La siguiente historia pertenece a Stacey Blake. Prepárate para intentar no llorar.
Diagnóstico y primeras complicaciones
En 2017, me diagnosticaron una enfermedad pulmonar rara y grave llamada hipertensión pulmonar. Acababa de dar a luz a nuestra hija, Navey, cuando comencé a tener complicaciones y fui llevada a la UCI. Allí me realizaron una prueba que reveló la enfermedad.
Poco después, recibí una bendición del sacerdocio de mi esposo, Casey, quien dijo que, debido a mi fe, sería sanada. En ese momento, creí en esas palabras, pero con el pasar de los años, empecé a dudar. Vivía con esta enfermedad y con medicamentos que, aunque me mantenían con vida, me causaban mucho dolor.
Fe y promesas
A medida que mi calidad de vida disminuía, pensé que mi milagro y las promesas de sanación llegarían en la próxima vida. Sin embargo, Casey se mantenía firme en su fe, recordándome constantemente:
“No solo dije eso en tu bendición porque lo deseaba, realmente lo sentí”.
Un par de años después de mi diagnóstico, el presidente Russell M. Nelson visitó nuestra conferencia de estaca y, al final de sus comentarios, dio una bendición a los presentes, afirmando que los enfermos serían curados. Casey y yo nos miramos emocionados, pues sus palabras resonaban de manera similar a la bendición que él me había dado años atrás.
La montaña del trasplante
Más tarde, me informaron que necesitaba ser incluida en la lista de trasplantes de pulmón, lo cual fue devastador. Aunque los medicamentos mantenían la enfermedad bajo control, me causaban mucho dolor, pero prefería seguir tomándolos. Un trasplante de pulmón acorta significativamente la esperanza de vida. Sin embargo, sin previo aviso, el medicamento dejó de funcionar y tuve que enfrentar la realidad del trasplante.
Escalando con fe
Acepté la situación, pensando que tal vez así el Padre Celestial cumpliría Su promesa de sanación. Recordé una cita de Sheri Dew:
“Rara vez mueve las montañas que están frente a nosotros, pero siempre nos ayuda a escalarlas”.
Esa cita se convirtió en un tema para mí y mi círculo de apoyo; si seguíamos escalando, alcanzaríamos la cima con la ayuda de un amoroso Padre Celestial y Jesucristo.
Hubo momentos en los que la escalada fue muy difícil. En una ocasión, le dije a mi esposo: “¿Puedo ser honesta? No quiero hacer esto, pero lo haré”. Él me abrazó y dijo:
“En los días en que no puedas escalar, estaré allí para llevarte”. Y así fue.
Un milagro en Navidad
El día de Navidad de 2022, recibimos la llamada de que había un conjunto de pulmones de un donante perfecto para mí. Aproximadamente una semana después de la cirugía, tuve una experiencia que me mostró que Cristo es consciente de nosotros y cumple Sus promesas. Al principio, me recuperaba bien, pero luego tuve complicaciones y fui reintubada.
En una noche particularmente difícil, mientras me esforzaba por conciliar el sueño en el hospital, deseé que Casey orara en voz alta. Aunque no podía hablar, él tomó mi mano y, de repente, escucho la voz de mi dulce esposo mientras me sostiene de la mano diciendo:
“Padre celestial, hemos tenido algunas noticias difíciles hoy, necesitamos tu ayuda”.
Dijo todo lo que necesitaba que dijera y todo lo que estaba pensando. Fue un consuelo y un recordatorio para mí de que Cristo y el Padre Celestial eran conscientes de nosotros, y con nosotros, en una de nuestras horas más oscuras.
Una nueva esperanza
Superé la recuperación y mi calidad de vida mejoró considerablemente. Aunque no estoy libre de dolor o desafíos, gracias a Cristo y Su Expiación infinita, puedo enfrentar los altibajos de mis pruebas y subir a la cumbre.
Qué agradecida estoy por un Padre Celestial amoroso y y por el hermano mayor Jesucristo, que conocen mi sufrimiento y el sufrimiento de todos nosotros.
No soy la única que está luchando con esta difícil prueba. Sé que hay muchos de ustedes que pueden estar sufriendo y soportando cargas inimaginables. Por favor, no se rindan y tengan presente que no estás solo.
Confíen en el Salvador y Su expiación y esperen que los milagros vengan en su camino, tanto grandes como pequeños.
“No tengas miedo, solo cree”. Si haces esto, te prometo, que cuando tus piernas se debiliten y estés demasiado cansado para continuar escalando, nuestro Salvador te llevará en sus amorosos brazos y te llevará a la cima.
Fuente: LDSliving