Como adulto soltero y miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días siempre me sorprende el número de actividades y cosas que nos ayudan a estar involucrados. Ayer, por ejemplo, estuvimos en la iglesia de 9 a 12pm, una cena a las 5:30pm, una noche cerca a la chimenea a las 7:00pm, el coro de barrio a las 8:15pm, y una actividad de barrio a las 9pm ¡Todo eso en un sólo día! El resto de la semana se ve algo como esto: lunes de noche de hogar, martes de reunión, miércoles de instituto, jueves de templo por la noche. Estas actividades son maravillosas y me siento agradecido por la oportunidad de hacer nuevos amigos y probar experiencias nuevas. Sin embargo, a veces pienso que olvidamos que está bien decir no y no sentirse culpable completamente.
Parte de esta culpa, sin percibirla, la introducen en nosotros otras personas que tienen buenas intenciones y que están tratando de ayudarnos. Él día de ayer, mi amigo me dijo: “He estado en varias de sus actividades de barrio en el último mes y no tú no has estado allí”. Otro amigo me dijo, “¿Dónde has estado? Últimamente no has estado participando” Admito que al principio estaba un poco sorprendido por este supuesto problema que estaba teniendo; pero mientras pensaba en eso, vino a mi mente un mensaje mormón que decía: “Si tienes demasiadas cosas que hacer y te encuentras sobrecargado, intenta enfocarte en los partes más pequeñas de la vida”. En la parte inferior aparecía una referencia a Mosíah 4:27. La escritura dice: “Y mirad que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además, conviene que sea diligente, para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden”. Como miembros de la iglesia, afirmo que uno puede estar activo y no estar en la capacidad de asistir a todas las reuniones que hay. Existe una variedad de actividades con el objetivo de alcanzar una audiencia generalizada.
En el himno 220, de nuestro himnario, aprendemos que no podemos juzgar a nuestro prójimo, ya que nosotros mismos andamos imperfectamente. En el corazón tranquilo se halla oculto el dolor que el ojo no puede ver. Mi hermana volvió a su primera actividad de barrio después de mucho tiempo ya que había estado luchando contra una enfermedad. Una de las personas estaban presente se sintió frustrada porque no la veía participar en la parte deportiva de la actividad. No entendían por qué no se paraba y participaba. No sabían que ella todavía se estaba recuperando. No sabían que le haría sentir incómoda el decir: “En realidad, he estado enferma; creo que será mejor que no participe”. Después de insistir en animarla, finalmente tuvo que decirles que la dejaran en paz. No conocemos a las personas o sus razones, pero posiblemente tengan una muy buena justificación ¡Tenemos que dar a la gente el beneficio de la duda! Hay momentos en que la gente realmente necesita un poco de ánimos para que sepan que queremos que se sientan incluidas y que participen. Sin embargo, tenemos que tener cuidado de no cruzar la línea. La caridad es la clave en este intento.
Por último, afirmo que la cosa más importante que tiene que preguntarse es por qué está asistiendo a estas actividades ¿Está asistiendo sólo para decir que ha estado presente? ¿Estás tratando de quedar bien o sentirse como si fuera más recto que otras personas de su entorno? O ¿Está asistiendo para ayudar a otras personas? ¿Está asistiendo para obtener conocimiento y ser mejor? O quizás ¿Simplemente para hacer amigos y pasar un buen rato? Cualquiera sea la razón, asegúrese de que sea la correcta.