La forma en que Cristo sana a los enfermos en la actualidad

milagros

El Nuevo Testamento está repleto de historias y testimonios sobre Cristo realizando milagros. Entre ellos, recordamos a Cristo sanando a los enfermos con tan solo tocarlos, simplemente dando instrucciones o diciendo “levántate, vete; tu fe te ha sanado”.

Es cierto que Cristo ya no camina a nuestro alrededor. Pero, ¿eso significa que ya no sigue sanando a los enfermos y realizando milagros? ¡NO! Él lo sigue haciendo. ¡Veamos!

Bendiciones del sacerdocio

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Las bendiciones de sanación son muy reales. El poder del sacerdocio es casi tangible cuando alguien digno lo usa.

Hemos escuchado de historias sobre sanaciones milagrosas, como cuando se cura a personas de enfermedades terminales. Asimismo, con frecuencia, escuchamos sobre cómo una bendición del sacerdocio sana el alma para aceptar el resultado de alguna situación.

Junto con las bendiciones del sacerdocio, se necesitan oraciones de fe, tal como enseñó el Apóstol Santiago, “orad los unos por los otros, para que seáis sanados; la oración eficaz del justo puede mucho”.

Sacerdocio

El Presidente Dallin H. Oaks dijo, “Una encuesta reciente realizada en todo Estados Unidos mostró que casi 8 de 10 personas creen que en la actualidad ocurren milagros como en la antigüedad”. La tercera parte de las personas encuestadas dijo que “experimentó o fue testigo de una sanación divina”.

Sabemos que las bendiciones del sacerdocio y las oraciones dan resultados según nuestra fe. Sin embargo, es importante enfatizar que si tú o un ser querido no obtuvo sanación después de una bendición del sacerdocio u oraciones constantes, eso NO significa que no tuvieron suficiente fe.

Se realizará la voluntad del Señor y debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para alinear nuestra voluntad con la Suya. Eso no significa que no podamos acongojarnos o turbarnos cuando alguien que amamos no se sana. Recuerda que el Señor entiende nuestros sentimientos, incluso si es difícil que entendamos Sus planes.

Perdón

Existe una bendición que Cristo nos otorga cuando somos humildes, es el poder del perdón. En este mundo en el que somos testigos de terribles actos de violencia, Cristo puede darnos paz y perdón.

¿Eso significa que no debemos tomarnos un tiempo para sanar? No. Procesar nuestro dolor y enojo es como podremos alcanzar el perdón. El presidente James E. Faust dijo lo siguiente:

“Haga un lugar en su corazón para el perdón, y cuando éste llegue, dele la bienvenida… El Salvador nos ha ofrecido a todos una valiosísima paz por medio de Su expiación, pero sólo la podemos recibir si estamos dispuestos a despojarnos de sentimientos negativos de ira, de rencor o de venganza”.

Jesús

La mayoría de nosotros necesita tiempo para superar esas emociones y eso está bien. Así como Cristo sana a los enfermos, Él también puede sanarnos de nuestro enojo y juicio internos. El Dr. Sidney Simon dijo:

“El perdón es liberar la energía que antes se consumía en tener rencores, guardar resentimientos y avivar heridas que no han sanado, y luego darle un mejor uso. Es descubrir una vez más la fortaleza que siempre tuvimos y usar nuestra capacidad ilimitada para comprender y aceptar a otras personas y a nosotros mismos”.

Enfermedades mentales

En el pasado, no se prestó mucha atención a las enfermedades mentales porque no siempre se manifestaron físicamente. Esto no significa que tú o tu ser querido no puedan ser sanados. Cristo comprende que aquellos que luchan con enfermedades mentales necesitan sanación.

Es importante recurrir a Cristo, las bendiciones del sacerdocio y la fe en los momentos de prueba. Asimismo, es importante reconocer que la medicina moderna y los tratamientos terapéuticos junto con la fe, eventualmente nos ayudarán a encontrar paz.

El élder Jeffrey R. Holland dijo:

Si tuvieran apendicitis, Dios esperaría que pidieran una bendición del sacerdocio y que obtuvieran la mejor atención médica disponible; lo mismo se aplica a los trastornos emocionales. Nuestro Padre en los Cielos espera que usemos todos los maravillosos dones que Él nos ha proporcionado en esta gloriosa dispensación.

depresión

Continuó:

Aunque sintamos que somos “como una vasija quebrada”, como dijo el salmista, debemos recordar que esa vasija está en las manos del Alfarero Divino. Las mentes quebradas se pueden curar de la misma manera que se curan los huesos y los corazones rotos. Mientras Dios trabaja haciendo esas reparaciones, el resto de nosotros puede ayudar siendo misericordiosos, imparciales y amables.

A veces necesitamos hacer nuestra parte para que Cristo haga la Suya. La declaración del élder Holland es un recordatorio maravilloso de que podemos ser Sus manos en la búsqueda de sanar a los enfermos y afligidos.

El ejemplo de Pablo

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Cuando Cristo estaba en la Tierra y sanaba a los enfermos, ¿sanó a todos? No. Hay muchas personas a las que no sanó de sus dolencias físicas.

En la actualidad, hay muchas personas que no son sanadas a través de las bendiciones del sacerdocio y todos nuestros mejores esfuerzos. Para mí, esto plantea la pregunta: Cristo podía sanar a todos, entonces ¿por qué no lo hizo? ¿Por qué no lo hace?

Tomemos como ejemplo al Apóstol Pablo, en 2 Corintios. Él escribe acerca de un “aguijón en la carne” del que sufría. Los eruditos creen que tuvo algún tipo de problema ocular que causó que se quedara ciego temporalmente.

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Asimismo, Pablo menciona que le pidió al Señor tres veces que lo sanara y el Señor dijo: “Te basta mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Como resultado, Pablo decidió gloriarse en sus debilidades.

Entonces, ¿qué cambió para Pablo? ¿Por qué Cristo no sanó a uno de sus seguidores más fieles y discípulos devotos? Pablo tuvo fe. Incluso preguntó si podía ser sanado.

Para Pablo, la seguridad de que Cristo estaba ahí, que estaba siendo escuchado y que estaba haciendo la voluntad del Señor fue suficiente.

Creo que debido a la perspectiva de Pablo sobre la situación, fue sanado de todo enojo o frustración que acompañó a su enfermedad. Si bien la enfermedad en sí puede no haber desaparecido, su actitud con respecto a la predicación del evangelio siguió siendo ferviente.

El ejemplo de Pablo nos muestra que Dios nos escucha. A veces, la sanación de los enfermos se ve diferente de lo que esperamos. Sin embargo, la fe en Su plan es esencial para que podamos encontrar sanación.

¿Cómo te ha sanado Cristo? Comparte en los comentarios. 

Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Zoë Holyoak y fue publicado en ldsliving.com con el título “How Christ is Healing the Sick Today”.

Comentarios
Realmente es cierto solo Cristo sana nuestras heridas y es el Alfarero Divino, no solo al referirse por la dolencias físicas sin no también por las emocionales que afectan nuestra mente y conducta pero podemos brindar un servicio esperanzador a nuestro prójimo de que recibirán consuelo y serán sanos por que los milagros existen, lo he percibido en estos tiempos difíciles que muchos pasamos y que se nos brinde una bendición de salud y consuelo por mi hijo o mi esposo es gratificante para mi.
Rosa Layme

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