Por Lehi Vega
Desde mi infancia siempre escuché acerca de las escrituras… Oí decir que eran una guía para nosotros. Siempre leíamos las escrituras y cantábamos los himnos de la primaria. Todavía recuerdo a mis maestras con tanto entusiasmo hacernos cantar:
“Cuando yo me bautice
Se limpiará mi ser
Mi padre me perdonará
y el bien querré escoger
Tal como tierra limpia cuando acaba de llover,
Yo quiero comportarme bien
Y con mi Dios volver…”
Que habla de aquel tema que el Salvador hablando del bautismo dijo:
“De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”(Juan 3:5).
Nunca pensé que el tema de ese himno y una escritura iban a ser parte esencial en la vida de un joven en un lugar lejano.
Bien describió el Elder Richard G. Scott en su discurso en una conferencia general hablando del poder de las escrituras diciendo:
“Las escrituras son como partículas de luz que iluminan nuestra mente y dan lugar a la guía e inspiración de lo alto…”
Al servir como misionero invité a muchas personas a asistir a la Iglesia, a escucharnos, a leer las escrituras, también invité a muchas personas a nacer de nuevo por medio del bautismo y poder dar un paso para entrar al reino de Dios.
Como miembros de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días consideramos el bautismo como una ordenanza sagrada (las ordenanzas consisten en ciertos actos que tienen significado espiritual) en el cual realizamos nuestro primer convenio (pacto entre Dios y el hombre). Es por eso importante que antes del bautismo se demuestre deseo de hacer convenio y guardar todos los mandamientos por el resto de nuestras vidas.
Entonces se reciben las lecciones misionales, se conoce al obispo, se asiste a varias reuniones sacramentales y se lleva a cabo una entrevista antes del bautismo.
La entrevista bautismal es el medio establecido por la Iglesia para asegurar que cada uno de los candidatos al bautismo cumpla con las normas del Señor para el bautismo, por medio de esa entrevista los candidatos al bautismo cumplen con el requisito establecido en las escrituras de dar testimonio ante un representante autorizado de la Iglesia de que “se han arrepentido verdaderamente de todos sus pecados” (D. y C. 20:37).
