Jesucristo, durante su ministerio en la tierra, “Recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”. (Mateo 9:35) También les dio la autoridad para sanar enfermos, y otros poderes del sacerdocio a sus discípulos. Un ejemplo de esto se encuentra en el Nuevo Testamento, donde Santiago dice, “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará. (Santiago 5:14-15)
Nuestro Padre Celestial ama a todos Sus hijos. Están incluidos aquellos que vivieron en la Tierra Santa durante el ministerio de Cristo sobre la tierra, así como también todos nosotros en la tierra hoy. El sacerdocio, o el poder para actuar en el nombre de Cristo, ha sido restaurado a la tierra. En 1829, José Smith recibió el sacerdocio, conferido por medio de la imposición de manos por mensajeros angelicales: Juan el Bautista, Pedro, Santiago y Juan de los Doce Apóstoles originales de Cristo.
José Smith, con su ordenación del sacerdocio, también recibió la autoridad de organizar y presidir sobre la iglesia de Cristo en la tierra. Esta es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o “los mormones”. Hoy día los poseedores del sacerdocio deben ser miembros dignos de la Iglesia y apartados por medio de la imposición de manos por alguien que ya posee el sacerdocio. De esta manera, cualquier línea de sacerdocio puede ser trazada de vuelta a esos seres celestiales que ordenaron a José Smith, y luego hasta Cristo mismo.
El sacerdocio trae también el poder de bendecir y sanar a los enfermos y afligidos. De acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, los poseedores del sacerdocio que son dignos, tienen el poder para sanar a aquellos que tienen la fe para ser sanados. La persona que está enferma debe ejercitar fe en el poder de Jesucristo…Las personas no siempre se sanan después de una bendición del sacerdocio, pero nuestro Padre Celestial contesta nuestras oraciones de la mejor manera para nosotros. Él sabe que algunas personas pueden hacerse más fuertes y aprender a vivir con sus enfermedades y sus incapacidades. Otros no son sanados porque no es la voluntad de nuestro Padre Celestial.
Las bendiciones del sacerdocio pueden ser una fuente de consuelo para aquellos que están enfermos. Mediante nuestra fe, y de acuerdo con la voluntad del Señor, las personas pueden ser sanadas de sus aflicciones. Esta es otra bendición maravillosa de nuestro Padre Celestial que siempre está consciente de nuestras necesidades.
Por Katie Parker el 14 de febrero de 2008.