El Libro de Mormón, el cual los mormones usan como un libro que acompaña a la Biblia, contiene una poderosa historia de un misionero que arriesga su vida para llevar a su pueblo a Cristo, y lo que ocurre cuando se convierte una sola persona al cristianismo. A pesar de que no sabemos nada de la vida del misionero antes del día en que puso un pie en la ciudad para compartir su mensaje de fe en Jesucristo, el breve momento en el tiempo que sí conocemos ha causado una profunda impresión en los mormones que lo leen y creen en ello.
El nombre del misionero es Abinadí y su historia se puede leer gratis en línea en LDS.org. Se inicia en Mosíah 11 del Libro de Mormón. Mormón es un apodo que a veces se utiliza para describir a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El Libro de Mormón: Un rey malvado
El rey Noé (no el Noé que construyó el arca) era extremadamente malvado. Él tomó muchas esposas y concubinas, no porque Dios le dijera sino porque aumentaba su poder y prestigio. Él realizaba fiestas salvajes y vivía una vida indisciplinada. Hizo caso omiso de las enseñanzas justas de su padre y comenzó a poner impuestos fuertes a su pueblo con el fin de sostener su estilo de vida, que incluía edificios de lujo y grandes fiestas. Quitó a los sacerdotes justos y los reemplazó con sacerdotes que vivían de la gente y le decían al rey lo que él quería oír y predicaban lo que les permitiera a las personas tener una vida más fácil. Como resultado, el pueblo mismo se convirtió en un pueblo inicuo.
Después de una pequeña victoria militar, se volvieron extremadamente orgullosos. Fue en ese momento que Abinadí comenzó a profetizar advertencias para ellos. Advirtió que si no se arrepentían de sus pecados y comenzaban a volver al camino, Dios los entregaría a sus enemigos y dejaría que fueran tomados en esclavitud.
Un misionero en el Libro de Mormón arriesga su vida
No es necesario decir que el rey Noé estaba furioso. Él le preguntó a Abinadí quién pensaba que él era para ir juzgando al rey. Dijo que el hombre sólo estaba tratando de crear problemas y exigió que trajeran al misionero ante él. Abinadí escapó, pero regresó dos años más tarde y comenzó a predicar de nuevo. Rápidamente lo arrestaron por profetizar la muerte del rey Noé y la destrucción del pueblo si no elegía arrepentirse. Cuando Abinadí les predicaba, citando las escrituras bíblicas, le preguntaron qué significaban las palabras que había enseñado. Señaló que si eran sacerdotes, deberían saber qué significan tales palabras y les preguntó qué era lo que ellos enseñaban.
Ellos dijeron que enseñaban la ley de Moisés, la cual fue dada que se trataba de antes del nacimiento de Cristo, aún estaba en vigor. Sin embargo, Abinadí señaló que, aunque la enseñaban, no la vivían ellos mismos.
Intentaron matarlo por orden del rey, pero él les advirtió que Dios había prometido protegerlo hasta que terminara la entrega de su mensaje. Cuando se dieron cuenta de que su rostro resplandecía, decidieron creer que él estaba protegido y así pudo continuar con su mensaje. Él les dijo que después de terminar su mensaje, no le importaba lo que le ocurriera ya que era salvo.
La Expiación en el Libro de Mormón
Un mensaje importante que Abinadí les enseñó es el siguiente:
“Y además, os digo que la salvación no viene sólo por la ley; y si no fuera por la expiación que Dios mismo efectuará por los pecados e iniquidades de los de su pueblo, éstos inevitablemente perecerían, a pesar de la ley de Moisés” (Mosíah 13:28).
Explicó que la Ley de Moisés había sido creada como un programa muy básico para principiantes para un grupo de personas que no estaban viviendo en todo su potencial. Una vez que se produjo la expiación de Jesucristo, la Ley ya no se practicaba. Durante varios capítulos más, continuó predicando la expiación y la importancia de comprender que la salvación requiere un Salvador y el Salvador sería Jesucristo. Luego, en el capítulo 17, ocurre un milagro. Uno de estos sacerdotes, un joven llamado Alma, es receptivo a las palabras que Abinadí está hablando. Esto le permite al Espíritu Santo testificarle que Abinadí está diciendo la verdad y Alma acepta el testimonio del Espíritu Santo y se convierte inmediatamente.
Él habló audazmente, pidiendo al rey Noé que excusara a Abinadí. El rey lo echó fuera, pero entonces envió a sus guardias para encontrar y matar a Alma. Alma pasó a la clandestinidad y comenzó a registrar todo lo que podía recordar del sermón de Abinadí. Mientras tanto, Abinadí fue asesinado acusado de decir que Dios vendría a la tierra, un cargo que les llevó tres días cumplir. Él fue quemado y, habiendo cumplido con lo que vino a hacer, que era enseñar a Alma, murió.
Alma fue la única conversión de Abinadí, pero Dios no se fija en los números. Esta conversión era importante, al igual que todas las conversiones. Alma empezó a compartir en silencio su testimonio con otros que estaban receptivos al mensaje y bautizaba a los que creían. Organizó una iglesia que era muy diferente de la del rey Noé, con sacerdotes que tenían empleo privado y hacían su trabajo religioso sin remuneración con el fin de evitar la corrupción. Él restableció los mandamientos y enseñó a la gente a vivir vidas morales de obediencia significativas para Dios y de servicio a los necesitados.
Cuando el grupo se hizo más grande, el rey Noé tuvo conocimiento de ello. Una vez que los guardias encontraron su lugar secreto y se les mandó a matar a los creyentes, Alma, habiendo sido advertido, reunió a su pueblo y huyeron al desierto.
Establecieron una iglesia y un reino propio y crecieron, llevando el Evangelio de nuevo a la gente. Cuando Jesucristo vino a América después de Su resurrección, los descendientes de Alma y los descendientes de aquellos que se convirtieron estuvieron entre los que vieron al Cristo Viviente.
El poder de la conversión al cristianismo es que nos ayuda a descubrir quiénes somos y nos protege de las influencias indeseables. Una vez que Alma fue convertido, él entendió que las cosas que el rey Noé enseñaba y hacía estaban equivocadas y él sabía a dónde acudir para saber lo que era verdad. Aprendió que podía orar por la verdad y también que podía escudriñar las Escrituras, en lugar de escuchar las enseñanzas egoístas de un hombre injusto. El poder de la conversión también nos hace querer compartir lo aprendido con los demás. Esto significa que el cristianismo puede aumentar de forma exponencial a medida que más personas están dispuestas a compartir el gran mensaje y dar un buen ejemplo.
Este artículo fue escrito por
Terrie Lynn Bittner