En las últimas semanas hemos sido testigos de los múltiples atentados alrededor del mundo. Estos lamentables acontecimientos han generado sentimientos de tristeza, dolor, desconsuelo, impotencia y hasta rencor.
Gracias al evangelio de Jesucristo restaurado sabemos que debemos ayudar a nuestro prójimo y no podemos ser indiferentes al sufrimiento de nuestros hermanos en el mundo. Sin embargo, consideramos que por encontrarnos lejos de los países en tragedia no podemos y nos limitamos a poner un filtro con la bandera de Francia en nuestro perfil de Facebook.
A continuación mencionaré 5 maneras de cómo podemos ayudar a pesar de estar lejos:
- Una oración de corazón por todos. La oración es una comunicación especial con nuestro Padre Celestial. Cuando Jesucristo estuvo en La Tierra, siempre oró al Padre para pedir por todo el género humano. Pidió hasta por las personas que lo ofendieron (Mateo 6:9-13). Él es nuestro mejor ejemplo, oremos también por las personas que generan y ejecutan todos los atentados. Oremos para que entendamos que todos los que estamos aquí en la tierra somos hijos de un solo padre y sentimos tan igual que los otros.
- Infórmate y utiliza las redes sociales de forma óptima. Está claro que las palabras pueden ser más letales que una bomba. Antes de compartir algún contenido con respecto a lo sucedido, recurre a fuentes confiables para enterarte de la verdad. De esa forma comparte la información correcta y podrás emitir juicios de valor.
- Presta servicio a alguien cercano a ti. El presidente Thomas S. Monson dijo: “Somos las manos del Señor aquí en la tierra… ¿Cuántas veces se han sentido conmovidos al ver las necesidades de otra persona? ¿Cuántas veces han sentido la intención de ayudar? Pero las actividades diarias se han interpuesto y han dejado que la ayuda la den otros. Estamos tan ocupados en la vida cotidiana pero si diésemos un paso atrás y mirásemos bien lo que estamos haciendo, nos daríamos cuenta que nos hallamos sumidos en cosas sin importancia. Ruego que las palabras de un conocido himno penetren nuestra alma y se aniden en nuestro corazón: “¿En el mundo acaso he hecho alguno un favor? ¿Le hecho sentir que es bueno vivir? ¿He dado a él sostén? ¿He hecho ligera la carga de él porque un alivio le di? O acaso, ¿al pobre logré ayudar? ¿Mis bienes con él compartí? Ese servicio al que todos hemos sido llamados es el servicio del Señor Jesucristo. Si nos esforzamos por escuchar oiremos a la distancia la voz que le dijo al otro “¡Bien, buen siervo y fiel!”
- Ofrece una contundente donación. En estos tiempos, son innumerables las instituciones que recolectan ayuda para los necesitados. Podemos contactar con ellos y ofrecer alimentos, ropa, útiles de higiene, medicina. Sin embrago, procura que ésta ayuda no sea lo que te sobra en el almacén porque de esa forma esta ayuda se convertiría en una limosna. Recuerda que debemos servir con verdadera intención.
- Sed de buen ánimo. Puede que esta última recomendación sea un poco complicada valorando que se trata de situaciones lamentables, pero el Señor en D y C 78:18 dijo: “Y no podéis sobrellevar ahora todas las cosas; no obstante, sed de buen ánimo, porque yo os guiaré. De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras.”