Cada primer domingo del mes, los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tenemos la oportunidad de compartir nuestro testimonio en el púlpito y escuchar el de nuestros hermanos.
Pero… ¿Qué es un testimonio?
Un testimonio es el conocimiento seguro o la certeza que viene del Espíritu Santo acerca de la veracidad y de la divinidad de la obra del Señor en estos últimos días. Un testimonio es “la convicción permanente, viviente y conmovedora de las verdades reveladas del Evangelio de Jesucristo” (Marion G. Romney, “Cómo obtener un testimonio”, Liahona, noviembre 1976, pág. 1).
Cabe señalar que el testimonio es algo muy personal y quizás un poco diferente para cada uno, sin embargo, un testimonio del Evangelio restaurado de Jesucristo siempre incluirá estas verdades claras y sencillas:
- Dios vive, Él es nuestro amoroso Padre Celestial y nosotros somos Sus hijos.
- Jesucristo es el Hijo del Dios viviente y el Salvador del mundo.
- José Smith es el profeta de Dios por medio de quien se restauró el Evangelio de Jesucristo en los últimos días.
- El Libro de Mormón es la palabra de Dios.
- El presidente Tomas S. Monson, sus consejeros y los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles son los profetas, videntes y reveladores de nuestros días.
Teniendo en cuenta estos conceptos, hay cosas que quizás hemos olvidado y deberíamos tomar en cuenta al momento de compartir nuestro testimonio:
No digas cosas que puedan afectar negativamente a la iglesia y a las personas:
Un testimonio nos brinda una razón para tener esperanza y alegría; nos ayuda a cultivar un espíritu de optimismo y de felicidad que nos permite regocijarnos por las bellezas de la naturaleza. (Dieter F. Uchtdorf, “El poder de un testimonio personal”, Conferencia General, 2006).
Evita extenderte en tu testimonio:
Usa un tiempo prudente al expresar tus sentimientos y recuerda que otras personas también quieren compartir su testimonio.
Evita contar experiencias sobre tu vida:
El testimonio es afirmar la veracidad de ciertos puntos en que se basa la Iglesia. Por ejemplo: El libro de Mormón, el Plan de Salvación, que las familias pueden ser eternas, las bendiciones de diezmar, ayunar, entre otros.
Evita malas posiciones:
Ten una postura recta, sin recostarte en el púlpito, o sosteniendo tu cabeza con la mano, esta posición da a entender que estás cansado o aburrido. Muestra amor y respeto a los miembros al momento de dirigirte a ellos.
No es una carrera:
En algunos casos, las ganas de compartir un testimonio en algunos miembros de la iglesia y el poco tiempo que les queda hace que olviden el orden y quieran subir al púlpito antes que otros. Por ello, el punto 2.
Finalmente, quiero testificar que tomando en cuenta estos cinco puntos, nosotros estaremos preparados para fortalecer y motivar a nuestros hermanos con un sólido testimonio que los acercará más a Dios. Además, daremos la oportunidad a más miembros de compartir sus testimonios y podremos cultivar un espíritu de felicidad y amor entre todos.
Recuerda que un testimonio puede ser corto y sencillo. No es necesario decir tanto para demostrar más.
“…Por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas; y en muchos casos, los pequeños medios confunden a los sabios” (Alma, 37:6).
Así como una escritura pequeña puede cambiar tu vida.