Si eres un padre creyente Santo de los Últimos Días, tu mayor esperanza es que tú y tus hijos estén juntos por la eternidad. Pero, con el aumento de la desafiliación de la Iglesia, muchos padres, quizá incluso la mayoría, tiene o tendrá hijos adultos que ya no creen o creerán.
La frase “que no hayan sillas vacías” es parte del léxico de los Santos de los Últimos Días y se utiliza para describir los deseos de los padres de tener a todos sus hijos con ellos por la eternidad.
Es una imagen poderosa que refleja la hermosa doctrina de las familias eternas que se encuentra en el Evangelio restaurado de Jesucristo. Al igual que tú, amo a mis hijos y deseo que todos ellos tengan las bendiciones de las familias eternas. Algunos incluso lo aplican para tener a todos sus hijos juntos al mismo tiempo con ellos en el templo.
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Busqué la historia del término y el primer uso significativo que pude encontrar fue el de la Conferencia General de abril de 1984 cuando el Presidente Benson dijo:
“Como padres y abuelos en Sion siempre ha sido mi esperanza y la de mi esposa que todos estemos, juntos en las eternidades, que todos seamos dignos, que no haya ninguna silla vacía”.
Algunos indican que el término provino de Lucy Mack Smith, que dijo:
“Debemos apreciarnos las unas a las otras, ampararnos las unas a las otras, consolarnos mutuamente y adquirir instrucción, para que todas lleguemos a sentarnos juntas en el cielo”.
Puedes encontrar la frase en Pinterest, en blogs e incluso hay una canción con ese título, que fue escrita por Kapp Perry y Orrin Hatch.
Entonces, ¿qué debemos hacer cuando uno de nuestros hijos nos diga que ya no cree en las prácticas y las doctrinas de la Iglesia? ¿Qué hacemos si sentimos que tenemos sillas vacías?
Tengo hijos adultos que ya no creen y he hablado con otros padres en la misma situación. También he hablado con docenas de adultos que ya no creen en cómo sus padres reaccionaron a su cambio de fe. Aprendí que cada situación es diferente. Pero, aquí hay algunas ideas comunes que pueden ser de gran ayuda para aquellos que tengan hijos que ya no creen.
1. No prediques ni des sermones
Predicar casi nunca es útil. Al responder a la pregunta, “Si tengo una familia o amigos que son menos activos, ¿qué tan lejos voy en mis intentos de traerlos de vuelta?”, el Presidente Ballard dijo:
“Mi respuesta es ¡por favor, no les prediques! Tus familiares o amigos ya conocen las enseñanzas de la Iglesia. ¡No necesitan otro sermón! Lo que necesitan, lo que todos necesitamos, es amor y comprensión, no críticas”.
Cuando he hablado con aquellos que ya no creen, me dicen que cuando un padre predica, incluso si proviene del amor, crea división, cierra la discusión y hace más difícil mantener una relación cercana.
Peor que predicar sería intentar manipularlos para que vuelvan a creer. Pero, existen maneras positivas de responder para crear una relación duradera y de amor.
2. Escucha para entender y validar
A menudo, cuando alguien deja la Iglesia, una de sus preocupaciones más grandes es si aquellos que lo rodean, especialmente sus padres, lo seguirán amando y aceptando. La mejor manera en la que puedes demostrar que lo aceptas es escuchándolo y dejando que te diga qué es importante para él.
Te sentirás tentado a interrumpir y decirle que está equivocado, intentarás dar tu testimonio o formular una respuesta, pero no lo hagas. Solo escucha lo que quiere decirte. Se paciente.
Es probable que solo te cuente un poco de lo que lo llevó a sus nuevas creencias. Pero, si escuchas de una manera que genere confianza, te compartirá todo lo que cree, eso te brinda la oportunidad de expresar tu amor y aceptación continua.
Podría tomar meses y años. Mientras escuches, asegúrate de validar sus pensamientos. Eso no significa que tengas que estar de acuerdo. Validar significa que puedes aceptar que sus sentimientos y pensamientos son reales para ellos. Es una forma de demostrar empatía.
3. Usa palabras que afirmen, no uses etiquetas
Siempre usa palabras que afirmen cuando hables con o sobre tu hijo adulto. Si usas etiquetas, como “apóstata”, “anti Santo de los Últimos Días”, “agnóstico” o “no creyente”, reduces a una persona real con sentimientos, esperanzas y sueños a una sola palabra que a menudo se utiliza para describir a un enemigo o alguien que está afuera para destruir la obra de Dios.
Las etiquetas le demuestran a tu hijo que no quieres entenderlo, sino que piensas de manera simple y negativa. Es mejor describir su fe como una creencia diferente, que ya no cree en las enseñanzas de la Iglesia o que ya no asiste a la Iglesia. Estos términos muestran menos juicio y proporcionan más terreno para construir una relación significativa y de amor.
4. Acéptalos y ámalos plenamente
Haz todo lo que puedas para que sepan que los amas y los aceptas por completo. Asegúrate de que sus diferencias en creencias no definan su relación.
Cada situación es diferente, pero para mí significa que no importa si toman café a mi alrededor, si piden vino cuando vamos a cenar y si llevan a su pareja a las vacaciones familiares.
Hago lo que sea necesario para hacerles saber que los amo, incluso con nuestras diferencias. Les he dicho a mis hijos que no importa lo que hagan, los amaré y aceptaré. He hecho todo lo posible para que puedan creerlo.
5. Recuerda el libre albedrío y el amor de nuestros Padres Celestiales
No tengas miedo de las decisiones de tu hijo. Un elemento esencial del Evangelio es el reconocimiento del albedrío de una persona, su habilidad para escoger por sí mismos lo que creen y cómo viven. Luchamos por eso y estamos agradecidos de tenerlo en nuestras vidas y debemos respetarlo y honrarlo en nuestros hijos.
El Evangelio enseña sobre el amor perfecto que nuestros Padres Celestiales tienen por Sus hijos. Sus esfuerzos por nuestra felicidad y crecimiento son ilimitados en tiempo y esfuerzo. Nos aman perfectamente. Nuestra creencia nos da esperanza, no temor.
6. Cuídate
Creo que el desafío más difícil para los padres está cuando se dan cuenta de que las esperanzas y los sueños que tenían en sus hijos probablemente no se hagan realidad. Estos desafíos incluyen cuando un hijo elige una manera diferente de creer. Amamos a nuestros hijos y, si eso sucede, nos afligimos. Es real, emocional y duele. Debemos encontrar maneras de sanarnos de nuestro propio dolor.
Encuentra el apoyo que necesitas para que te puedas sanar. Pero, encuentra una manera personal de afligirte y lidiar con tu dolor. Decirle a tu hijo lo difícil que es esto para ti es inútil. Lo saben. Todavía eres el padre y necesitas ayudar a tu hijo a saber que lo amas a pesar de todo.
Y no te culpes a ti mismo.
Conclusión
En mi casa, mi esposa y yo aún hablamos sobre no tener sillas vacías. Sin embargo, hablamos de no tener sillas vacías en la mesa de la cena, alrededor de la piscina, en las vacaciones, en los eventos de su vida y en todas las sillas de la vida de nuestros hijos.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por David Ostler y fue publicado en ldsliving.com con el título “6 Tips for Parents of Adult Children Who Don’t Believe in the Church”.