. Y quién sabe, de repente la persona con la que no hablas tiene los mismos pasatiempos que tú.

Nos perdemos la oportunidad de servir

El servicio es una de las formas en que podemos fortalecer nuestras relaciones con las personas que nos rodean. Las historias inspiradoras sobre el servicio tienen un tema común: aquellos que ofrecen su ayuda sabían lo que más necesitaban esas personas. Para servir de manera efectiva, debemos conocer a las personas a las que servimos. 

Cuando elegimos juzgar a las personas en lugar de conocerlas mejor, es muy posible que no podamos ver las muchas oportunidades de servicio que tenemos… ¿Acaso no es lamentable saber que podríamos perdernos la oportunidad de dar amor y ayuda al juzgar a otra persona?

Nos perdemos de vista su potencial

Un consejo sabio del Elder Dale G. Renlund es poder ver a las personas a través de los ojos de nuestro Padre Celestial. El hacerlo puede ayudarnos a verlos no como son ahora, sino lo que pueden llegar a ser. Cuando nuestra percepción se nubla con juicios prematuros, se nos hace imposible poder ver esto.

Una mejor opción que juzgar a otros

Entonces, ¿qué podemos hacer para recordarnos a nosotros mismos que no debemos juzgar a nadie? Aquí hay una respuesta del presidente Dieter F. Uchtdorf:

“¡Dejen de hacerlo!

Es así de sencillo. Simplemente debemos dejar de juzgar a otros y remplazar los pensamientos y sentimientos de crítica con un corazón lleno de amor por Dios y por Sus hijos. 

Dios es nuestro Padre, nosotros somos Sus hijos, todos somos hermanos y hermanas. 

La gente que nos rodea no es perfecta. Las personas hacen cosas que molestan, decepcionan y enojan; en esta vida mortal siempre será así.

No obstante, debemos librarnos de nuestros resentimientos. Parte del propósito de la vida terrenal es aprender a liberarnos de esas cosas. Ésa es la manera del Señor.”

No importa lo difícil que sea, siempre podemos hacer todo lo posible para ver lo bueno en los demás. Aprendamos del ejemplo de nuestro Salvador, podemos elegir amar y servir en lugar de juzgar y criticar.

Este artículo fue escrito originalmente por Giulia y fue publicado originalmente por faith.ph bajo el título “What I Lose When I Start Judging Others

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