“Es muy difícil cuando amas a alguien y le das tu lealtad y energía, pero sabes que hay una parte importante de ti que aún te falta. ¿Puede funcionar esa relación?”
Pregunta
He estado saliendo con un hombre durante varios años. Él es maravilloso en todas las formas posibles y encajaríamos a la perfección sino fuera por una sola cosa, no compartimos la misma religión. Él no es tolerante con mis creencias sobre los Santos de los Últimos Días y practica otra fe cristiana.
Oramos y estudiamos la Biblia juntos, y me complace asistir a los servicios dominicales de su Iglesia ya que son después de los míos; sin embargo, después de un par de asistencias a mi capilla, él ya no desea ir conmigo a los servicios de adoración de los Santos de los Últimos Días.
Podría vivir con eso, pero él cree plenamente que somos un culto y no quiere que lea el Libro de Mormón, que practique mis tradiciones culturales o que hable sobre nuestras doctrinas a su alrededor.
Lo amo y no quiero perderlo, pero siento que me está pidiendo que sacrifique una parte fundamental de mí misma. Amo a este hombre. Quiero casarme con él, pero también me siento reprimida. ¿Puede funcionar nuestra relación?
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Respuesta
Muchas gracias por escribirme. Es muy difícil cuando amas a alguien y le das tu lealtad y energía, pero sabes que hay una parte importante de ti que aún te falta.
Tengo muchos amigos de otras religiones cristianas que aman mucho la Biblia y creen que es la última y única palabra de Dios, así que puedo entender su punto de vista. Muchas personas buenas han desarrollado una fuerte inclinación en contra de las creencias de los Santos de los Últimos Días, considerándolas como una herejía.
Yo, por supuesto, no estoy de acuerdo con ello, y los veo como una extensión de la base que el Señor puso en la Biblia. Me imagino que tú también lo haces.
Hay muchos factores que considerar aquí, y sé que sin duda los has pensado. La pregunta clave es si es que es tu objetivo tener un matrimonio en el templo por la eternidad. No pienso que sea justo para tu novio que esperes a que él se convierta. No dijiste eso, pero es una idea que dejaré aquí.
Si bien un tercio de los matrimonios entre persona de distintas religiones terminan en la conversión de la otra pareja a nuestra fe, al menos dos tercios de esos matrimonios no lo hacen.
Si estás esperando que esté junto a ti en el altar del templo, puede que salgas herida y con cierto resentimiento si es que eso no sucede, lo que a su vez no es justo para él cuando ha dejado claro que, en su opinión, eso nunca sucederá.
Dicho esto, no me opongo a los matrimonios de fe mixta. Pueden ser hermosos, felices y exitosos. Conozco parejas maravillosas en esa situación. Pero las dos personas deben entrar con los ojos bien abiertos.
Estadísticamente, es más probable que esos matrimonios terminen en divorcio, en gran parte debido al tipo de intolerancia y supresión de la que estás hablando.
Esto puede llevar a conflictos poco saludables e intentos de control, sin mencionar la falta de armonía de los valores divergentes. Las parejas de fe mixta que prosperan comparten un aprecio saludable y tolerancia por las creencias, prácticas y culturas del otro.
Conozco a una mujer de los Santos de los Últimos Días y a un hombre judío que están muy felizmente casados, pero esto se debe a que ambos practican abiertamente sus creencias, respetan mutuamente las doctrinas y tradiciones de los demás, y su familia no recibe ninguna religión en específico.
¡Sus hijos afortunados! Ellos celebran Hanukkah y Navidad, aprenden de la Torá, la Biblia y el Libro de Mormón y les permiten elegir lo que ellos desean.
En ese sentido, tu pareja no necesita creer lo que tú crees, pero si él ni siquiera puede permitir la expresión de tus creencias en su presencia, si no puedes hablar de ellas, mirar una Conferencia General o leer el Libro de Mormón cuando él está alrededor, lo que él está diciendo en realidad es: “Amo partes de ti, pero no todo de ti.”
Dices que es un buen hombre, por lo que le daré el beneficio de la duda, pero no me sorprendería que este comportamiento de control aparezca también en otras áreas.
Aún si no es así, si es sólo en esta área y proviene de una preocupación genuina por el bienestar de tu alma, ¿qué es lo que se te pide que sacrifiques por esta relación? ¿Vale la pena? ¿Estás dispuesta a renunciar a las bendiciones del Evangelio restaurado, no porque él no crea en ellas, sino porque pretendes limitar la práctica y la recepción de las mismas?
Siento la impresión de compartir una enseñanza del Salvador:
“El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí.
Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.”—Mateo 10: 37-39
Si eso te resulta algo difícil, llévalo con el Señor, pero recuerda que “Él no hace nada a menos que sea para el beneficio del mundo; porque él ama al mundo.” (2 Nefi 26:24).
Cada enseñanza, mandamiento y principio, especialmente los que nos resultan difíciles, son para nuestro beneficio y gozo. Recuerda la enseñanza del profeta José Smith:
“Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, ni la gloria que seguirá después de mucha tribulación.
Porque tras mucha tribulación vienen las bendiciones. Por tanto, viene el día en que seréis coronados con mucha gloria; la hora no es aún, mas está cerca.” (Doctrina y Convenios 58: 3-4).
Casarte con este hombre significaría sacrificar ver la Conferencia General, tu compromiso pleno con la actividad de la Iglesia y regocijo con los demás por tus creencias compartidas con ellos.
Conozco personas que están de acuerdo con ello. Están enamorados de alguien de una fe diferente a la suya y quieren compartir su vida con esa persona. Estoy bien con eso. La gente tiene albedrío y pueden tomar sus decisiones.
Conozco parejas que son extremadamente felices, pero los Beatles estaban equivocados cuando cantaban “todo lo que necesitas es amor”. También necesitas libertad para creer y practicar esas creencias. Necesitas la habilidad de dejar que tu luz brille y, en un lenguaje más moderno, permitirte “Ser tú”.
¿Mi consejo? Dile a este hombre que para que esa relación funcione, así como tú estás feliz de que él sea un cristiano practicante, él también tiene que estar de acuerdo con que seas una Santo de los Últimos Días.
De lo contrario, estarías estableciendo un precedente que él puede usar para silenciar cualquier cosa sobre ti con la que él no esté de acuerdo. Esa no es una base para un matrimonio feliz en el futuro.
Si él no puede hacer eso, deberás terminar esa relación. Dolerá en el momento, pero también evitará que ambos sufran aún más en el futuro.
Dios los bendiga a ambos. Les deseo a ambos la habilidad de vivir fieles a sus creencias.
Este artículo fue escrito originalmente por Jonathan Decker y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Ask a Latter-day Saint Therapist: How Can I Make My Interfaith Relationship Work?”