“Cada paso que des, cada movimiento que hagas. Estaré vigilándote”. ¿Quién diría que esta canción emblemática de los años 80 se convertiría en una realidad tan viva? A medida que la tecnología mejora, también lo hace la capacidad de acechar a los demás. Ahora usted puede encontrar esta terminología perturbadora, y no me encuentro aquí para negar esa locura, simplemente para iluminar y llamar la atención sobre nuestras tendencias y comportamientos actuales.
Para empezar, me llamó la atención los avances en los medios de comunicación social que se dan a través de las plataformas. ¿Han oído hablar de la nueva aplicación de Facebook que permite a sus amigos saber si usted se encuentra dentro de una cierta distancia de kilómetros de ellos? Piense en cómo eso va a revolucionar el noviazgo y el cortejo. ¡En lugar de tener que depender de los encuentros casuales ahora fácilmente se puede estar de manera conveniente en el mismo lugar al mismo tiempo! ¿Qué hay sobre Tinder? La aplicación que permite a las personas determinar la atracción antes incluso de hablar entre sí. ¿Qué implicaciones tienen estas herramientas en nuestras interacciones con los demás?
¿Cuántos de ustedes se han dado cuenta que estaban sentados conversando con alguien, escuchando hechos o historias sobre su vida que ya sabían porque los sigue en Twitter, Instagram, Google +, Pinterest y Facebook? O tal vez lo que es peor, ¿cuántos de ustedes se han dado cuenta que estaban distraídos a causa del dispositivo electrónico cuando alguien estaba hablándoles de tal forma que se perdieron de toda la conversación y terminaron asintiendo o diciendo “así es”, la mayor parte del tiempo? ¿Preferiría buscar a alguien que está en línea que hablar con una persona que se sienta a su lado en el autobús o en la fila de la tienda? ¿Conoce a su vecino de al lado, así como conoce los detalles de la vida de un amigo de la escuela secundaria que nunca volvió a verlo?
En Predicad Mi Evangelio se nos enseña: “Usted está rodeado de personas. Pasa a un lado de ellas en la calle, las visita en su hogar y viaja entre ellas. Todas ellas son hijos e hijas de Dios y hermanos y hermanas de usted. Dios les ama a ellas tanto como le ama a usted”. Creo que nuestra capacidad de comunicarnos con los demás les demuestra lo mucho que nos preocupamos por ellos. Dado que todos somos hijos de Dios, ¿no nos merecemos ser tratados de esa manera? Si Cristo estuviera en la habitación con una persona ¿Cuánta atención Él le daría? Si Él viviera al lado de la casa ¿Cuánto servicio Él haría? ¡Es un pensamiento humilde para mí! Jeffrey R. Holland enseñó: “Aún más importante que hablar es el escuchar”. Para nuestros propósitos, yo añadiría: más importante que los mensajes de texto, Twitter, acoso en Facebook, Pinterest, es escuchar. A medida que aprendamos a escuchar a los demás seremos más como el Salvador.
Por último, y probablemente la implicación más importante de estar siempre viendo a la gente, es que estamos constantemente al tanto de los demás y de cada uno de sus movimientos. Esto nos hace muy susceptibles al orgullo de la comparación. Sea honesto con usted mismo: ¿cuántas veces en el último mes ha pensado en algo parecido a “¡Caramba, su vida parece perfecta!”, o “¡La está pasando bien!”? La gente tiende a poner a la superficie los buenos momentos de la vida en la web, por lo general la gente evita poner sus imperfecciones a disposición del público.
“Comparar nuestra debilidad con los talentos de los demás o nuestros talentos con los de aquellos que son verdaderamente privilegiados puede ser desalentador y puede disminuir nuestro sentido de autoestima” (Merrill J. Christensen, Comparación, Conflicto y Valor individual, Brigham Young University Discursos, julio de 2007).
Yo no puedo hablar por los demás, pero esto sin duda ha sido un problema para mí muchas veces. Cuando navego en los medios sociales, veo dos cosas en la página de noticias. En primer lugar muchas fotos de compromisos y bodas. Segundo, muchas fotos de los hijos de las personas haciendo cosas lindas y divertidas. Todas estas cosas son muy emocionantes, pero ha habido momentos en que veo estas imágenes y me pregunto qué ocurre conmigo ya que no he recibido este tipo de dones. Como si no fuera lo suficientemente vergonzoso, a veces pienso en las razones por las que son raras o extrañas, o por qué tengo ese talento o digo que es ese el talento que ellos no tienen. Seguramente estoy más preparada de lo que ellos están para tener esos dones. Todos estos pensamientos son del adversario intentando quitarme la alegría. El hermano Christensen lo resume muy bien cuando dice: “La comparación compulsiva puede robarnos el gozo que aún podríamos experimentar cuando expresamos los talentos que hemos recibido y el talento de los demás”.
Por favor, no me malinterpreten, realmente valoro los maravillosos recursos tecnológicos que el Señor ha dispuesto para nosotros. Como una gurú de las redes sociales en el trabajo los utilizo mucho más que la mayoría de la gente. La lección, que probablemente se aplica para mí, es que tenemos que recordar que ante todo somos hijos de Dios. Debemos tratar a los demás como tales, y no comparar nuestras debilidades o fortalezas con los que nos rodean. No queremos que nos roben el gozo y la experiencia de la vida.