Mi abuela estaba en coma durante casi 10 días. Su corazón se había parado varias veces y los médicos decían que las cosas no andaban bien. Esta es una experiencia de aquel momento en que recibí tres palabras de mi abuela desde mundo de los espíritus.
Es interesante que cuando alguien está tan cerca a la muerte, los recuerdos de su vida comienzan a inundar tu mente. Me acordaba cuando me enseñaba a dejar a que mi hermana pequeña ganara en Go Fish, o cuando se despertaba una hora más temprano para moler el trigo fresco para sus famosos panqueques caseros después de que mis primos y yo nos quedáramos a dormir, o cuando juntaba a la familia y hacía que todos digan algo bueno de cada persona en su cumpleaños (durante las reuniones familiares, estas sesiones de “algo bueno” podría durar horas).
Pero no era sólo lo que hizo cuando todos estábamos reunidos; fueron las innumerables cartas personales de aliento, o la llamada justo cuando la necesitaba, o simplemente cuando me jalaba a un lado para decirme que era especial.
Ella tenía una manera de hacer que todos se sintieran queridos y ayudarnos a mantener la perspectiva. Todo lo que hacía era beneficiar a otros. En otras palabras, si ella no entra al cielo, yo renuncio porque si ella no lo hace nadie lo hará.
Ella era quien mantenía a nuestra familia junta y realmente mi mejor amiga. Así que la noticia de que no iba a vivir mucho tiempo, me rompió el corazón. Como lo había hecho los últimos 10 días, manejé una hora al hospital para estar allí, tal vez por ella, tal vez por los miembros de mi familia, o tal vez sólo por mí, no estoy seguro. Pero allí estaba yo, en su habitación del hospital cuando de repente, se despertó!
Ella estaba débil y tenía la boca muy seca por el ventilador, pero podía susurrar lo suficiente como para hablar; sólo unas pocas palabras con mucho esfuerzo cada vez que respiraba.
Me preguntó por mi esposa. En aquel tiempo, yo estaba soltero, bien soltero.
Después de que le dije que estaba soltero, ella me informó que ella conocía a mi esposa y que la mujer con quien me casaría era muy bella y amable y que yo iba a ser muy afortunado. Traté en vano de obtener el nombre o la dirección, pero ahora, casi ocho años después, me pregunto si sabía cuánta razón tenía.
Experiencia en el mundo de los espíritus.
Después de hablar de otras cosas durante algunos minutos, le pregunté: “Abuela, ¿dónde has estado estos últimos 10 días?”
“Oh”, ella respondió, “no he estado sola”.
Ella procedió a contarme acerca de la vida después de la muerte tan ligera y francamente que me sorprendió. Me habló de su madre y de su suegra y cómo estaban otros miembros de la familia que habían fallecido. Ella tenía todo en su cuaderno de viaje excepto las fotografías. Luego vino la parte que cambió mi vida para siempre.
“Zack, me enviaron aquí de nuevo con un mensaje muy importante”.
Ella levantó el dedo índice lentamente y lo curvó haciéndome señas para que me acercara.
Puse mi oreja cerca a sus labios y ella pronunció las tres profundas simples palabras que había traído del más allá.
“Sigue el Espíritu. Esta vida, este Evangelio, es demasiado importante para no seguir al Espíritu”.
Sigue el Espíritu. Tres simples palabras.
Me alejé para ver la sonrisa de logro en su cara cansada. Ella había terminado su tarea. “Zack”, dijo ella, “¿seguirás el Espíritu?”
En un momento tan delicado de honestidad, no podía mentir. “Abuela”, dije mientras las lágrimas comenzaron a hincharse en mis ojos, dándome cuenta que esta podría ser la última conversación que tendríamos, “estoy seguro que lo intentaré”.
Ella me jalo para darme un beso y dijo: “Ahora estoy demasiado enferma. Tienes que ayudarme a decirle al mundo entero”. Le di mi palabra de que haría lo posible, y volvió a caer en coma por los próximos 30 días.
La visité con frecuencia, pero en el día 40 cuando se encontraba en el UCI, la familia estaba reunida, turnándose para sostener su mano, confortándose unos a otros, y tratando de averiguar qué hacer a continuación. Nos quedamos sin opciones. Fue en el bullicio de esta habitación del hospital que caminé hacia el lado de mi abuela y le toqué la mano. De repente dio un gran suspiro, como si hubiera sido electrocutada y abrió los ojos.
Todos nos quedamos callados.
Ella me miró con una mirada que parecía decir: “No te olvides”. Asentí con la cabeza en reconocimiento y una sonrisa pacífica se formó en su cara antes de fundirse rápidamente en el agotamiento.
“Abuela”, le dije, “¿estás cansada?” Con los ojos fijos ella asintió y apretó suavemente la mano. “Puedes ir a dormir ahora”, dije. “Todos estamos bien”.
Una hora más tarde, recibí la llamada. El funeral fue ese fin de semana.
Cuando empiezo a recordar, me impresiona que de todo lo que se pudo haber dicho, ella me dijo que siguiera el Espíritu. Tan sencillo. Tan profundo. Me recuerdas al sueño de Brigham Young después de la muerte de José Smith, en el cual el hermano José se le apareció y le dijo: “Diga a los hermanos que si siguen el Espíritu del Señor, irán bien” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, La comunicación entre Dios y el hombre).
Oro para que cada uno de nosotros busque maneras en nuestra vida para prestar atención a este mensaje. Preguntémonos: ¿Qué puedo hacer yo para simplificar las voces y escuchar los susurros del Espíritu? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar para pasar un poco más de tiempo para conocer la voz de Dios? ¿Cómo podemos hacer esto hoy?
Sé Que todos los días y con cada oración, Dios tiene un mensaje para ti. Puede que no venga a ti a través de una abuela moribunda, pero puede y vendrá a través del Espíritu. La pregunta no es si Dios está hablando, sino si estamos escuchando.
Comprometámonos a pasar unos minutos más en nuestras oraciones.
Tratemos de pensar un poquito más en Cristo durante el día.
Y si puedes ayudarme a cumplir una promesa a mi abuela, comparte este mensaje con el mundo.
Artículo publicado originalmente en inglés en ldsliving.com. Escrito por Zack Oates, traducido al español por A.F.