En el Libro de Mormón se nos enseña que hemos venido a esta tierra para tener gozo. En medio de toda la adversidad que este mundo puede generar, uno de los objetivos por el que estamos aquí es para tener gozo. Aunque esto es cierto, y doy testimonio de que así es, es necesario que pasemos por momentos difíciles en la vida que nos traerán dolor, tristeza, pesar.
Nuestro amoroso Padre Celestial, el Dios del cielo, esta consiente de que experimentaremos todo esto, y no nos deja solos en nuestros momentos de mayor soledad y angustia. Compartimos con ustedes 15 escrituras en las que podemos hallar el consuelo y la fortaleza necesaria para no rendirnos en medio de las aflicciones si no seguir adelante con una esperanza renovada.
Misericordia:
El Libro de Mormón comienza narrando la historia de un hombre justo llamado Nefi. Desde el comienzo del libro podemos encontrar las cualidades de Nefi que nos hacen querer ser como él: justo, obediente, leal, diligente y paciente entre muchas otras cualidades. Pese a su gran ejemplo, este profeta no estuvo exento de dificultades. El libro Comienza narrando como es que teniendo una vida cómoda en Jerusalén, a Nefi y su familia se les pide salir al desierto, dejan su oro, plata y prácticamente todo cuanto poseían. Para aquellos que no les gusta acampar resultará aterrador comentarles que Nefi vivió en el desierto en una tienda por 8 años. Ojala eso fuera lo único que sufrió, pero hay más.
Temían ser descubiertos, por lo que no podían encender fuego, eso implicó que tuvieran que comer la carne cruda, tuvieron hijos en el desierto, atravesó las aguas en un barco y debido a la iniquidad de sus hermanos, sus padres casi mueren en el océano aunado a que estuvieron a punto de hundirse. Al llegar a su destino, el padre de Nefi muere y sus hermanos tratan de asesinarlo.
Nuevamente Nefi tiene que huir. Fue en ese momento que Dios le mandó escribir su historia, que se encuentra en 1 Nefi. Si yo hubiera vivido estas cosas y estuviera escribiendo una introducción al respecto no sé qué escribiría, pero Nefi nos lo resume así: “Pero he aquí, yo, Nefi, os mostraré que las tiernas misericordias del Señor se extienden sobre todos aquellos que, a causa de su fe, él ha escogido, para hacerlos poderosos, sí, hasta tener el poder de librarse.” (1 Nefi 1:20). Permítanme decirles que si Nefi, aun después de lo que le había estado sucediendo por tantos años, nos testifica que el Señor nos extiende sus tiernas misericordias, yo le creo.
Bendiciones futuras
Para la siguiente escritura podemos tomar como ejemplo hasta la más sencilla aflicción, piensen en alguna ocasión en la que has estado enfermos, una gripa que podría durar semanas o una enfermedad estomacal que les haya causado dolores constantes. Recuerdo esas experiencias y me recuerdo a mí mismo preguntándome en medio del dolor si llegará el día en que recuperase la salud. Incluso en ocasiones llegamos a olvidar lo que se siente estar sano. Cuando enfrentamos alguna aflicción nos hacemos la misma pregunta, ¿Podré sentirme tranquilo y en paz algún día? La respuesta la encontramos en la sección 58 de Doctrina y Convenios: “Por lo pronto no podéis ver con vuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, ni la gloria que seguirá después de mucha tribulación. Porque tras mucha tribulación vienen las bendiciones. Por tanto, viene el día en que seréis coronados con mucha gloria; la hora no es aún, mas está cerca.” (D y C 58:3-4).
No estamos solos
Ahora imaginemos que estamos en casa con algunos amigos, disfrutando de alguna actividad todos juntos. En ese preciso momento llega mamá o papá, tu esposo o esposa o quien tú quieras, y te pide que vayas a algún lugar, es algo muy importante y debes hacerlo ahora. Te resulta desalentador tener que interrumpir tu actividad y dejar al grupo que se seguirá divirtiendo. Pero, ¿Cómo cambia nuestra perspectiva cuando alguno del grupo nos dice: Yo te acompaño? Ese simple hecho nos aligera la tarea tremendamente. Tenemos que hacer el recorrido, pero no lo haremos solos. Alguien lo hará contigo y aunque pudiera no haber mucha diferencia, si la hay. Piensen en esto al leer lo que el Salvador nos dice: “Sé paciente en las aflicciones, porque tendrás muchas; pero sopórtalas, pues he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días.” (D y C 24:8). Él nos promete acompañarnos en la jornada.
Alguien ora por nosotros
Pese a todas las aflicciones que podamos enfrentar, la gran mayoría de nosotros nunca estamos solos. Siempre hay alguien que se esforzará por decirnos palabras de consuelo, ánimo y paz. Muchas veces son nuestros padres, algún hermano, un amigo o amiga, algún líder de la iglesia. Dios nos envía a personas comunes para darnos esperanza. Muchas veces esas personas tan especiales oran por nosotros con una sinceridad profunda. Los mueve el deseo de que seamos bendecidos. Si tan solo ellos nos compartieran lo que piden en sus oraciones, seguramente sería lo mismo que pidió Mormón respecto a su hijo Moroni, él dijo: “Yo siempre te tengo presente en mis oraciones, rogando sin cesar a Dios el Padre, en el nombre de su Santo Hijo, Jesús, que por su infinita bondad y gracia te conserve mediante la perseverancia en la fe en su nombre hasta el fin.” (Moroni 8:3).
Hallamos consuelo
La siguientes dos escrituras no necesitan presentación. Comenzando con la sección 121 de Doctrina y Convenios. José Smith echado en prisión injustamente, se siente incapaz de poder ayudar a los miembros de la iglesia que sufren persecución. El Señor lo consuela haciendo mención de sus buenos amigos. “Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿Y dónde está el pabellón que cubre tu morada oculta? ¿Hasta cuándo se detendrá tu mano, y tu ojo, sí, tu ojo puro, contemplará desde los cielos eternos los agravios de tu pueblo y de tus siervos, y penetrarán sus lamentos en tus oídos? Sí, oh Señor, ¿hasta cuándo sufrirán estas injurias y opresiones ilícitas, antes que tu corazón se ablande y tus entrañas se llenen de compasión por ellos?” (D y C 121:1-3). Y el Señor le responde: “Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos. Tus amigos te sostienen, y te saludarán de nuevo con corazones fervientes y manos amistosas. No eres aún como Job; no contienden en contra de ti tus amigos, ni te acusan de transgredir, como hicieron con Job. La esperanza de los que te acusan de transgresión será deshecha, y sus maquinaciones se disiparán como desaparece la escarcha ante los cálidos rayos del sol naciente;” (D y C 121:7-11).
Esperamos que estas escrituras te sean de gran alivio y solaz. Recuerda que el Salvador Jesucristo no permitirá que pasemos por esta vida sin el consuelo suficiente para que en cada momento de nuestra vida podamos sentir gozo. En medio de todo el dolor que puedas estar enfrentando, yo te aseguro, que la mañana llegará. Él nos promete: “Aprende de mí y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás paz.” (D y C 19:23).