¡Me encanta la música! Literalmente, siempre estoy tocando en el fondo. Hay algo en esto que es tan reconfortante, tan nostálgico, a veces casi como entrar en una máquina del tiempo, o hablar con tu mejor amiga. Tengo cerca de 20 estaciones Pandora programadas y establecidas para mis diferentes estados de ánimo. La música, para mí, es como un baño de burbujas, pero para mis oídos. Me gusta pensar de mí misma como bastante en onda con la música nueva, así que por supuesto, sintonicé los Premios Grammy la semana pasada. También me encanta el drama, así que estaba en sintonía con mis palomitas de maíz lista para ver al cantante que tendría el rendimiento más escandaloso del cual todo el mundo estaría hablando al día siguiente. Bueno, por más que me encanta la música, no disfruté del espectáculo. La música parece haber pedido su energía. Solía ser sobre la letra, los instrumentos y la forma en que te hacía sentir. Ahora, parece ser sobre quién puede provocar una reacción más grande y estar en la mayoría de los titulares.
Al día siguiente, en lugar de escuchar sobre quien llevaba el mejor vestido, o cuya presentación fue mejor, leí un par de artículos. Uno era sobre Natalie Grant y la otra sobre Mandisa, dos nombres tal vez no tan ampliamente conocidos como por ejemplo, Beyoncé o Katy Perry, pero ambas cantantes respetables que fueron nominadas a los premios.
Natalie Grant, cantante cristiana aclamada por la crítica, fue nominada a dos premios Grammy de música góspel. Ella asistió al espectáculo y causó furor cuando decidió levantarse y salir a mitad del espectáculo. Ella nunca dijo específicamente por qué se fue, sólo que necesitaba salir. Debido a esto, ella fue muy criticada, y pueden imaginarse las especulaciones de los medios de comunicación como razones por las que salió del espectáculo. Sin embargo, su respuesta fue honorable, ya que declaró que ella nunca dijo que fue una presentación o una persona que provocó que se fuera.
En respuesta a las críticas, ella declaró:
“No he juzgado a nadie. No odio a nadie. Y creo que cada persona ha sido creada a imagen de Dios. Nunca voy a estar en una esquina de la calle moviendo pancartas, no voy a usar mi plataforma para discusiones políticas que sólo dividen y no unen. Voy a seguir orando para que mi vida sea mi mensaje”.
Mandisa, también cantante cristiana, fue nominada y ganó dos premios Grammy, pero prefirió quedarse en casa para “proteger su fe. ” Ella dijo en medios sociales y Twitter:
He estado luchando con estar en el mundo y no ser parte de él recientemente. He caído presa de la seducción de la carne, el orgullo, y los deseos egoístas un poco recientemente… Yo sabía que sumergirme en un ambiente que celebra estas cosas era arriesgado para mí en este momento. Estoy tomando medidas para renovar mi mente para convertirme en la mujer centrada en el Padre Celestial, completamente satisfecha con Jesús, y dirigida por el Espíritu Santo que sentí que era hace unos meses, pero me siento un poco como un niño aprendiendo a caminar de nuevo con las piernas temblorosas.
En el programa de Mujeres Jóvenes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos Últimos Días, cuyos miembros a veces son llamados mormones, las mujeres jóvenes tienen un lema en el que basamos nuestras clases que enseñamos todos los meses. El año pasado fue “Permaneced en lugares santos”. Después de leer estos dos artículos, no pude dejar de pensar en el gran ejemplo que ellas son de este lema. Estas dos celebridades no tienen miedo de defender lo que creen, y están orgullosas de su fe cristiana. Cuando acepté escribir para Blog SUD, estaba tan emocionada por la oportunidad pero también estaba nerviosa porque no siempre he sido tan abierta acerca de mis creencias. Es una gran parte de mi vida, y eso se nota a través de esto, pero tiendo a alejarme de cualquier conversación profunda al respecto. Muchos de nosotros vamos a la Iglesia los domingos, pero cuando preguntan sobre nuestro fin de semana por lo general sólo hablamos de la última película que vimos, o sobre una cena familiar que pudimos haber tenido y dejamos de lado que fuimos a la Iglesia el domingo. ¿Por qué es así? ¿Es el miedo al rechazo? ¿Miedo de lo que nuestros amigos puedan pensar o decir? Reflexioné cómo he hecho esto en mi propia vida, y sentí que tengo que mejorar al defender mis creencias sin miedo.
Mi joven familia mormona
Desde que tuve a mi hija, me he dado cuenta de lo importante que es ser un ejemplo ahora, para que cuando ella crezca y se enfrente a las tentaciones de la vida, ella pueda saber y sentirse cómoda con lo que es y ser una mujer de fe, como estas dos cantantes lo son. Me encanta cuando Natalie Grant dijo: “Voy a seguir orando para que mi vida sea mi mensaje”. He aprendido que la manera en que vivo mi vida dice mucho más acerca de lo que soy como una persona que todo lo que pueda decir o predicar. ¿Cuál es el viejo refrán? “¿Las acciones hablan más fuerte que las palabras?” Tuve una experiencia con mi hija hace unos meses que fue una gran revelación para mí.
He compartido con ustedes mi amor por la tecnología y mi teléfono y mi hija se percató de esto. Si no tenía mi teléfono cerca de mí, ella me lo traía porque está acostumbrada a verme con el teléfono todo el tiempo. Ese momento me hizo preguntarme si sabía lo mucho que amo a mi Salvador. ¿Sabría quién es Él si lo señalara en una imagen? ¿Sabe que no puedo vivir sin el evangelio y Cristo en mi vida? ¡Hablo acerca de poner las cosas en perspectiva! Sé que amo a mi Salvador, pero ¿esto se refleja en mis acciones? ¿En mi actitud? Yo quiero que ella lo sepa al verme a mí y a mis acciones que amo a mi Salvador y tengo un testimonio de Él. Más importante aún, quiero que ella sepa quién es Cristo, y gane ese mismo testimonio.
Me encanta que estas mujeres no hayan tenido miedo sobre todo de estar en el ojo público y la industria de la música, donde es tan difícil mantener sus valores, para que el mundo sepa que aman a su Salvador, y están orgullosas de la vida que viven. Espero ser ese tipo de ejemplo para mi hija y que por mis acciones otras personas sepan quién soy y en que creo. Todos deberíamos esforzarnos por ser un poco más valientes.