Nefi, cuando un ángel le preguntó sobre la condescendencia de Dios, dijo:
“Sé que [Dios] ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas.” -1 Nefi 11:17
Nefi tenía alrededor de 17 años en esa ocasión. Él solo tenía “alguna instrucción en toda la ciencia [de su padre]” que consistía en “la ciencia de los judíos y el idioma de los egipcios”. No obstante, en poco tiempo, adquirió “un conocimiento grande de la bondad y los misterios de Dios” (1 Nefi 1: 1-2).
Este conocimiento, de que Dios es bondadoso, que ama a Sus hijos, marcó la diferencia en la vida de Nefi.
De hecho, una de las principales razones por las que Nefi escribió fue para mostrarnos “que las tiernas misericordias del Señor se extienden sobre todos aquellos que, a causa de su fe, él ha escogido, para hacerlos poderosos, sí, hasta tener el poder de librarse” (1 Nefi 1: 20).
¡Quería mostrarnos las tiernas misericordias de Dios!
Y es esa bondad divina la que puede liberarnos, liberarnos del pecado, de la adicción, la tristeza y el dolor. Todos los padres y líderes de la juventud quieren esto para ellos.
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Por lo tanto, ¿cómo podemos ayudar a los jóvenes a saber que Dios ama a sus hijos, que los ama profundamente?. Nefi nos da varios consejos al respecto.
En algún momento cada joven será llevado, como Joseph Smith, a tener momentos de “seria reflexión y gran inquietud” (JS- Historia 1: 8). Esto puede suceder cuando un joven enfrenta un gran desafío personal, enfermedad, la muerte de un ser querido, persecución, filosofías e ideas que desafían la religión o, como en el caso de Nefi, una mudanza repentina y la rebelión de sus hermanos.
Cualquier cosa que lleve a un joven a reflexionar sobre los asuntos de la eternidad, debe llegar al punto de querer aprender las verdades espirituales.
Nefi enfrentó un gran conflicto: su padre afirmó haber recibido revelación, y ciertas personas trataron de asesinarlo. Los mismos hermanos de Nefi no creían en su padre. Entonces, ¿qué hizo Nefi? Él registró lo siguiente:
“Y sucedió que yo, Nefi, siendo muy joven todavía, aunque grande de estatura, y teniendo grandes deseos de conocer los misterios de Dios, clamé por tanto al Señor; y he aquí que él me visitó y enterneció mi corazón, de modo que creí todas las palabras que mi padre había hablado; así que no me rebelé en contra de él como lo habían hecho mis hermanos.” -1 Nefi 2:16
Nefi tenía un “gran deseo” y buscó al Señor en oración. Recibió su propio testimonio.
Y todo comenzó con su deseo de saber estas cosas. Alma enseñó:
“Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras.” -Alma 32:27
Algo que los padres y los líderes pueden hacer es compartir sus propias experiencias espirituales y leer las Escrituras con los jóvenes. También pueden crear oportunidades para que el Espíritu Santo les enseñe, tales como actividades edificantes, reuniones de testimonio, etc.
Ir a clases de seminario es una de las cosas que más contribuye, sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de los líderes, es el joven quien debe actuar por sí mismo. Si sólo recibe las acciones de los demás, nunca descubrirá la verdad por sí mismo. Porque no recibimos “testimonio sino hasta después de la prueba de [nuestra] fe” (Éter 12: 6).
Esta “prueba de fe” es la acción justa motivada por el “gran deseo” de descubrir la verdad. Cuando los hermanos mayores de Nefi, Laman y Lemuel, discutieron sin entender las cosas que su padre les había enseñado, el joven Nefi les preguntó:
“Y les dije: ¿Habéis preguntado al Señor?
Y me contestaron: No, porque el Señor no nos da a conocer tales cosas a nosotros.
He aquí, les dije: ¿Cómo es que no guardáis los mandamientos del Señor? ¿Cómo es que queréis perecer a causa de la dureza de vuestros corazones?
¿No recordáis las cosas que el Señor ha dicho: Si no endurecéis vuestros corazones, y me pedís con fe, creyendo que recibiréis, guardando diligentemente mis mandamientos, de seguro os serán manifestadas estas cosas?” -1 Nefi 15: 8-11
Los líderes y los padres no pueden forzar las cosas espirituales. Pero pueden estar prestos y atentos a ayudar a los jóvenes a reconocer la verdad. Pueden orar y ayunar. Pueden hacer invitaciones inspiradas para que cumplan con algo.
En momentos de alegría y tristeza, en momentos de incertidumbre y tranquilidad, en momentos de angustia y satisfacción, puede surgir el conocimiento de que somos hijos de Dios. Y esa verdad lo cambiará todo. Cambiará todo en sus vidas.
Me gustaría terminar con una cita del Élder Douglas L. Callister:
“Ese momento en que uno se da cuenta de que tiene un testimonio —que es dulce y sublime— llega cuando uno sabe que lo sabe. Ese testimonio, si se nutre, descansará sobre ustedes como un manto. Cuando vemos la luz, ésta nos envuelve y las luces del entendimiento se encienden dentro de nosotros…
Si desean saber que ustedes saben que lo saben, existe un precio que uno mismo debe pagar. Es cierto que hay representantes para efectuar las ordenanzas, pero no los hay para adquirir un testimonio.
Alma habló sobre su conversión con estas hermosas palabras: “…he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado…” (Alma 5:46)” -“Cuando sabe que lo sabemos”, Conferencia General, octubre de 2007)
Fuente: maisfe.org