El matrimonio es una de las más grandes bendiciones que podemos vivir, pero conlleva decisiones muy delicadas. Algunos matrimonios prosperan, pero otros, por situaciones delicadas, no encuentran más solución que el divorcio.
Cuando eso ocurre, puede que te preguntes: ¿Acaso no sentí la guía del Espíritu al casarme? Algunos luchan con esa pregunta hasta que vuelven a casarse y de pronto, surge otra pregunta más grande: ¿Qué hubiera pasado si…?
Si hoy sientes que tu matrimonio está vacío y miras atrás preguntándote si no debiste haberte divorciado, este mensaje es para ti. Si los errores pasados de tu matrimonio te causaron cicatrices, Dios puede transformarlas en sabiduría. Solo debes preguntarte: ¿Qué puedo aprender de esto?
Deja de mirar atrás

Todos, en algún momento, hemos dudado de algunas decisiones. Cuando se trata del matrimonio, a veces miramos atrás con la sensación de que arruinamos algo que Dios había preparado para nosotros. Pero incluso en esos momentos, el Señor siempre está presente.
El primer paso para sentir paz es reconocer que no podemos devolver el tiempo atrás esperando retomar las bendiciones y promesas que dejamos.
Para encontrar guía en medio de la confusión, podemos seguir la invitación de los profetas:
“Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te dirigirá para bien… y si haces estas cosas, serás enaltecido en el postrer día”.
Aunque sientas remordimiento por haber terminado tu matrimonio anterior, puedes escoger aprender de tus circunstancias actuales para crecer más como discípulo de Jesucristo, solo así los sentimientos de culpa dejarán de ser fuertes con el tiempo.
El amor a la manera de Cristo

Si tu matrimonio actual está pasando por crisis con tu cónyuge, puede que te sientas tentado a mirar tu matrimonio anterior como un escape de tus dificultades matrimoniales actuales, pero huir nunca es la solución.
En cambio, el Señor nos manda a amarnos:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros”.
Si estás en conflicto con tu cónyuge actual, el Señor te invita a amar a esa persona como Él la amaría. Esto no significa hacer como si nada pasara, sino ver a tu cónyuge con la mirada de Cristo, aun cuando tus emociones te contradigan.
Ahora, en el matrimonio hay varias maneras de sentir el amor verdadero. No todo es romance. Puedes recurrir a la paciencia, la oración o al perdón. Solo así, la caridad sanará tu relación matrimonial. Tal como declaró Moroni:
“La caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día, le irá bien”.
Consultar y confiar en el Señor

Entonces, ¿regreso con quien fue mi cónyuge anterior? ¿o sigo luchando por salvar mi matrimonio actual a pesar del yugo desigual? La verdad es que nadie más que el Señor puede responderte.
Cada matrimonio es distinto, pero su éxito siempre depende de la misma fuente: Jesucristo en el centro de la relación. Recuerda que los desafíos en el matrimonio y en la vida no necesariamente se solucionan al empezar de nuevo con alguien, sino al empezar de nuevo con uno mismo.
Mientras buscas revelación personal para tomar la mejor decisión sobre tu situación matrimonial, recuerda la enseñanza del élder Gordon B. Hinckley:
“Naturalmente, habrá problemas a lo largo del camino; habrá dificultades que superar, pero no durarán para siempre. [Dios] no [los] abandonará… Sepan que Él [los] protege, que Él escucha sus oraciones y las contestará”.
En el amor, como en la fe, no hay finales definitivos si Dios está presente. El Señor no solo restaura matrimonios, sino también restaura corazones y hoy puede darle claridad al tuyo.
Fuente: Meridian Magazine



