Hermana Cordon: Servir a los demás es una fuente de fortaleza, no dudes en servir a los demás

Hermana Cordon

La hermana Cordon, Presidenta general de las Mujeres Jóvenes, compartió lo que aprendió sobre el poder del servicio de su amiga, la hermana Amy Wright, siguiendo el consejo del presidente Russell M. Nelson de “trabajar con el Espíritu para comprender el poder de Dios, o sea, el poder del sacerdocio”. 

A Amy Wright se le diagnosticó con cáncer, con sólo 17% de posibilidades de sobrevivir. EL tratamiento que debía seguir, no le iba a garantizar su sanación, pero aún así ella aceptó seguirlo. 

Créditos: Church News

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En un momento particularmente difícil de su tratamiento, Wright le dijo a su esposo: “¡Renuncio!”, ella estaba cansada tanto emocional como fisicamente y sabía que no iba a poder sola sin la ayuda del Señor.

La amorosa respuesta de su esposo fue: “Entonces necesitamos encontrar a alguien a quién servir”.

Como familia, ambos idearon formas creativas de servir aún en sus circunstancias. Encontraron nombres para llevar al templo y con frecuencia enviaba notas de afecto y aliento a los demás. Los efectos significativos de los esfuerzos de la familia Wright se vieron reflejados en la vida de Amy.

manos

Esta lección ahora está grabada en el corazón de Amy Wright:Nunca dudes en realizar un acto de bondad, compartió la hermana Cordon.

Servir a los demás es una fuente de fortaleza, incluso cuando nosotros mismos nos sentimos débiles. Al prestar servicio, Amy se sintió física y espiritualmente más fuerte, pero la fuerza emocional que recibió fue realmente más de lo que podía haber imaginado.

Ella tiene una idea de lo que el élder Neal A. Maxwell dio testimonio tanto en palabras como en hechos: “¡La empatía durante la agonía es una porción de la divinidad!””, expresó la hermana Cordon.

La hermana Cordon también compartió que debido a que el servicio es tan poderoso, el adversario intentará detenernos. Dio un ejemplo de una mujer que se acercó a Wright durante su tiempo de tribulación.

“Irmgard apareció en mi pórtico una tarde de verano aproximadamente un mes después de haber completado mi último tratamiento de quimioterapia. En sus brazos había una pequeña bolsa de ‘tesoros’. 

Ella confesó que por muchos meses había querido llevarme algo, pero que un pensamiento venía muy seguido a su mente: ‘¿Quién soy yo para visitar a la hermana Wright?’”.

Los pequeños obsequios de Irmgard fueron como una señal de los cielos, la consolaron en su momento de aflicción, cuando Amy descubrió que su cáncer no había sido erradicado y que iba a necesitar más cirugías.

La hermana Cordon terminó con una promesa.

“Al hacer que el servicio a los demás sea parte de nuestra vida, descubriremos los misterios de Dios. Descubriremos paz, encontraremos fortaleza y recibiremos un aumento de poder a medida que sirvamos a nuestro Salvador Jesucristo y nos esforcemos por ser Sus manos para levantar y bendecir a quienes nos rodean”.

Fuente: Church News

 

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