El matrimonio es uno de los temas más debatibles y mediáticos en la actualidad. Para muchos, simplemente se trata de un documento que carece de importancia y que resulta innecesario.
Estos pensamientos son impulsados mayormente por la gran cantidad de divorcios e infidelidades que suceden cuando todo parece hermoso, hasta que de pronto nacen emociones fuertes hacia otra persona. ¿Esto quiere decir que el matrimonio tiene fecha de caducidad?
Una nueva dosis de dopamina

En la cultura popular, como en películas, videoclips o hasta en revistas, se nos vende la idea de que el amor depende de la emoción. Este concepto se ha convertido en una filosofía peligrosa en el mundo que nos rodea. Muchas personas aconsejan que si ya no sientes lo mismo por tu pareja, entonces la relación se terminó, pero eso no es así.
Como miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nuestra perspectiva es que el matrimonio es un compromiso de amar y acompañar a tu cónyuge en cada momento y ese compromiso no tiene por qué terminar incluso si afloran emociones fuertes hacia otra persona.
Jesucristo enseñó:
“Y la caridad es sufrida y es benigna, y no tiene envidia, ni se envanece, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente… La caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre”.
Los matrimonios estables son aquellos que requieren compromiso y caridad más que simplemente emoción. Si amamos a nuestro cónyuge como Cristo ama, nada ni nadie podrá reemplazar nuestro compromiso de permanecer para siempre a su lado.
Cuando la “química” se desvanece

Otro de los motivos por los cuales el matrimonio no debería depender solo de la “química” radica en la sencilla razón de que esa química no se mantendrá intacta por siempre y eso es normal. Después de todo, cada matrimonio tiene sus altibajos como cualquier etapa de la vida.
Es fácil que la química y la emoción del matrimonio se vayan desvaneciendo cuando surgen desafíos, y es allí donde el enemigo comienza a trabajar para desviar nuestra mirada hacia alguien más. Pero cuando vemos el matrimonio como un compromiso, recibimos la fortaleza para desviar los pensamientos impuros y luchar al lado de nuestro cónyuge.
El presidente Gordon B. Hinckley enseñó:
“El matrimonio… es la unión entre un hombre y una mujer bajo el plan del Todopoderoso. Puede ser frágil. Requiere cuidado y mucho esfuerzo”.
Esta enseñanza nos recuerda que, si bien la emoción es fuerte al comenzar un matrimonio, el deber de cada esposo y esposa es esforzarse por mantener y cuidar esa emoción.
Matrimonio exitoso en el Libro de Mormón

Un ejemplo es el matrimonio de Lehi y Saríah en el Libro de Mormón. Su matrimonio atravesó una crisis cuando Lehi pidió a sus hijos que regresaran a Jerusalén, de donde habían escapado, para obtener las planchas de bronce. Como ellos tardaban, Saríah temió lo peor sobre sus hijos y se quejó con su esposo diciendo:
“Tú nos has sacado de la tierra de nuestra herencia, y mis hijos ya no existen y nosotros pereceremos en el desierto”. (1 Nefi 5:2)
Aunque Saríah se mostró en conflicto con Lehi, él optó por respetar su compromiso con ella y con Dios en lugar de enojarse y apartarse de Saríah. Él también trató de aliviarla con palabras de ánimo hasta que sus hijos regresaron. En ese momento, Saríah reconoció la bondad de Dios y dijo:
“Ahora sé con certeza que el Señor ha mandado a mi marido que huya al desierto; sí, y también sé de seguro que el Señor ha protegido a mis hijos”. (1 Nefi 5:8)
Matrimonios como los de Lehi y Saríah también pueden ocurrir en nuestros tiempos si evitamos caer en el engaño de Satanás y empezamos a ver el matrimonio como un compromiso eterno al que vale la pena aferrarse.
Fuente: Meridian Magazine




Mi esposa después de 15 años de matrimonio me dice que hace muchos años no siente nada por mi y me pidió el divorcio yo sigo orandole a Dios para que restaure el sentimiento de ella hacia mi
Raul, seguimos orando contigo. Confiar en Dios y perseverar en la oración puede traer consuelo y guía en momentos difíciles del matrimonio.