Hay tantos sentimientos de culpa que acompañan el ser una madre; ¡es una locura! Están los sentimientos de:
“¿Les estoy enseñando las cosas correctas?”
“¿Mis hijos saben que los quiero?”
“Grité a mis hijos ¿me odiarán para siempre?”
“¿Estoy dando la suficiente atención a mi hijo?”
“¿Estoy dando suficiente atención a mi esposo?”
Y eso no incluye los sentimientos de culpa de una madre que trabaja y tiene que dejar a su hijo todos los días con una niñera. Yo no soy una madre que trabaja, pero una amiga me dijo que hay otra serie de sentimientos de culpa que hasta el momento no he tenido que soportar ya que soy madre y ama de casa. Uno como padre podría decir que puede pasar horas sumiéndose en la culpa y la autocompasión. Luego por encima de eso, ¡tenemos a nuestros amigos y familiares a quienes atender! ¡Damos mucho de nosotros mismas! Muchas de nosotras no sólo somos madres, somos esposas, hermanas, hijas y tías. Algunas de nosotras tenemos llamamientos en la iglesia, o estamos activas en las escuelas de nuestros hijos.
Nosotras, como mujeres, madres y esposas, satisfacemos una gran cantidad de necesidades de las personas y nos sacrificamos mucho; lo hacemos de manera desinteresada. ¡No sé de ustedes, pero hay muchas ocasiones en las que siento que he llegado a mi límite! Nunca supe lo mucho que se tiene que sacrificar hasta que me convertí en madre. Me gustaría decir que ha sido uno de mis mayores retos, aprender lo mucho que tengo que sacrificar. ¡Amo a mi familia y amo a mis hijos, y no puedo imaginarme haciendo otra cosa, pero realmente se requiere de más energía de la que puedo controlar algunos días! Cuando era más joven, y estaba involucrada en un deporte que se volvía muy pesado o que ya no me gustaba, tenía la opción de abandonarlo si quería. Si algo era difícil, podía tomar un descanso, volver e intentar otra vez. Con la maternidad, no hay la frase “me rindo”, y no es algo de lo que una se puede apartar. Nos necesitan a cada minuto de cada hora de cada día…
Mientras pensaba en esto, me di cuenta que no satisfago las necesidades de una persona que me necesita más: yo misma. Podría pensar que suena egoísta y ¿adivinen qué? Sí lo pienso. Soy Krystal y voy a aprender a ser una mamá egoísta. Déjenme que les explique: He pasado los últimos 3 años sintiéndome culpable por querer salir, o tener “tiempo para mí”. Me dije a mí misma que debía ser la mamá más egoísta por querer un fin de semana a solas sin hijos o esposo. Debido a esto, no me tomo muy a menudo el tiempo para hacer algo para mí. He pasado muchos momentos llorando por saber cómo. Desde que me convertí en madre, no sé lo que soy sin la maternidad… sintiéndome como si hubiera perdido mi identidad y que en lo único en que soy buena es cocinando y limpiando. Bueno, ya no más. A partir de ahora, voy a ser un poco más egoísta y no sentirme culpable por ello, (bueno tratar de no sentirme culpable.) ¿Por qué? Porque nosotras, mamás, tenemos que ser un poco más como nosotras mismas.
Pasamos mucho tiempo dando de nosotras a todo el mundo, dejándonos de lado. Algunas pueden decir que vienen con el puesto, y entiendo eso, pero no tiene que ser del todo. He hablado con mi madre al respecto y me ha dicho que pasamos nuestro tiempo cuidando de todos los demás, y al final del día ¿quién está cuidando de nosotras? Tenemos que cuidar de nosotras mismas, ¡nosotras somos ese quién! Tenemos que darnos algún tiempo para meditar, orar, hacernos manicura, salir con las amigas, y no sentirnos culpable por eso. He estado tratando de pasar por la maternidad pensando que no “necesito” tiempo, pero al final me desplomé ante mi esposo y le dije que me gustaría ser una de esas madres que no necesita “tiempo para mí”, como si pudiera llegar a todas partes, pero no es así. Lo necesito y lo necesito desesperadamente y he decidido que eso está bien. Me he dado cuenta que cuando no he hecho nada para mí misma me vuelvo más irritable, grito más y amo menos. ¡Estoy aprendiendo que si la mamá no es feliz, nadie es feliz! Si yo no puedo recordar lo que es amarme a mí misma y lo que soy, ¿cómo puedo amar a mis hijos? y me encanta mi papel como madre y esposa, y todos los otros papeles que realizamos.
Así que señoras, es momento de conocerse a sí mismas de nuevo. Quite las etiquetas de madre, esposa, etc., y (ponga su nombre) redescubra quién es. ¿Qué talentos tiene? ¿Tiene pasatiempos que solía hacer, pero no tiene el tiempo para realizarlos? ¿Hay algo nuevo que quiera aprender? ¿Tiene una amiga que sigue diciéndole que se encuentren para almorzar, pero no se pudo? Ahora es el momento de hacer y aprender esas cosas. Deje que el esposo o un miembro de la familia lleve a los niños por una hora aquí o allá y haga algo que realmente le encanta. Dedique tiempo para usted y sólo usted. A veces, dejar a los niños no es siempre una opción. Yo vivo sin una familia cercana y los amigos y vecinos suelen estar ocupados, así que confíe en lo que le digo. En ese caso, después de que los niños están en la cama, vea ese espectáculo que desea, o lea ese libro que ha querido leer. Los platos y la casa pueden esperar. Me encanta esa cita que dice cómo nuestros hijos son pequeños por un tiempo, así que tenemos que pasar tiempo con ellos y dejar el trabajo de casa para más tarde, pero creo que eso se aplica a nosotras también. ¡Los platos pueden esperarla, y deben!
Sé que no es fácil pedir ayuda. El otro día le estaba contando a mi cuñada cómo me sentía que había llegado hasta el límite, y me dijo: “Tienes muchas personas, incluso yo, que se desviven por ti”. Eso realmente me tocó, porque me había olvidado que tenía un equipo detrás de mí. Vivo lejos de mi familia… a estados de distancia… y estoy tan acostumbrada a estar sola. He estado tan acostumbrada a “hacer todo” que olvidé que tengo un sistema de apoyo detrás de mí. Si no pedimos ayuda, a lo mejor no es porque nosotros no lo tengamos. Tal vez es porque no estamos dispuestos a pedir a los millones de personas que están allí para nosotros. Tan sólo hay que usarlos con mayor frecuencia.
Cuando usted tenga pensamientos de sentirse culpable por dejar a su familia, o “elegirse a usted” por encima de ellos, estoy aprendiendo que no es un tema el elegir o decidir quién es más importante; es, “¿qué estoy haciendo para mejorar mi persona y toda mi familia?” Somos el corazón de la casa. El corazón humano es el músculo más fuerte en el cuerpo humano. Es la que da la vida, la que mantiene todo unido y ,si no lo atiende, poco a poco el resto del cuerpo se deteriorará. Por lo tanto, sea un poco egoísta y haga las cosas que quiere hacer. ¡Después de todo lo que hace, sin duda se lo merece!
¡Esta semana, la reto a encontrar un día y elija algo que desee hacer! Separe tiempo para eso y llévelo a cabo, y hágame saber cómo le fue en los comentarios. ¡Me encantaría saber de usted! Me despido con una de mis citas favoritas del presidente Gordon B. Hinckley, un anterior profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él dijo:
“Saque brillo y perfeccione los talentos que el Señor le ha dado. Avance en la vida con un brillo en sus ojos y una sonrisa en su cara, pero con un gran y fuerte propósito en su corazón. Ame la vida y busque sus oportunidades…”