Algunas personas pasan mucho tiempo concentradas en los aspectos tristes y aterradores de la vida y después les resulta imposible ser felices. Hay, sin duda, cosas tristes y alarmantes que están pasando, pero igualmente hay tantas, de hecho más, cosas maravillosas y felices. Sin embargo, estas últimas no reciben tanta atención, así que hay que encontrarlas por uno mismo.
No es que tengamos que pasar por alto las malas cosas, pero no hay que dejar que se conviertan en el centro de nuestras vidas, ni tenemos que dejar que nos roben la alegría que Dios quiso que tuviéramos. Thomas S. Monson, el profeta mormón, dijo:
“Tenemos tantas bendiciones y, sin embargo a veces es difícil ver los problemas y la permisividad que nos rodean sin desanimarnos. Me he dado cuenta de que, en lugar de concentrarnos en lo negativo, si damos un paso hacia atrás y consideramos las bendiciones que tenemos, incluso las que parecen pequeñas y que a veces pasamos por alto, hallaremos mayor felicidad”. (Thomas S. Monson, Consideren las bendiciones, Conferencia General de octubre de 2012.)
Un reciente número de The Friend, una publicación en inglés para los niños que pertenecen a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, (el nombre correcto de la Iglesia a la que pertenecen los mormones) contenía una historia real sobre una niña que había asistido recientemente a un funeral para un niño que ella conocía. Aunque ella no lo conocía muy bien, su muerte, causada por un accidente de automóvil, la asustó porque ella se dio cuenta de que los niños pueden morir.
“Ahora no se sentía emocionada por Navidad. Se sentía preocupada todo el tiempo––asustada de entrar en un auto, asustada de estar lejos de sus padres, asustada de salir de su casa en caso de que algo malo le pasara a ella mientras ella estaba fuera. Todas las luces de Navidad en la Manzana del Templo no podía borrar la sensación de preocupación en su interior. ¿Cómo podía ser feliz en un mundo en el que no siempre estaba segura?”(Ver Kimberly Reid, The Light of the World-La Luz del Mundo, Friend (revista SUD en inglés), diciembre de 2012.)
La niña estaba de visita en la Manzana del Templo con su familia. Situado en Salt Lake City, Utah, es el lugar donde está el templo mormón más famoso. En Navidad se le decora con nacimientos de tamaño natural y luces. Mientras miraba el programa sobre el nacimiento del Salvador, se preguntaba cómo todo el mundo a su alrededor podía ser tan feliz si el nacimiento del Salvador no impedía que sucedieran cosas malas.
Una grabación del profeta mormón se encendió. Él dio testimonio del Salvador y leyó un versículo de Corintios en el Nuevo Testamento: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22).
La Escritura resonó para ella, tan joven como era ella. Ella la repitió para poderla recordar y pensar en ello más tarde. Ella sabía que todo el mundo moría, pero ahora ella realmente sabía que esto era cierto. Incluso Jesucristo había muerto, y Él no lo había necesitado sino que Él eligió hacerlo. Él sí eligió la muerte porque Él era el único que podía superar esa muerte y así hacer posible que todos nosotros pudiéramos vivir de nuevo.
Erin comprendió por primera vez lo que le habían enseñado siempre. A pesar de que podría morir, a pesar de lo malo que podría ocurrirle a ella y a los otros niños, al final, ella y todos los demás vivirían de nuevo, esta vez a salvo en los brazos de Dios y el amor de Jesús.
Ella ya no tenía miedo.
Dios no puede quitar toda prueba, ya que es esencial que tengamos albedrío, el derecho a elegir. Por desgracia, no todo el mundo tiene buenas elecciones y, a veces, esas decisiones afectan a otras personas. Si bien podemos elegir nuestras propias acciones, no podemos elegir a quién afectan nuestras decisiones. Sin embargo, estamos aquí para aprender y eso significa que tenemos que tener el derecho a tomar decisiones, aunque sean malas. Aunque Dios no puede detener cada prueba, Él nos puede ayudar a través de las pruebas. Él está dispuesto a ayudarnos a aprender las lecciones que se obtienen de las pruebas y crecer. El amor de Dios, los sacrificios del Salvador, la promesa de la eternidad puede ayudarnos a ser felices en los momentos difíciles de la vida.
Dios desea que seamos felices en la vida. Es, de hecho, uno de los propósitos más importantes en la vida. El Libro de Mormón ofrece esta promesa:
“Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo”. (2 Nefi 2:25)
Éste artículo fue escrito por
Terrie Lynn Bittner