Un día mientras me alistaba para el trabajo, mi enérgico y precoz hijo de 6 años de edad, irrumpió en el cuarto y me dijo arrogantemente, “voy a elegir el mal”. ¡Me alarmé! ¿Qué pudo haberlo llevado a tomar una decisión tan inesperada?
“¿Por qué quieres elegir el mal?”, pregunté.
“Porque”, respondió con picardía, “así puedo hacer prácticamente lo que quiero”.
Y así, la batalla comienza. . .
Criar buenos “guerreros de los últimos días” es la gran misión de los padres. El momento en que nuestros pequeños guerreros entran en la tierra, debemos ser conscientes y consistentemente prepararlos para la batalla con Satanás, su enemigo más brutal.
Como Élder M. Russell Ballard nos recordó: “Existe una urgente necesidad. .. para ayudar a nuestros jóvenes a entender, amar, valorar, y vivir de conformidad con las normas del Evangelio. Los padres y la juventud deben luchar unidos en defensa de un sagaz y pérfido adversario. Debemos esforzarnos por vivir el Evangelio con la misma dedicación, eficacia y determinación con las que ese adversario se esfuerza por destruirlo y destruirnos a nosotros. (M. Russell Ballard, “Como una llama Inextinguible”, Conferencia General, abril de 1999)
Tres Estrategias para criar a los jóvenes guerreros
Día a día, a través de medios pequeños y sencillos, podemos fortalecer nuestra fe y la fortaleza de la familia. La casa es un campo de entrenamiento crucial para ayudar a los niños a aprender comportamientos que durarán toda la vida y que proporcionarán una mayor protección durante los tiempos personales de prueba y tentación.
El Libro de Mormón describe este tipo de hogares y a los padres que criaron a jóvenes soldados valientes a pesar de las circunstancias difíciles. Aunque vivieron en un tiempo y lugar diferente, su historia contiene paralelismos significativos y estrategias de combate críticos para los guerreros de los últimos días.
Primero, sus casas eran campamentos de entrenamiento de la familia.
Las madres de estos jóvenes guerreros eran sus maestras, no de la primaria, ni de la escuela dominical, no sus líderes juveniles, ni tampoco sus obispos, no eran el Centro de Capacitación Misional, ni sus presidentes de misión, ni tampoco líderes militares. Al parecer, éstas mujeres justas del Libro de Mormón tenían su propio plan de batalla. Como comandantes a cargo de sus propios mini ej[ercitos, sus casas se convirtieron en los campamentos de entrenamiento especializados, donde sus hijos fueron entrenados y se les enseñó en maniobras tácticas religiosas.
Del mismo modo, los padres de familia de los últimos días deben construir excelentes fortalezas familiares que aseguren una fuerte defensa contra Satanás y sus aliados. El presidente James E. Faust nos animó a construir santuarios espirituales en contra de la “decadencia moral” que afecta a la sociedad. No debemos permitir que las malas influencias contaminen nuestro propio espacio espiritual.
Por lo tanto, hay que estar atentos en nuestro uso de Internet, televisión, teléfonos celulares, libros, revistas, música y películas. La hermana Linda S. Reeves, Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro advirtió: “Si lo que vemos, leemos, escuchamos, o elegimos hacer no va de acuerdo con las normas del Señor. . . apáguenlo, rómpanlo, tírenlo, evítenlo y cierren la puerta”. (Linda S. Reeves, Dignas de las promesas prometidas, Conferencia General 2015). Proteger el frente interno es fundamental para mantener a los niños libres de las hazañas corrosivas de Satanás y ganar la guerra contra la maldad.
Un aspecto clave de cualquier campo de entrenamiento militar es rutinas diarias que enseñan disciplina, forman el carácter, aumentan la fuerza y la resistencia, y tonifican los músculos. Del mismo modo, rutinas religiosas diarias y semanales, tales como la noche de hogar, la oración familiar y el estudio familiar de las Escrituras son la formación básica de las tropas bajo nuestra tutela. Transformar soldados de los últimos días en santos requiere una formación religiosa rigurosa para nuestros jóvenes reclutas si esperamos aumentar la fuerza espiritual y construir testimonios.
Segundo, los jóvenes guerreros se protegieron con la armadura de Dios.
Día tras día tras día, a través de hábitos rectos, sus madres ayudaban a sus hijos a vestir sus propias armaduras del Evangelio, y cuando llegó el grito de guerra, ellos estaban preparados. Dos mil jóvenes marcharon a la batalla protegidos con toda la armadura de Dios. Si sus madres hubieran esperado hasta que sus hijos fueran desplegados para que comenzaran a enseñarles, hubiera sido fatal.
Nuestros jóvenes guerreros también necesitan una armadura personal para esos momentos cuando se encuentran fuera de nuestra protección y nuestra fortaleza familiar. Al igual que las madres de los guerreros del Libro de Mormón, podemos ayudarles a portar la armadura interior que proporcionará un mayor valor y confianza para sus encuentros diarios con el mal.
Los testimonios basados en la fe, la oración, y las escrituras no suceden por accidente. Toma tiempo y esfuerzo. Se necesita sacrificio y dedicación. Escudos espirituales fuertes se forman durante toda una vida de opciones saludables y continuos y de constante obediencia.
Esta protección personal ayuda a nuestros hijos a “apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16) y es su mejor oportunidad de supervivencia en un mundo asediado por asesinos espirituales. Ciertamente Satanás tiembla cuando ve a un padre y a una madre portar fielmente la armadura por sus hijos.
Tercero, sus padres eran notables modelos de conducta.
Cuando estos padres fieles lamanitas fueron convertidos al Evangelio, enterraron sus armas de guerra en honor a su convenio de guardar la fe. Sus enseñanzas rectas, ejemplos poderosos y testimonios personales dejaron una impresión duradera en sus hijos pequeños.
Los padres de familia de los últimos días también deben llevar la carga en contra del pecado y Satanás. Los generales en el ejército de Dios saben que pasivamente sentados en el banquillo no van a salvar a sus hijos. Dios necesita líderes que se paren con valentía a la cabeza de su propio mini ejército para defender la verdad y la justicia. Se necesita líderes que entiendan el plan y no se rindan, no se den por vencidos, ni que tampoco retrocedan.
Los niños son muy perceptivos. Ellos se dan cuenta de cualquier discrepancia entre nuestra dedicación a nuestro programa favorito de televisión o de la actividad de Internet y de nuestra dedicación a la noche de hogar, a la oración familiar, al estudio familiar de las Escrituras, la asistencia al templo, la observancia del día de reposo, o las visitas que hacemos como maestros orientadores o maestras visitantes. Criar guerreros valientes de los últimos días requiere líderes valientes de los ùltimos días.
Sin embargo, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, la batalla no siempre sale según lo planeado. Mi familia sin duda ha tenido fallos. Yo conozco muy bien las luchas para perseverar cuando hay un motín en las filas. Como el presidente James E. Faust dijo, “Hay hijos que podrían en prueba la sabiduría de Salomón y la paciencia de Job”. Incluso si se pierde la batalla de hoy, siga hacia adelante con fe. El objetivo final es ganar finalmente la guerra.
¡Rendirse no es una opción! Nos enfrentamos con un enemigo que nunca duerme, nunca se detiene, y nunca se desliza. No se detendrá ante nada para destruir a nuestras familias. Esta es una guerra con pocas reglas o restricciones, y Satanás nunca se retira voluntariamente. Él no es un aficionado. Él va a hacer cualquier cosa para interrumpir, distraer, destruir o desalentar nuestros intentos de criar guerreros justos de los últimos días.
Y así, la batalla continúa. Estamos seguro que es una batalla cuesta arriba. Pero en esta lucha por las almas de nuestros hijos, no luchamos solos. A medida que valientemente sufrimos, tenemos la seguridad de que Cristo estará en nuestra diestra y siniestra y sus ángeles alrededor de nosotros para sostenernos (véase D. y C. 84:88). “¿No hemos de seguir adelante en una causa tan grande?” (D. y C. 128: 22). ¡Hasta la victoria!
Artículo escrito por Debbie Bowen. Publicado en inglés en LDSliving.com. Traducido al español por Mariela Viernes.