¿Qué es lo que se viene para este continente tan atribulado?
En el antiguo Israel, el profeta Ezequiel llamó la atención de su pueblo hacia los profetas como “atalayas” en la torre para ayudar a las personas a estar al tanto de las amenazas con antelación y cómo responder ante ellas a fin de proteger y preservar los cimientos frágiles de una sociedad que prospera.
Incluso mucho más que antes, hoy es un buen momento para escuchar y meditar sobre lo que los líderes y profetas de nuestros días han dicho al respecto.
A continuación, hemos resumido diez mensajes específicos que los profetas han compartido enfocado en el liderazgo y crecimiento de una sociedad próspera.
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1. No son necesarios el odio ni la ira en las discrepancias serias
El presidente Dallin Oaks reconoció que “en un gobierno democrático, siempre tendremos diferencias en cuanto a los candidatos y las leyes propuestas. No obstante, como seguidores de Cristo, debemos renunciar a la ira y al odio con que se debaten o condenan las decisiones políticas en muchos casos”.
Luego citó una enseñanza de Jesús “muy conocida, pero que rara vez se practica”.
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”. -Mateo 5: 43-44
“Qué enseñanzas tan revolucionarias para las relaciones personales y políticas!”, comentó, antes de afirmar, “Sin embargo, eso sigue siendo lo que nuestro Salvador nos manda hacer”.
El presidente Oaks admitió que “amar a nuestros enemigos y a nuestros adversarios no es fácil”, y citó al presidente Gordon Hinckley: “La mayoría de nosotros no ha llegado todavía a ese estado de […] amor y perdón. Requiere casi más autodisciplina que la que podemos tener”. Sin embargo, debido a que es parte de los dos “grandes mandamientos del Señor”, debe ser “esencial”.
¿Pero cómo?
“La enseñanza del Salvador de no “contender con ira” es un buen primer paso”, continuó el presidente Oaks, y subrayó:
“El diablo es el padre de la contención, y es quien… promueve la enemistad y las relaciones de odio entre las personas y en los grupos”.
Él citó a Jesús en el Libro de Mormón, quien enseñó:
“Porque en verdad, en verdad os digo que aquel que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros”. -3 Ne 11: 9
Es dañino cargar con ese tipo de ira. Y deshacernos de ella también puede aumentar nuestra felicidad.
El élder Cook le recordó a las personas el momento histórico después de la visita de Jesús a las Américas, donde “no había envidias, ni contiendas, ni tumultos, ni fornicaciones, ni mentiras, ni asesinatos” y así sucesivamente, y “ciertamente no podía haber un pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios”.
2. Más que odio, debemos cultivar amor, y no solo para las personas que piensan igual a nosotros
El presidente Oaks alentó a las personas a “procurar comprender el poder del amor”, algo aún más valioso que no odiar a los demás, y dijo, citando a José Smith:
“Un dicho avalado por el tiempo afirma que el amor engendra amor. Demos amor abundantemente, mostremos bondad hacia todo el género humano”.
En una invitación a discursar en la convención anual de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) en 2019, el presidente Nelson enseñó:
“Todos estamos conectados y tenemos la responsabilidad dada por Dios de ayudar a mejorar la vida de quienes nos rodean. No tenemos que ser iguales o parecernos para amarnos unos a otros. Ni siquiera tenemos que estar de acuerdo entre nosotros para amarnos.
Si tenemos alguna esperanza de recuperar la buena voluntad y el sentido de humanidad que anhelamos, debemos comenzar con cada uno de nosotros, persona por persona”.
Él añadió:
“La cura para lo que nos aflige fue prescrita por el Maestro Sanador, Jesús el Cristo, quien enseñó primero a “amar a Dios con todo nuestro corazón y luego a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (véase Mateo 22: 35–39). Juntos, podemos extender este amor a todos los hijos de Dios, nuestros hermanos y hermanas”.
Eso significa, como lo dijo en otra ocasión, “expandir nuestro círculo de amor a fin de abarcar a todo el género humano”.
Este tema ha surgido una y otra vez en la enseñanza de los profetas. El presidente Howard Hunter enseñó:
“El mundo en que vivimos se beneficiaría grandemente si todos los hombres y las mujeres pusieran en práctica el amor puro de Cristo, que es bondadoso, misericordioso y humilde.
No tiene envidia ni orgullo… No busca nada a cambio… [No] tiene lugar para el prejuicio, el odio ni la violencia… Alienta a las personas a que convivan en amor cristiano, sin importar sus creencias religiosas, su raza, nacionalidad, nivel económico, educación o su cultura”.
El presidente Monson declaró:
“Como Iglesia, tendemos la mano no solo hacia nuestra gente, sino también hacia todos aquellos de buena voluntad en todo el mundo, con ese espíritu de hermandad que proviene del Señor Jesucristo”.
La enseñanza del Salvador de amar a todos, incluidos nuestros enemigos, se basa en “la doctrina fundamental y convicción sincera de nuestra religión de que todas las personas son hijos de Dios”, como dijo el presidente Nelson. “Realmente creemos que somos hermanos y hermanas, todos formando parte de la misma divina familia”.
El élder Holland agregó en un discurso en la Universidad de Harvard:
“Todo hombre, mujer y niño que alguna vez haya vivido, vive o vivirá por el tiempo que perdure la tierra es un hijo o hija de un amoroso y divino Padre Celestial. Él es el Dios a cuya imagen fuimos creados, lo cual no es de extrañar ya que los niños siempre han sido creados a la imagen de sus padres”.
3. Es por eso que el civismo es fundamental y no debe considerarse como un asunto de poca importancia
En lugar de ser un tema secundario, los profetas han enseñado constantemente la cortesía como un tema de importancia, hasta incluso lo que el presidente Gordon B. Hinckley llamó “el sello distintivo de la civilización”.
No obstante, hace veinte años, el presidente Hinckley lamentó que “en todas partes a nuestro alrededor vemos lo contrario… La urbanidad hasta parece haber desaparecido. Es atroz. Es alarmante. Y a la larga se puede atribuir casi en su totalidad a la avaricia del ser humano, a las pasiones desenfrenadas, a la completa falta de consideración por los derechos de los demás”.
El presidente Russell M. Nelson ha alentado a las personas a “demostrar mayor civismo, armonía racial y étnica y respeto mutuo”. Y en una carta enviada a los miembros de la Iglesia por los líderes actuales antes de las votaciones se encuentra la siguiente invitación:
“Les rogamos que se esfuercen por vivir el Evangelio en su propia vida demostrando un amor como el de Cristo y actuando con cortesía en el ámbito político”.
En esta misma carta se encuentra el recordatorio de que “se pueden encontrar principios compatibles con el Evangelio en varios partidos políticos y los miembros deberían buscar los candidatos que mejor representen esos principios”.
Este tipo de reconocimiento, que la bondad y la verdad no están reservadas a un punto de vista puede ayudar a que nuestra tolerancia vaya más allá de una tolerancia a regañadientes, que se convierta en una curiosidad y apreciación de la verdad que también puede motivar a otra persona.
Esto no es fácil, especialmente cuando nos sentimos criticados por nuestros propios puntos de vista. Pero ese es el momento preciso de demostrar una humildad como la de Cristo. Con respecto a esto, el élder Robert D. Hales expresó:
“Algunas personas equivocadamente piensan que reacciones tales como el silencio, la mansedumbre, el perdón y el expresar humilde testimonio son respuestas pasivas o débiles, pero, el “[amar] a [nuestros] enemigos, [bendecir] a los que [nos] maldicen, [hacer] bien a los que [nos] aborrecen y [orar] por los que [nos] ultrajan y [nos] persiguen” (Mateo 5:44) requiere fe, fortaleza y, más que todo, valor cristiano”.
4. El cristianismo fue uno de los primeros defensores del admirable tipo de diversidad inclusiva que todo creyente puede acoger en su totalidad
En su discurso, el presidente Nelson le recordó a las personas que el Libro de Mormón, que estimamos como una escritura complementaria de la Santa Biblia, registra que el Salvador invita a todos a “que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres… todos son iguales ante Dios”.
Además dijo: “Permítanme repetir la última frase: ‘Todos son iguales para Dios’”.
En un discurso en Harvard, el élder Holland agregó que la intención de Dios en este plan es “universalmente inclusiva. Todos son hijos del mismo Dios, y todos están incluidos en Su amor y Su gracia… A todos los envuelve, aunque aún queda por ver si a todo a el mundo le preocupa. Pero si hay una falta de respuesta, no será porque Dios no trató o porque Cristo no vino”.
“Con nuestra doctrina que incluye a todos”, enseñó el élder Cook, “podemos ser un oasis de unidad y celebrar la diversidad”, señalando que “la unidad y la diversidad no son opuestas. Podemos lograr una mayor unidad a medida que fomentamos un ambiente de inclusión y respeto por la diversidad”.
Él continuó y compartió una experiencia de cuando sirvió en la presidencia de la estaca San Francisco, donde “[tuvo] congregaciones que hablaban español, tongano, samoano, tagalo y mandarín. [Sus] barrios de habla inglesa estaban compuestos por personas de diferentes orígenes raciales y culturales. Había amor, justicia y unidad”.
Él concluyó diciendo: “Todos están invitados a participar de la bondad del Señor”.
5. Los esfuerzos por valorar la diversidad no deben eclipsar la búsqueda de la unidad, procurar “ser uno” es de mayor importancia
Reconociendo que “vivimos en un momento de divisiones particularmente marcadas”, el élder Cook señaló que “los millones que han aceptado el evangelio de Jesucristo se han comprometido a lograr tanto la rectitud como la unidad” con “corazones y mentes entrelazadas”.
Él continuó citando la oración de intercesión del Salvador registrada en el Evangelio de Juan antes de ser traicionado y crucificado, donde dijo: “Que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”.
El élder Cook también se refirió a las enseñanzas del Señor de los primeros santos durante una época difícil de conflicto cuando dijo: “Yo os digo: Sed uno; y si no sois uno, no sois míos”.
Pero, ¿cómo nos convertiremos en uno si somos tan diferentes demográficamente?
Algo superior a la raza, la clase o el género puede unirnos, algo que el élder Cook llegó a comprender durante el tiempo que estuvo en San Francisco sirviendo con miembros de diferentes razas y culturas, y que hablaban idiomas distintos.
Durante ese tiempo, llegó a ver el libro de Romanos como un “modelo para nosotros incluso hoy… para unir a personas diversas” al alentar específicamente a diferentes personas a “seguir la cultura y la doctrina del evangelio de Jesucristo”.
Haciendo referencia a ese libro, el élder Cook señaló cómo algunos aspectos de la cultura judía y gentil entran en conflicto con el verdadero evangelio de Jesucristo, explicando que Dios “básicamente le pidió a cada uno de ellos que dejen atrás los impedimentos culturales de sus creencias y cultura que no concuerden con el evangelio de Jesucristo”.
También observó:
“La cultura del evangelio de Jesucristo no es una cultura gentil ni una cultura judaica. No la determina el color de la piel ni el lugar donde uno vive. Si bien nos regocijamos en las culturas particulares, debemos dejar atrás aspectos de esas culturas que estén en conflicto con el evangelio de Jesucristo.
Nuestros miembros y conversos nuevos a menudo provienen de diversos orígenes raciales y culturales… Sin embargo, podemos estar unidos en nuestro amor por Jesucristo y fe en Él”.
Entonces, todas esas diferencias que en la actualidad parecen tan grandes en Estados Unidos, pueden no ser tan importantes como parecen. El élder Cook agregó:
“Los barrios y las ramas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días están determinados por la geografía o por el idioma, no por la raza ni la cultura.
La raza no se registra en las cédulas de miembro… El ministerio y el mensaje del Salvador han declarado constantemente que todas las razas y colores son hijos de Dios”.
6. La dolorosa injusticia sigue existiendo y exige esfuerzos de paz para mitigarla
El presidente Oaks reconoció:
“Ha habido injusticias, tanto en comportamientos en público como en actitudes personales, hemos manifestado racismo y sus agravios relacionados…
Este país tiene que ser mejor en la erradicación del racismo, no solo contra estadounidenses de raza negra, que fueron los más visibles en las recientes protestas, sino también contra los latinos, los asiáticos y otros grupos. La historia del racismo de esta nación no es una de aciertos y debemos mejorar”.
En un discurso en la Universidad de Oxford, el élder Cook estuvo de acuerdo en que “el concepto de que ‘todos los hombres son creados iguales’ ha logrado avances significativos, pero que aún. aún falta mucho por lograr”.
El presidente Nelson observó, de manera similar, que “como sociedad y como país, aún no hemos logrado la armonía y el respeto mutuo que permitirá a todos los hombres y mujeres, y a todos los niños y niñas convertirse en la mejor versión de sí mismos”.
Junto con el liderazgo de la NAACP, se extendió una invitación conjunta “para que todas las personas, organizaciones y unidades gubernamentales trabajen con mayor civismo, para eliminar prejuicios de todo tipo y centrarse en los intereses significativos que tenemos en común”.
Como él mismo dijo: “En pocas palabras, nos esforzamos por edificar puentes de cooperación en lugar de muros de segregación”.
El presidente Oaks reiteró:
“Saber que todos somos hijos de Dios nos proporciona una visión divina del valor de todas las personas y la voluntad y la capacidad de elevarnos por encima de los prejuicios y el racismo”.
El presidente Oaks le recordó a las personas que cuando ocurre una injusticia, la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos garantiza el “derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar al Gobierno la reparación de sus agravios”, y señaló:
“Esa es la forma autorizada de concientizar al público y de centrarse en las injusticias del contenido o de la administración de las leyes”.
Luego expresó su preocupación de que algunos “parecen haber olvidado que las protestas protegidas por la Constitución son protestas pacíficas”. Él continuó:
“Los manifestantes no tienen ningún derecho a destruir, vandalizar o robar propiedades ni a socavar los legítimos poderes policiales del gobierno. La Constitución y las leyes no contienen ninguna invitación a la revolución o a la anarquía.
Todos nosotros —policías, manifestantes, partidarios y espectadores— debemos entender los límites de nuestros derechos y la importancia de nuestros deberes para permanecer dentro de los límites de la ley en vigor. Abraham Lincoln tenía razón cuando dijo: “No hay agravio alguno que justifique el resarcimiento mediante la ley del populacho”.
El resarcimiento de agravios a través de los populachos constituye un resarcimiento por medios ilegales. Eso es anarquía, una condición que no cuenta con gobiernos reales ni con policía formal, que socava los derechos individuales en lugar de protegerlos”.
7. Los documentos relacionados con la fundación de los Estados Unidos y sus primeros líderes eran imperfectos, pero inspirados
El presidente Oaks enseñó:
“Estados Unidos fue fundado por inmigrantes de diferentes nacionalidades y diversas etnias. Su propósito unificador no fue establecer una religión en particular ni perpetuar ninguna de las diversas culturas o lealtades tribales de los antiguos países.
Nuestra generación fundadora procuró unificarse por medio de una constitución y leyes nuevas. Eso no quiere decir que nuestros documentos unificadores o la comprensión entonces vigente de su significado fueran perfectos.
La historia de los dos primeros siglos de los Estados Unidos mostró la necesidad de muchos refinamientos, como el derecho al voto para las mujeres y, en particular, la abolición de la esclavitud, incluyendo leyes que garantizarían que los que habían sido esclavizados disfrutaran de todas las condiciones de la libertad”.
Él añadió:
“Las enseñanzas de nuestro Salvador inspiraron la Constitución de los Estados Unidos y las leyes básicas de muchos de nuestros países”.
Élder Cook dijo:
“En nuestra doctrina creemos que en el país anfitrión de la Restauración, los Estados Unidos, su Constitución y los documentos relacionados, escritos por hombres imperfectos, fueron inspirados por Dios para bendecir a todas las personas.
Como leemos en Doctrina y Convenios, esos documentos se “[establecieron], y […] deben preservarse para los derechos y la protección de toda carne, conforme a principios justos y santos”. Dos de esos principios eran el albedrío y la responsabilidad por los pecados propios. El Señor declaró:
“Por tanto, no es justo que un hombre sea esclavo de otro. Y para este fin he establecido la Constitución de este país, por mano de hombres sabios que levanté para este propósito mismo, y redimí la tierra por el derramamiento de sangre””.
Esta revelación se produjo en un momento en que los mismos santos eran expulsados de sus hogares y amenazados de muerte.
8. La obediencia a las leyes es fundamental para una sociedad próspera. Sin embargo, el solo crear más leyes no será suficiente en la búsqueda de mayor estabilidad, sobre todo si descuidamos el apoyo a las personas y las familias
En uno de nuestros artículos fundamentales de fe, escrito después de que los primeros santos sufrieran una persecución severa por parte de los funcionarios de Misuri, José Smith resumió:
“Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley”.
Haciendo eco de esto, los profetas posteriores agregaron:
“Creemos que todos los hombres están obligados a sostener y apoyar a los gobiernos respectivos de los países donde residan, en tanto que las leyes de dichos gobiernos los protejan en sus derechos inherentes e inalienables; que no convienen la sedición ni la rebelión a ningún ciudadano así protegido…
Y que todo gobierno tiene el derecho de establecer leyes que a su propio juicio estime que son las que mejor garanticen los intereses públicos… y que todo hombre debe respeto y deferencia a las leyes, porque sin ellas la paz y la armonía serían suplantadas por la anarquía y el terror”.
El presidente Oaks explicó que “aunque las enseñanzas de Jesús fueron revolucionarias, Él no enseñó ni la revolución ni el quebrantar las leyes. Él enseñó un camino mejor”. Citando otra revelación, dijo:
“Ninguno quebrante las leyes del país, porque quien guarda las leyes de Dios no tiene necesidad de infringir las leyes del país. Sujetaos, pues, a las potestades existentes”.
Él aclaró:
“Esto no significa que estemos de acuerdo con todo lo que se hace con fuerza de ley. Significa que obedecemos las leyes actuales y nos valemos de medios pacíficos para modificarla. También significa que aceptamos de forma pacífica los resultados de las elecciones.
No participaremos en actos violentos, amenazados por las personas decepcionadas con el resultado. En una sociedad democrática, siempre tenemos la oportunidad y el deber de persistir pacíficamente hasta las próximas elecciones”.
La importancia de la ley lleva a algunos a centrar su atención en la creación de más (y más) leyes en un intento por moldear el comportamiento humano. Sin embargo, el élder D. Todd Christofferson advirtió los siguiente:
“En el mejor de los casos, la policía y el sistema criminal de justicia son la última y más apremiante línea de defensa de una sociedad civilizada. Nuestra dependencia cada vez mayor de las leyes para regular la conducta es una medida de cuán incivilizados nos hemos vuelto”.
Explicó:
“Las sociedades en las cuales muchos vivimos no han fomentado la disciplina moral durante más de una generación, enseñando que la verdad es relativa y que cada uno decide por sí mismo lo que es correcto. Los conceptos como el pecado y lo malo se han condenado llamándolos ‘‘valores de criterio’”.
Asimismo, citó la enseñanza del Señor de que “todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios” y señaló que “como consecuencia, la autodisciplina se ha corroído y las sociedades tienen que mantener el orden y la urbanidad por obligación”.
El élder Christofferson continuó diciendo que “la falta de control interno de parte del individuo provoca el control externo por parte del gobierno” ilustrado por un periodista que observó que “la conducta caballeresca [por ejemplo, antes] protegía a la mujer del comportamiento indecente; hoy día, esperamos que las leyes de acoso sexual refrenen esa conducta grosera”.
“La policía y las leyes no pueden reemplazar nunca las costumbres, las tradiciones y los valores morales como medio de reglamentar la conducta humana”.
Como otro ejemplo, señaló la última recesión económica:
“En la mayor parte del mundo hemos experimentado una recesión económica extensa y devastadora provocada por múltiples causas; una de las mayores es la amplia conducta deshonesta y falta de ética, particularmente en los mercados de bienes raíces y de finanzas.
Las reacciones al problema se han enfocado en promulgar reglamentos adicionales y más fuertes; tal vez eso disuada a algunos de una conducta deshonrosa, pero otros se vuelven más creativos en burlarse de la ley”.
Resaltó lo que quizás debería ser obvio:
“No podría haber nunca suficientes reglas creadas con tanta astucia como para prever y cubrir toda situación, y aunque las hubiera, el imponerlas sería sumamente caro y oneroso. Esa acción conduce a una pérdida de libertad para todos”.
El élder Christofferson luego resumió:
“Al fin, sólo la brújula moral interna de cada persona podrá encargarse de tratar eficazmente las causas originales así como los síntomas de la decadencia social. Hasta que se denuncie el pecado como pecado y la disciplina moral ocupe su lugar en el canon de las virtudes civiles, las sociedades seguirán luchando en vano por establecer el bien común”.
Eso explica el énfasis profético que se lleva a cabo ahora en el hogar. Como agregó el élder Christofferson:
“La disciplina moral se aprende en el hogar. Mientras que no nos es posible controlar lo que otros puedan o no hacer, los Santos de los Últimos Días ciertamente podemos encontrarnos junto con los que demuestran virtud en su modo de vivir y la inculcan en la nueva generación”.
El élder Holland también señaló que “ninguna comunidad de cualquier tamaño o definición tiene suficientes recursos en tiempo, dinero o voluntad para compensar lo que no se lleva a cabo en el hogar”.
Las consecuencias de una sociedad que deja atrás toda disciplina personal pueden ser aterradoras. Como lo señaló el élder Cook en un periodo del Libro de Mormón:
“Cuando la iniquidad y la división destruyeron la rectitud y la unidad. Las profundidades de la depravación que se produjo en ese tiempo fueron tan inicuas que, finalmente, el gran profeta Mormón se lamenta con su hijo Moroni:
“Oh hijo mío, ¿cómo puede un pueblo como este, que se deleita en tanta abominación, cómo podemos esperar que Dios detenga su mano en juicio contra nosotros?””.
9. Alejarse de la fe es el impulsor central, primordial (y no reconocido) de nuestros desafíos como sociedad, y revertir esa tendencia es fundamental para cualquier solución compleja
En su discurso en la universidad de Oxford, el élder Holland expresó su preocupación por el “cambio cultural de nuestros días” que “sigue caracterizándose por una afiliación cada vez menor para con la religión organizada o institucional”. En otra ocasión él citó a Henry Martyn Field como una advertencia poderosa:
“La pérdida del respeto por la religión es la podredumbre de las instituciones sociales. El concepto de Dios como el Creador y Padre de toda la humanidad es para el mundo moral, lo que la gravitación es para lo natural; mantiene todo lo demás unido y hace que gire en torno de un centro en común.
Si retiráramos esto, cualquier significado supremo para la vida se desmoronaría. No existiría tal cosa como la humanidad como un todo, sino sólo moléculas separadas de hombres y mujeres a la deriva en el universo sin más cohesión ni mayor significado como lo son los muchos granos de arena para el mar”.
Él resumió: “En el mundo occidental, la religión ha sido históricamente la base de la sociedad civil tal como la conocemos”.
Si eso es verdad, entonces se requiere un cambio en estas tendencias para llegar a la raíz de lo que está sucediendo. Eso es precisamente lo que han propuesto los profetas.
Después de señalar que “vivimos en una época en la que las cosas están en conmoción”, el presidente Ballard dijo: “Muchas personas temen el futuro y muchos corazones se han apartado de su fe en Dios y en Su Hijo, Jesucristo”.
Después de discursar para una gran congregación en Boston: “Les ruego […] que oren por este país, por nuestros líderes, por nuestra gente y por las familias que viven en esta gran nación fundada por Dios”, el presidente Ballard compartió su sentir al decir que “Estados Unidos y muchas de las naciones de la tierra, al igual que en épocas pasadas, se hallan en otra encrucijada decisiva y necesitan nuestras oraciones”.
Eso no estaba en las notas que había preparado y se produjo espontáneamente cuando “el Espíritu [lo] impulsó a invitar a los presentes a orar por su país y sus líderes”.
En la conferencia pasada, el presidente Ballard amplió su llamado a “todas las personas de todos los países del mundo. No importa cómo ni a quién oren, les ruego que ejerzan su fe —cualquiera que sea su religión— y que oren por su país y por los líderes de su nación”.
Él continuó:
“Nos encontramos ante una importante encrucijada en la historia, y las naciones de la tierra necesitan desesperadamente guía e inspiración divinas”.
Sin embargo, no es solo en la política que encontraremos la solución a nuestras preocupaciones, sino mas bien en “la paz y la sanidad que pueden recibir las almas, tanto de las personas como de los países —sus ciudades, pueblos y aldeas— por medio del Príncipe de Paz y la fuente de toda sanidad: el Señor Jesucristo”.
El presidente Ballard prosiguió enérgicamente:
“Durante los últimos meses he recibido la impresión de que la mejor manera de ayudar a la actual situación mundial es que todas las personas confíen más plenamente en Dios y vuelvan sus corazones a Él por medio de la oración sincera.
El humillarnos y buscar la inspiración de los cielos para perseverar y conquistar lo que nos aguarda será nuestra manera más segura y fiable de avanzar con seguridad en estos tiempos difíciles”.
Él continuó:
“Les invito a orar siempre. Oren por su familia; oren por los líderes de las naciones; oren por las personas valientes que se encuentran en primera fila en las batallas contra las actuales plagas sociales, medioambientales, políticas y biológicas que afectan a todas las personas por todo el mundo: a ricos y pobres, a jóvenes y ancianos”.
El Salvador nos enseñó a no poner límites a las personas por quienes oramos. Él dijo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
Asimismo, dijo:
“Hermanos y hermanas, los exhorto a redoblar su compromiso con la oración; los exhorto a orar en sus aposentos, en sus tareas cotidianas, en sus hogares, en sus barrios y siempre en su corazón”
Él concluyó diciendo:
“La caótica situación actual del mundo puede parecer abrumadora si tenemos en cuenta los muchos problemas y desafíos, pero es mi ferviente testimonio que si oramos y pedimos al Padre Celestial la guía y las bendiciones que necesitamos, llegaremos a saber cómo bendecir a nuestras familias, a nuestro prójimo, nuestras comunidades y aun el país en el que vivimos.
¡Cuán grandioso es el poder de la oración y cuán necesarias son hoy en día nuestras oraciones de fe en Dios y en Su Hijo Amado!”.
10. Por tanto, las voces y la participación de las personas de fe en la sociedad actual son fundamentales
El presidente Ballard realizó una aclaración importante:
“El orar por la justicia, la paz, los pobres y los enfermos a menudo no es suficiente. Después de arrodillarnos en oración, debemos levantarnos y hacer lo que podamos por ayudar, tanto a nosotros mismos como a los demás.”.
El presidente Monson enfatizó la importancia de la cooperación en los esfuerzos cívicos:
“Tenemos la responsabilidad, todos los Santos de los Últimos Días, de estar activos en las comunidades donde vivimos y de trabajar en cooperación con otras iglesias y organizaciones”.
La carta enviada a los santos antes de las elecciones dice lo siguiente:
“Los ciudadanos de los Estados Unidos tienen el privilegio y el deber de elegir a los funcionarios públicos e influir en las normas públicas.
La participación en el proceso político tiene un efecto en sus comunidades y su país tanto ahora como en el futuro. Instamos a los Santos de los Últimos Días a ser ciudadanos activos al registrarse, ejercer el derecho al voto y participar en asuntos cívicos”.
En lugar de solo participar, la carta impulsa la labor de mantenerse informados: “También los instamos a que tomen el tiempo necesario para informarse sobre los temas y los candidatos que van a considerar”.
En lugar de ser una carga, los líderes profetas afirman que la fe hace buenos ciudadanos. Como enseñó el élder Cook en Oxford:
“Aquellos que se sienten responsables ante Dios tienen el deber de vivir una vida recta de servicio a Dios y a nuestros semejantes, de obedecer la ley y de ser buenos ciudadanos, vecinos y amigos en todo lo que hacemos.
Al hacerlo, tanto los ciudadanos comunes como los líderes gubernamentales estarán más inclinados a ver el valor de la religión y respetar los principios básicos que nos permiten vivirla libremente”.
Añadió más recientemente que “cuando las personas aman a Dios con todo su corazón y se esfuerzan con rectitud por llegar a ser como Él, hay menos conflictos y contención en la sociedad”. Asimismo, compartió un ejemplo en el Libro de Mormón donde “no había contenciones en la tierra, a causa del amor de Dios que moraba en el corazón del pueblo”.
Si la religión puede hacer tal diferencia, muchos ya no parecen reconocerla.
El élder Cook señaló que “vivimos en una época en la que partes importantes de nuestra herencia moral no solo no se aprecian, sino que en muchos casos se malinterpretan o incluso se descartan, casi con desdén” y “algunas de las [leyes] de protección contenidas en diferentes constituciones que emanan de los valores morales históricos se han corroído o socavado”.
Luego enfatizó: “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días apoya la libertad religiosa de todos los credos, así como la de los que no pertenecen a una fe”.
El élder Holland enseñó que “las personas de fe deben resistir los esfuerzos de algunos que los puedan echar de las plazas públicas”.
Él dijo:
“Para contrarrestar estas tendencias, todos los ciudadanos deben persistir en su derecho constitucional a ejercer su fe y expresar sus ideas sobre [diferentes] temas no solo en la privacidad de [su] hogar o la santidad del púlpito, sino también en las plazas, en las urnas de votación y en los tribunales.
Estos son los derechos de todos los ciudadanos, incluidas las personas, los líderes y las organizaciones que tienen creencias religiosas… No se les debe privar de sus derechos”.
En cierto sentido, esto se debe a que todas las voces merecen ser escuchadas. Como resumió el élder Christofferson:
“Todas las leyes y políticas gubernamentales se basan en valores, religiosos o de otro tipo. Todos tienen el derecho a ser escuchados, “a competir”, en los mercados de ideas y a influir en las decisiones gubernamentales.
Silenciar una voz conduce potencialmente a silenciar a todas las demás. Las voces de fe son tan merecedoras de ser escuchadas como las demás”.
Pero es más que eso. Dado el valor único que las voces de fe brindan a nuestro público, este tipo de participación abierta en la esfera pública se promueve como un bien social. Como reiteró el élder Christofferson:
“La participación religiosa en la vida pública no solo es parte de la historia estadounidense y una libertad protegida constitucionalmente, sino que también conforma una gran parte de nuestra nación…
Las iglesias y otras organizaciones religiosas aportan experiencias y perspectivas únicas a los debates sobre políticas públicas. Reconocen las fuerzas sociales corrosivas que amenazan la fe, la familia y la libertad. Conocen personalmente las dificultades de la ruptura de la unidad familiar, el desempleo, la pobreza, el abuso de drogas y muchos otros males sociales.
¿Por qué? Porque están en primera línea ayudando a las personas y a las familias a superar estos devastadores problemas. Cuando hablan, no lo hacen por razones egoístas, como los grupos de intereses especiales que constantemente presionan a nuestros funcionarios públicos, sino por un interés por las personas a las que ministran, sus familias y la sociedad misma.
Brindan una voz, a menudo de advertencia, a los asuntos en el ámbito de la política social y pública que necesitamos desesperadamente en esta era de materialismo, autopromoción y cambio disruptivo.
Las iglesias y líderes religiosos hacen una contribución insustituible a nuestro diálogo democrático en desarrollo sobre cómo debemos vivir juntos. Sus voces son fundamentales. Y también las suyas”.
Él añadió:
“Si eres una persona de fe, tienes una contribución fundamental que hacer a nuestro país y a la sociedad. Los diálogos públicos sobre el bien común se enriquecen con hombres y mujeres como ustedes … No se dejen intimidar por aquellos que afirman que están imponiendo sus creencias religiosas a los demás.
En una sociedad pluralista, promover nuestros valores para el bien de la sociedad no es una imposición, es ponerlos a consideración junto con todas las demás personas”.
El élder Christofferson concluyó:
“Las sociedades elegirán y decidirán. Los valores de alguien prevalecerán al final, y todos tenemos el derecho, y el deber, de defender lo que creemos que ayudará mejor a satisfacer las necesidades de las personas y beneficiará más al bien común.
Sin ustedes, nuestros debates políticos y sociales carecerán de la riqueza y los conocimientos necesarios para tomar decisiones sabias, y nuestra nación y nuestras comunidades se perjudicarán”.
Es momento de que nuestra sociedad decida. Que nuestra decisión en estas elecciones y mucho más se guíe por principios sabios, como los que estos profetas han estado enseñando durante décadas.
Este artículo fue escrito originalmente por Public Square Staff y fue publicado originalmente por publicsquaremag.org bajo el título “Prophets on Politics: Ten Messages to an Agitated, Aggrieved America”