El Aprendizaje de los niños
Los niños aprenden de manera muy rápida. Tengo una larga lista de cosas que quiero aprender que a veces veo con envidia a la gente pequeña de mi alrededor y sus cerebros milagrosos. ¿Cómo puedo hacer tiempo para mis estudios? A medida que he observado a los niños pequeños hay dos pequeñas lecciones que impactan enormemente mi capacidad de aprender.
Lección número 1: esperanza infantil, la parábola de caer
Cuando los niños están aprendiendo a caminar, se caen mucho. Me vuelve loca cuando trato de atraparlos y ayudarlos. Es imposible evitar que alguna vez caigan. Al principio ni siquiera pueden permanecer de forma estable, se tambalean y contornean. Cuando por fin pueden dar un paso, es increíble y son aplaudidos. A través de todo el proceso, damos por sentado que algún día caminarán. Cuando caen los levantamos con palabras de aliento y esperanza.
Aprender cualquier cosa es como aprender a caminar. Voy a tambalearme y caer. ¿Cómo me hablo a mí misma cuando estoy aprendiendo? ¿Puede usted imaginarse hablando con un niño de esa manera? ¿Se imagina un bebé aprendiendo a caminar, que cae y usted le dice “¡estúpido bebé! ¡Nunca vas a aprender a caminar!”? ¡Nunca haríamos eso! ¡Incluso pensarlo es una locura! Sabemos que el bebé va a ser capaz de caminar. ¿Sabemos que vamos a ser capaces de aprender?
¿Y si empezamos a hablar con nosotros mismos como nos dirigimos a un niño que aprende a caminar? Nuestras caídas y fracasos no son menos que una parte del proceso de aprendizaje. ¿Qué pasa si, cuando fallamos, decimos: “¡Puedes hacerlo! ¡Levántate! ¡Está bien!”? Cuando acepto que esa caída es inevitable, con esperanza infantil puedo concentrar mi energía en el aprendizaje en lugar de maltratarme a mí misma. La esperanza me mantiene aprendiendo más. Me ayuda a aprender más rápido, ya que estoy dispuesta a probar cosas que la desesperación me impediría intentarlo. Nunca esperaremos que un bebé pase de gatear directamente a correr… ¿qué pasaría si tuviésemos esperanza en nuestra propia capacidad natural de aprender y la paciencia de la esperanza para permitirnos un tiempo?
Lección número 2: claridad infantil, dejar todo por lo que quieres
Mi pequeño hijo tenía un pequeño tren de madera. Lo llevaba a todas partes. Cuando por fin se quedaba dormido abríamos sus regordetes deditos, para retirar el tren y suavizar su mejilla por las huellas que las ruedas habían hecho. Si alguna vez se perdía, el mundo se detendría hasta poner todo de cabeza para encontrarlo. Amaba ese tren. No importa lo mucho que amaba a ese motor, si me acercaba con la comida cuando tenía hambre, él lo dejaría caer por algo tan simple como una fresa. No había ningún pensamiento, ni debate en ello. Él simplemente dejaba caer el tren de inmediato y extendía la mano para recibir la fresa. Claridad Infantil.
¿Cuán rápido puedo identificar lo que quiero? Una vez que determino que quiero algo, ¿estoy dispuesta a sacrificarme para ello? He encontrado que la elección entre el estudio y lavar la ropa es fácil. Lavar la ropa nunca gana. ¿Qué pasa con Facebook, o juegos, o correo electrónico o ver la televisión? Si yo solo sacrifico mis deberes eso es insostenible. En algún momento, se tienen que lavar los platos y se tienen que pagar las facturas. Tengo que aprender claridad infantil para identificar lo que quiero y lo que debo soltar para que esto ocurra.
Todavía estoy aprendiendo estas lecciones. Me dieron una guitarra para Navidad. Quería una hace mucho tiempo. Ya me imagino a mí misma sentada alrededor de una fogata tocando y cantando con mi familia. He tenido algunos intentos en el camino en el último mes. Tomó más tiempo de lo que quería para que crezcan callos en mis dedos y no me duelan al tocar. No soy tan rápida como me gustaría y aparentemente los dedos pueden tropezar con ellos mismos, ciertamente como los pies pueden. En mi determinación de aprender bien, aún sólo conozco tres acordes. Afinar la guitarra ha sido un reto y he roto cuerdas… ¡sólo ha pasado un mes! Siento que entiendo la esperanza infantil.
Aún estoy aprendiendo sobre la claridad… El otro día estaba tratando de aprender a tocar “Lean On Me”. Mientras estaba sentada allí disfrutando de mi hijo de ocho años de edad que cantaba y mi pequeño bebé bailaba con la música, mi hija mayor entró y dijo “La señora B se preguntaba si ella podía venir y hablar durante unos minutos, mamá”. La buena sensación desapareció. La habitación era un desastre. Aún no me había duchado y mi cabello estaba hecho un desastre. La señora B y yo hablamos, se hizo cargo del tema que vino a hablar y se fue. Colgué mi guitarra y empecé a atender mi tarea más apremiante del día… frustrada de que no tenía más tiempo para tocar la guitarra sin culpa. Había sacrificado lavar la ropa y limpieza de la casa por tocar la guitarra. No había sacrificado Facebook o los mensajes de correo electrónico no esenciales que había escrito. Yo había visto un partido de baloncesto. Vamos. Puedo hacer esto. Puedo encontrar la manera de equilibrar mi vida. Puedo resolver que necesidades dejar y de esta manera hacer lo que quiero hacer.
¿Qué quiere aprender? ¿Qué necesita sacrificar por ello? ¿Cómo va a abrazar las muchas caídas a lo largo del camino?
Britt Kelly