El poder de una llamada telefónica – Mi conversión

Trabajé como una co-animadora y productora en un programa asociado de radio de las 7 de la noche a la medianoche en Charlotte, North Carolina, más o menos por la época de las Olimpiadas de Invierno en Salt Lake en 2002. “The Nite Show” – como era llamado – cubría noticias y entretenimiento locales, programado con música. Inevitablemente, el animador del programa empezó un corto de radio sobre poligamia y nosotros (como cada miembro de la comunidad de entretenimiento) bromeamos sobre la práctica pasada de la Iglesia. En particular, sabía un poco sobre los mormones porque estuve saliendo con él que ahora mi esposo y él había sido un miembro inactivo de la Iglesia desde que tenía12 o 13 años. Así que sabía un poco sobre ella.

 

Así que en el trabajo esa noche – tal como cada noche – recibimos llamadas telefónicas durante la música y los comerciales, una llamada llegó personalmente para mí. En el otro lado de la línea había un muchacho quien estaba conduciendo a través de un área del norte de donde se encontraba la estación de radio. Dijo que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días  y me oyó en el aire. Me preguntó que porqué estaba haciendo chistes de los mormones. Recuerdo que le respondí algo así “¡Oiga! Mi esposo solía ser un mormón – ¿por qué no ustedes conducen sus bicicletas hasta mi puerta?” El muchacho que llamaba me dijo que si quería alguien en mi puerta él lo podría arreglar. Hablamos unos minutos, era un muchacho agradable así que le di mi número de teléfono celular.

En retrospectiva, era extraño que me hubiera sentido lo suficientemente cómoda con un extraño en el teléfono para darle mi número personal. Ahora creo que fueron los susurros del Espíritu que me hicieron querer saber más acerca de lo que él estaba hablando.

 

Después de eso, el programa de radio terminó al final de la noche, me olvidé de la llamada. Unos días después los misioneros  llamaron y sorprendí a mi esposo al decirle que quería saber más sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Tenía muchas preguntas como, “¿De dónde venimos?”, “¿A dónde vamos cuando morimos?”, “¿Por qué hay tantas religiones en el mundo?”, “¿Existe Dios?”Si existe, ¿por qué Dios tuvo profetas en el Antiguo y Nuevo Testamento, pero no para nosotros ahora? ”. Los misioneros contestaron estas preguntas (el plan de salvación dio la respuesta a todas ellas) y más, fue como resolver un rompecabezas. El Libro de Mormón tuvo sentido completo para mí. Además – admitiéndolo – en ese tiempo inicial de mi conversión tenía que obtener un fuerte testimonio del trabajo de José Smith, el Libro de Mormón habló a mi corazón.

 

“Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra; creed que él tiene toda sabiduría y todo poder, tanto en el cielo como en la tierra; creed que el hombre no comprende todas las cosas que el Señor puede comprender.” (Mosíah 4:9)

 

El mensaje asombroso que La iglesia de Jesucristo había sido restaurada fue humilde – pensé que sabía mucho de la Iglesia. A pesar de eso, todavía me sentía como una importante hija de Dios que recibió el mensaje que Él había enviado. Me bauticé unas semanas después.

 

Estoy agradecida al decir que desde que me uní a la Iglesia, he obtenido un testimonio de José Smith así como un testimonio de la Expiación y parece continuar creciendo y desarrollándose.

 

Recientemente estuve en una reunión de ayuno y testimonios, un hombre joven se paró y fue al estrado. Nos dijo que estaba de visita de otro barrio. Testificó sobre como las pequeñas decisiones inspiradas pueden hacer grandes cambios para bien. Nos dijo que una noche cuando estaba conduciendo su auto, escuchando la radio, y se sintió impulsado de llamar al disc jockey para preguntarle porqué ella se estaba burlando de los mormones. El joven dijo que había oído que ella se había bautizado y era miembro de la Iglesia SUD. Mi esposo y yo nos miramos con incredulidad. Después de la reunión, fui y me presenté a mi misma al hombre quien tomó esa pequeña decisión de llamarme, la cual al final, trajo a mi familia de regreso a la Iglesia.

 

Sé que Dios me ama porque han ocurrido en mi vida coincidencias como ésta. Él nos da a todos nosotros la habilidad inherente de reconocer los dulces dones del Espíritu y La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos anima a fortalecerlos.

 

“…de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.” (Efesios 1:10)

 

Por Freddi Hammer el 27 de noviembre de 2007.

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