Irene Gilchrist de Calgary, Alberta, Canadá tiene un hijo que actualmente se encuentra sirviendo en una misión a tiempo completo en el Templo de Arizona. Hace poco, ella compartió su historia de conversión conmigo y ¡pienso que ustedes la disfrutarán tanto como yo!
Una semana antes de que lo misioneros llegaran a mi puerta, había echado a otra pareja religiosa (no SUD) de mi departamento.Fui criada como Católica Romana y hasta hoy tengo padres devotos a su fe.
Permítame comenzar haciéndoles saber que cuando estas dos hermanas misioneras llegaron a tocar mi puerta, estaba dormida y no me sentía muy bien. Para mi asombro, cuando ellas me dijeron que deseaban hablar conmigo sobre Jesucristo, las invité a pasar (con mucho para mi propia sorpresa). No había estado activa en mi fe por muchos años.
Durante los primeros quince minutos en los que compartieron conmigo la historia de José Smith, me invitaron a un bautismo. Debo decirle que nunca me había sentido tan conmovida por un evento de esa naturaleza y hasta hoy me encanta pensar en la primera visión.
Cuando llegamos a la Iglesia (debo agregar que en taxi, ya que le había prestado mi auto a uno de mis hermanos), se bautizaban un hermano gemelo, que estaba en quinto grado, y su familia. Estuve profundamente conmovida por la ceremonia de bautismo y por el Espíritu que reinaba en aquella sala. Ese fin de semana fue el más extraordinario de toda mi vida (hasta ese momento). Los misioneros me invitaron a asistir a la Iglesia al día siguiente y quería gozar más de aquel sentimiento cálido y apacible que penetró todo mi ser.
La primera semana de charlas fue maravillosa, no podía esperar a escuchar el próximo principio que aprendería y pondría en práctica. Luego, después de hablar con algunos compañeros de trabajo, supongo que empecé a sentirme ansiosa y asustada. Mandé a los misioneros en algo como una cacería inútil, ya que no quise responder el teléfono ni estar disponible para citas. Finalmente, les hice saber que estaba saliendo de la ciudad. (Pobres misioneros, debo haberles decepcionado mucho). Bueno, la mano del Padre Celestial se manifestó en mi vida y en una semana o más durante la Reunión de Ayuno y Testimonio, me puse de pie y le dije a la congregación que quería ser bautizada.
Fui bautizada el 26 de marzo de 1976 en Ottawa, Ontario, Canadá. Mi futuro esposo estaba muy involucrado con los misioneros y frecuentemente preguntaba por cómo me iba en la Iglesia hasta aquel momento. Por ese entonces, él estaba en la pequeña rama francesa en Hull, Quebec y yo más bien, a pesar de ser franco canadiense, había decidido asistir al barrio inglés en Ottawa. Gracias a sus esfuerzos en parte, yo podía ayudar a los misioneros de habla francesa en los límites de la rama y finalmente, empezamos a salir juntos – un período corto hasta que se fue a la BYU-Provo para continuar con su educación.
Tom (mi esposo) finalizó un semestre, regresó (después de proponerme matrimonio por teléfono) y nos casamos en abril de 1977. La fecha elegida tenía algo que ver con su papá, que había sido llamado a servir como Patriarca en la región de Ottawa. ¡Cómo esperamos un año exactamente después de mi bautismo! La familia de mi esposo vino desde Inglaterra en los años ochenta y fueron parte de los pioneros (Joseph Harker y Susannah Sneath). Estoy muy agradecida por su devoción y sacrificio, por el amor que han transmitido a su posteridad.
Aunque hasta este momento, mi familia no está interesada en la Iglesia, no tengo duda alguna en mi mente y en mi corazón que el Señor nos ayudará a tocar sus corazones cuando sea el momento adecuado. Mi esposo y yo hemos sido llamados a servir en el barrio de Jóvenes Adultos Solteros (Barrio Brentwood en Calgary). Tenemos cinco hijos (2 han servido y 1 está actualmente sirviendo en la Misión Arizona Tempe).
¡Me encanta mantenerme en contacto con mi misionera! De hecho, fui a visitarla un domingo mientras estaba en Utah hace casi dos años.Ella estaba emocionada(ambas lo estábamos), nos abrazamos y recordamos las experiencias especiales que tuvimos cuando ella estaba sirviendo en mi ciudad natal de Hull, Quebec.
En total tenemos 5 hijos, 3 nueras (una de Hyrum, Utah; otra de Soda Springs, Idaho; y otra de Edmonton, Alberta) y 5 nietos.No puedo creer que los siervos del Señor fueron capaces de encontrar mi alma rebelde, conmoverme tanto con su dulce espíritu y compartir el mensaje del evangelio restaurado.
¡Que viaje maravilloso! Con los altibajos de la vida,no cambiaría nada por esto. Amo a mi Salvador y sé que me dirige y guía cada día.
Por Trina Boice el 04 de febrero de 2008