Aunque suene gracioso, seamos sinceros… todos en esta cuarentena hemos pensado en la frase “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Definitivamente, es un tiempo en el que el Señor nos enseña a valorar las cosas pequeñas y sencillas.
Quizá te has imaginado contándole a tus hijos cómo viviste esta época de pandemia y estoy seguro que ellos te verán como un héroe o una heroína, probablemente les cuentes las cosas que extrañabas hacer y aquí te dejamos solo tres.
Asistir a las fiestas JAS
Aunque tal vez no te guste bailar, estoy seguro que extrañas las fiestas JAS (fiestas de los Jóvenes Adultos Solteros). Son pequeños detalles que recordamos con nostalgia: juntar dinero para el taxi o gasolina, alistarse por mucho tiempo, a veces viajar al otro extremo de la ciudad, todos bailando en filas, el ambiente súper iluminado, alguien haciendo pasos extremos y todos en círculo mirándolos.
Sin embargo, creo que lo que más extrañamos son las personas con las que compartimos, el pequeño grupo de amigos que después de bailar encontraba algún lugar para comer y disfrutar un lindo momento.
Participar en las actividades de JAS de manera presencial
La verdad no estoy seguro si tus representantes JAS son súper pilas, pero puedo afirmar (aunque quizá no lo admitas) que extrañas las actividades presenciales. Ya fuera que simplemente sea una noche de hogar o una ginkana con otros barrios, el calor de tus amigos es algo que se recuerda con nostalgia.
Las bromas cuando comentábamos que la gente iba solo por el refrigerio o las caminatas de vuelta a casa, las fotos grupales y la complicidad para hacer que cierta parejita termine junta; todo esto son detalles que hacían nuestra vida más divertida.
Las charlas fogoneras o de Instituto
Cuéntame… ¿qué haces los domingos por la noche? Es cierto que quizá te fastidiara un poco que, según todos, solo nos hablaran de matrimonio, pero es imposible negar que estas charlas eran la oportunidad perfecta para conocer personas o encontrarse con amigos de otros barrios o estacas.
Creo que la experiencia presencial es diferente, solo ponte a pensar en esto: 100 o 200 jóvenes que han asistido a la Iglesia casi toda la mañana el domingo, vuelven a ponerse corbata o vestido y, en algunos casos, viajar considerable distancia para volver a escuchar un poco más sobre la palabra del Señor. Dime, ¿no te resulta maravilloso?
Estas son solo 3 cosas que probablemente extrañes, pero estoy seguro que hay más ya que existen pequeños detalles que nos hacen pensar en la frase: “éramos felices y no lo sabíamos”.
Sin embargo, gracias a la tecnología podemos sentir ese calor de amigos, ya sea en una reunión vía Zoom con los jóvenes de tu barrio o una transmisión por Facebook de tu estaca o área. ¿De qué forma te estás conectando a ellos?