“Ustedes son el corazón de la obra del Señor.”
Con estas palabras llenas de gratitud y reverencia, el presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, rindió homenaje a las madres en una emotiva publicación por el Día de la Madre.
El presidente Eyring compartió un recuerdo entrañable: durante más de dos décadas, su madre llevó con orgullo un pequeño prendedor con la frase: “La caridad nunca deja de ser”. Aunque ese prendedor pasó a sus manos con el tiempo, lo más valioso que heredó fue el amor perdurable de su madre, reflejo del amor del Señor.
“El legado perdurable que mi madre dejó a su familia fue algo más que el pin. Era su amor y el amor del Señor, que yo veía y sentía en las cosas sencillas que ella hacía”.
Un corazón que abraza a muchos
En su mensaje, el presidente Eyring también recordó a su amada esposa, Kathleen, como una mujer que reflejaba el amor del Salvador en todo lo que hacía.
Ella fue una influencia maternal no solo para sus propios hijos, sino para más de cien miembros de su familia directa y cientos más que encontraron refugio en su “corazón maternal”.
“Mostró el amor del Salvador por medio de su compasión, su fidelidad y su servicio”.
Caridad: el amor que transforma generaciones
Reflexionando sobre la función divina de la maternidad, el presidente Eyring dijo:
“Aunque no conozco plenamente todos los propósitos del Señor al dar la responsabilidad principal de educar a las hermanas fieles, creo que tiene que ver con su divina capacidad de amar”.
Y es que ese tipo de amor —el que siente las necesidades de los demás más profundamente que las propias— es la definición misma de la caridad, el amor puro de Cristo.
Un agradecimiento que trasciende
En un mundo que muchas veces pasa por alto lo sagrado en lo cotidiano, el presidente Eyring elevó una voz de gratitud hacia todas las madres que aman como Cristo amó:
“En este Día de la Madre, expreso mi sincera gratitud a las madres que aman con caridad semejante a la de Cristo, que fortalecen la fe y que edifican a la nueva generación con esperanza y ternura”.
Su mensaje no solo honra a las madres, sino que reconoce su papel esencial en el plan del Señor, al declarar con firmeza:
“Ustedes son el corazón de la obra del Señor”.
Un legado que sigue vivo
En cada acto de ternura, cada enseñanza con fe, y cada oración ofrecida en silencio por un hijo, el legado de las madres continúa escribiéndose con amor eterno. El prendedor con la frase “La caridad nunca deja de ser” ya no está solo en la solapa de una madre, sino en los corazones de todas aquellas que aman como Cristo ama.