Hoy es un día especial, es el primer día de diciembre, el mes favorito de muchas personas en el mundo que esperan con ansias la Navidad y se inicia la cuenta regresiva con los preparativos festivos de la fecha. Más allá de esas buenas tradiciones, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha presentado una forma distinta de prepararnos para recibir la Navidad. Todo este proceso ha sido denominado Ilumina el mundo.
Día 1: Ilumina el Mundo sirviendo
Jesús nació en este mundo para salvarnos y gracias a todo el sacrificio que Él realizó, nosotros podemos ser felices y regresar a vivir con nuestro Padre Celestial y nuestros seres queridos para siempre. Él nos mostró el camino de regreso cuando estuvo aquí en la Tierra. Entre las enseñanzas más importantes que nos dejó fue aliviar las cargas de los demás.
A continuación 3 formas de aliviar las cargas de los demás:
Olvídate de ti por un momento
En estos tiempos, tenemos vidas ocupadas y muchas responsabilidades. Sin embargo, no podremos aliviar las cargas de los demás si seguimos pensando solo en nuestras necesidades y es menester que al momento de servir no existan “peros”.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “Creo que el Salvador nos está diciendo que a menos que nos perdamos en dar servicio a los demás, nuestra propia vida tiene poco propósito. Aquellos que viven únicamente para sí mismos, al final se marchitan y, en sentido figurado, pierden la vida, mientras que aquellos que se pierden a sí mismos en prestar servicio a los demás progresan y florecen— y en efecto salvan su vida”.
Realiza servicio en tu hogar
Sabemos que Jesucristo amaba a su familia de gran manera. Desde niño ayudaba en las actividades laborales a su padre José, este tendría que haber sido un tiempo muy valioso y muy cercano para fortalecer los lazos familiares.
En un cumpleaños del presidente Thomas S Monson pidió como regalo que las personas puedan ejercer servicio por otras. Al poco tiempo recibió múltiples cartas contando cómo les había ido al seguir la invitación del profeta, entre las notas más sorprendentes fueron las de estos niños: “A mi abuelo le dio una embolia, y yo le sostuve la mano”. Una niña de ocho años de edad dijo: “Mi hermana y yo dimos servicio a mi mamá y a la familia al organizar y limpiar el armario de los juguetes. Nos tomó varias horas, pero nos divertimos; lo mejor fue que le dimos la sorpresa a mamá y se sintió muy feliz porque ella ni siquiera nos pidió que lo hiciéramos”.
Dale consuelo a un amigo afligido
En la Biblia vemos que Jesús sanó a los enfermos y ministró a los afligidos. Es probable que no efectuemos esos poderosos milagros pero podemos ser instrumentos de Dios y que esos milagros se cumplan. ¿Cuántas personas se encuentran pasando un mal momento por enfermedad, por la pérdida de un ser querido, por problemas económicos o laborales?
Si seguimos el ejemplo del Salvador, el Espíritu abrirá nuestros ojos para que reconozcamos a los que sufran, a los que estén solos y a los desamparados; y seremos guiados para satisfacer sus necesidades.
Recuerda que nadie pasaba por desapercibido para el Salvador y aunque ahora no lo podamos ver con nuestros ojos él no ha dejado de vernos y de atendernos. Al igual que Jesús, nosotros podemos amar y elevar a los demás enseñándoles un camino mejor y que se puede ser feliz. No creas que no podrás lograrlo, descubrirás milagros en la vida del prójimo y en tu vida también.